La Policía sostuvo ayer en el juicio por la muerte del pequeño Dominique en Elda que su fallecimiento «fue un homicidio, no un accidente». La acusada Alejandra García, pareja sentimental del padre de acogida del pequeño, se convirtió en la principal sospechosa cuando todas las líneas de investigación se fueron descartando y fue incurriendo en contradicciones hasta que nueve meses después del crimen fue arrestada. En el momento de su detención dijo que el niño de ocho años se ahogó con un trozo de jamón york y que el miedo le hizo simular que habían sido víctimas de un asalto violento en el que habían matado al niño e intentado violarla a ella. Fue la tarde del 30 de agosto de 2017. Desde el primer momento, los investigadores tenían claro que fue una muerte violenta y tampoco encontraron restos de comida en la escena del crimen. Uno de los policías locales, que fueron los primeros en llegar a la vivienda, aseguró que vio restos de vómito en el suelo pero nada de comida.

En la sala se mostraron imágenes del pequeño ya sin vida donde se apreciaban visibles marcas en el cuello de haber sufrido una fuerte presión.

Los responsables de las pesquisas declararon ayer en la segunda jornada del juicio por este suceso que conmocionó a la localidad. Dada la gran alarma causada por el crimen, los agentes de la Policía Judicial de Elda fueron reforzados con investigadores tanto de la Comisaría de Alicante, así como de la Brigada Central de Delitos contra las Personas, procedentes de Madrid, que abrieron numerosas líneas de investigación para tratar de esclarecer los hechos. Pronto la acusada se convirtió en la principal sospechosa. «Ella era la única persona que estaba con el pequeño en el momento de los hechos», argumentó uno de los policías ayer ante el jurado.

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Gritos e insultos a la acusada del asesinato del pequeño Dominique Rafa Arjones

Falso ataque

Los agentes acudieron a la vivienda donde, según les dijeron, unos desconocidos habían atacado a una mujer y a un niño y les habían tratado de agredir sexualmente. Iban vestidos de motoristas, con guantes, el rostro cubierto con cascos y se dieron a la fuga, según el relato de la mujer.

Dada la gravedad de los hechos, todas las opciones estaban abiertas, pero fueron las contradicciones en el relato de la supuesta víctima lo que la acabaron de convertir en sospechosa aunque en los primeros momentos sí que creyeron todo lo que ella les había manifestado y los esfuerzos fueron dirigidos a intentar identificar a los supuestos atacantes.

En el escenario del crimen se llegaron a recoger un centenar de huellas dactilares y una veintena de vestigios biológicos que se compararon con catorce personas del entorno de la familia para aislar aquellas que pudieran ser ajenas al mismo. El dato lo aportó la entonces jefa de la Brigada de Policía Científica de Alicante, Marisol Conde, hoy responsable de la Policía Autonómica. «Nunca habíamos recogido tantas de un escenario», dijo uno de los funcionarios para recalcar el celo de la investigación. De las huellas, todas correspondían a la familia o a su entorno, salvo una recogida en la puerta de la vivienda y otra en la escalera, pero fueron descartadas por ser zonas de uso común del edificio. «Podrían ser de cualquier persona», precisaron. En cuanto a los restos biológicos, también correspondían a la familia, aunque se encontraron vestigios de dos personas ajenas en el cuerpo del niño. Finalmente resultaron ser de una policía local y de un sanitario del Samur que practicaron los primeros auxilios al menor inerte en el suelo.

A los investigadores no les había pasado por alto que Alejandra contestara con «relativa tranquilidad» al hecho traumático que acababa de sufrir. Daba demasiados detalles y empezó a incurrir en contradicciones. «Su declaración era surrealista porque nos llegó a decir que mientras se produjo el asalto iba arrastrándose por el suelo embarazada y le dio tiempo a hacer una videollamada», explicó uno de los investigadores. Durante ese asalto, también habría conseguido coger una libreta para escribir «soy sorda» a sus atacantes. «Ella no puede oír, pero puede hablar», precisó uno de los inspectores. También incidieron en el hecho de que se movía sin problemas, cuando poco antes decía que no podía hacerlo por las supuestas lesiones sufridas en el asalto.

Esta hipótesis se fue descartando a medida que avanzó la investigación y pronto el cerco empezó a estrecharse en torno a Alejandra, Ni habían robado en la casa, ni los vecinos habían visto nada, ni las cámaras de seguridad de la zona recogieron a los supuestos motoristas.

Uno de los agentes aseguró que hasta el propio compañero sentimental de la acusada había empezado a sospechar de ella, al no comprender su actitud ante el devastador suceso.

La llegada de la acusada ayer a la Audiencia de Alicante se vivió de nuevo con momentos de tensión al estar esperándola a la entrada personas allegadas a la madre para insultarla e increparla, como ya ocurrió el primer día. Alejandra García fue recibida al grito de «asesina» por mujeres que portaban carteles en los que podía leerse «Justicia para Dominique».