El modelo de valenciano, a debate

La propuesta que lanza un colectivo de filólogos de la tercera vía al Consell de Mazón para que apueste por un valenciano «cohesionador» y más próximo al que se habla en la calle ha abierto un debate sobre el futuro de la lengua y de la propia AVL

Colectivo de filólogos de la Tercera vía al Consell

Colectivo de filólogos de la Tercera vía al Consell

Rafel Montaner

¿Hay que apostar por un modelo de lengua estándar más «natural, identificador y asimilable» por la sociedad para reflotar el uso del valenciano como piden los filólogos de la tercera vía del Cercle Isabel de Villena (CIV)? ¿Supone eso «vulgarizar» la lengua como critica l’Institut Interuniversitari de Filologia Valenciana (IIFV) que une a las tres universidades públicas valencianas con estudios superiores de Filologia?

La propuesta de nueva política lingüística que el Cercle ha remitido a la Conselleria de Educación y a las Corts y en la que, tras criticar el modelo lingüístico del Botànic, reclama al Consell de Mazón que apueste por un valenciano «cohesionador» y más próximo al que se habla en calle, ha abierto un debate en la sociedad sobre el futuro de la lengua.

Una polémica que también afecta a la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL), pues el manifiesto cuestiona que no estén representadas en la institución normativa del valenciano las diferentes sensibilidades lingüísticas de la sociedad valenciana. Aboga porque, en aras del consenso, entren en la AVL miembros de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV) y de Lo Rat Penat. Para ello propone que las Corts, el Consell Valencià de Cultura (CVC) y la AVL elijan a partes iguales los nuevos miembros.

Rechazo entre los académicos

El escritor, sociólogo y antropólogo Joan Francesc Mira, académico de la AVL desde 2016, rechaza el manifiesto: «No veo ninguna necesidad de alterar un modelo basado en la normativa y en la autoridad de la AVL que durante más de 20 años ha funcionado perfectamente en la enseñanza, en la literatura, en los medios de comunicación... y no ha sido ningún obstáculo, pues se ha generado un respeto a dicha norma y a su adecuación a la realidad».

Mira también defiende que la AVL mantenga la cooptación para renovar a sus miembros al señalar que «todas las academias tienen como norma básica que ellas mismas se regeneran, que sean los académicos quienes elijan a los nuevos miembros. Intentar que haya interferencias políticas en la elección de los académicos supone reventar su autonomía».

El catedrático de la Universitat de València (UV), Manuel Pérez Saldanya, académico de la AVL desde 2001 hasta 2016 y uno de los padres de la Gramàtica normativa valenciana critica al Cercle porque «de forma camuflada resucita los debates de siempre aprovechando el cambio político y nos vuelve a meter en un círculo vicioso, ya que la lengua siempre es conflicto si se usa como arma política».

«Se ha demostrado que la AVL ha tenido un papel importante a la hora de desproblematizar la lengua y cohesionarla, y eso es porque su normativa es suficientemente abierta e integradora y muy próxima al uso del valenciano en la calle», afirma. En su opinión, «defender que una lengua se debe basar en un modelo coloquial es una aberración».

Críticas al Botànic

El profesor de la UV y académico de la AVL desde 2016, Abelard Saragossà, es uno de los miembros más críticos de la Acadèmia con los criterios lingüísticos del Botànic. Aunque declina valorar el manifiesto del CIV, recuerda que en su libro de 2018 El valencianisme lingüístic ya denunció que el Criteris Lingüístics de l’Administració de la Generalitat de 2016 «contenían anomalías normativas que contradecían la autoridad de la AVL, pese a que la Acadèmia se creó para que el modelo lingüístico no estuviera supeditado a los partidos políticos».

El director de la Secció de Llengua i Lliteratura Valencianes de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV), Voro López, espera que la propuesta «tenga éxito, porque en cuestiones de lengua los valencianos nos hemos de entender y para ello necesitamos un consenso real». Para López la AVL «se ha radicalizado, inventando un criterio de convergencia con el catalán que no está en su ley de creación, y la sociedad valenciana no va por ese camino».

Según López «si la AVL debe ser la institución normativa, está obligada a ser plural». «Su papel era el de cohesionar la lengua y eso no se logrará si entre los académicos no están representados todas las sensibilidades lingüísticas», insiste. El valenciano, añade, «recula en su uso porque el modelo normativo falla, la gente no se identifica con él».

El editor de Llibres de la Drassana Toni Sabater, artífice del fenómeno Noruega, la novela de Rafa Lahuerta que con un lenguaje literario que apuesta por las formas más genuinamente valencianas se ha convertido en uno de los libros en valenciano más vendidos de los últimos tiempos, entra de lleno en el debate al afirmar que «en la situación actual solo un modelo lingüístico particularista puede salvarnos».

Priorizar formas valencianas

«Desde Drassana estamos demostrando que se puede hacer alta cultura en nuestra lengua propia priorizando las formas valencianas que la AVL reconoce como normativas y que en absoluto cuestionan la unidad de la lengua», subraya. Insiste en que la única solución en la situación actual es «valencianizar el modelo de lengua todo lo que la normativa de la AVL permita, solo así conseguiremos un modelo de lengua cohesionador que la gente pueda sentir próximo».

Critica que «determinados ámbitos académicos mantengan un prejuicio muy grande contra las formas valencianas, que denostan por coloquiales, mientras fenómenos como Noruega prueban que se puede hacer cultura de alto nivel y llegar a mucha gente con un modelo particularista perfectamente normativo».

Ferran Torrent, el novelista más popular de la literatura en valenciano, opina que «el registro lingüístico es personal de cada autor, por tanto yo voy a la mía y en mis novelas me marco mi propio registro literario y no hago caso ni de la AVL ni de los que dicen que se debería usar un valenciano más light». «Construyo un registro que es el que a mi me gusta, con el que me encuentro cómodo, y no quiero entrar en discusiones sobre si el valenciano debe estar más cerca o más lejos de la calle, pues suelen tener un trasfondo político que no me interesa», concluye.