Un jurado popular ha declarado culpable de asesinato con alevosía al matrimonio acusado de matar a una discapacitada en Benidorm en junio de 2020 para robar el dinero de su pensión. El veredicto se ha cerrado por unanimidad en el caso de él y por siete votos frente a dos en el caso de su mujer tras cerca de nueve horas de deliberación. La Fiscalía pide para ambos la prisión permanente revisable dada la especial vulnerabilidad de la víctima, con deformidades en los brazos y las piernas que la impedían defenderse. La mujer asesinada padecía una enfermedad llamada focomelia, causada por la talidomina y por la que percibía una pensión de 7.000 euros al mes. Para el jurado, está acreditado que a causa de su discapacidad la víctima no podía defenderse del ataque, hecho que aboca a una condena a la prisión permamente revisable.
Tras la lectura del veredicto a las 20.30 horas de este jueves y ante la gravedad de las penas y el riesgo de fuga, la Fiscalía ha reclamado la detención inmediata de la mujer, que se encontraba en situación de libertad provisional durante el juicio, una medida que acordó el magistrado que presidía el tribunal del jurado, Francisco Javier Guirau, por lo que la mujer Olga B. M. ha salido esposada de la Audiencia rumbo a prisión sobre las 21.30 horas. Su marido, Fernando A. G., ya estaba en prisión preventiva por este asesinato desde su arresto en agosto de 2020. En los próximos días, el magistrado dictará sentencia con las penas que se imponen.
El jurado popular, tras una deliberación de casi nueve horas, ha estimado probado que la pareja urdió el crimen de Rosa María C. M., de 57 años, en ejecución de un plan preconcebido, en el que llegaron a esconder una cámara de videovigilancia en su vivienda en Benidorm para averiguar donde se encontraba la caja fuerte en la que guardaba grandes cantidades de efectivo. El veredicto considera probado que fue Fernando el autor material del crimen, que atacó por sorpresa a la víctima en su vivienda golpeándola con un objeto contundente en la cabeza y, mientras estaba inconsciente en el suelo, la asfixió ejerciendo presión en la caja torácica con la silla eléctrica con la que ésta se movía por su domicilio, simulando un accidente doméstico. El procesado admitía haberla matado, pero aseguraba que perdió el control durante una discusión y negando que fuera un plan premeditado. Una versión que no ha creído el jurado, aunque sí que le ha servido como evidencia para establecer su participación en el crimen.
Aunque el jurado sí que considera probada la participación de Olga en el asesinato, no ha visto acreditado que ésta ayudara a su marido a limpiar pruebas de la casa, un extremo en el que ha habido unanimidad. Ni las cámaras, ni el posicionamiento del móvil, ni los propios vecinos han podido establecer que ésta estuviera en la vivienda. En cambio, sí que ven probado su participación, por las búsquedas en internet desde su ordenador de instrucciones para abrir la caja fuerte del mismo modelo del que tenía la víctima. Para el jurado, la acusada se beneficiaba del dinero que su marido obtenía de Rosa y ambos se repartieron el dinero del robo. En este sentido, han valorado un correo intervenido en el que decía a su marido que «yo no estropearé tus planes porque yo también necesito el dinero». A lo largo del juicio, ha quedado probado que el acusado mantenía una relación sentimental con la víctima, con la que logró que ésta le diera grandes cantidades de dinero, llegando a comprarles un coche y avalarles en el alquiler de su casa. El jurado también incide en las pruebas contra Olga los audios de WhatsApp recuperados de los teléfonos de los acusados, donde hay conversaciones que los agentes vinculan al crimen. «Arderemos los dos en el infierno», le dice ella a él en uno de los mensajes.
Las defensas han rechazado la aplicación de la prisión permanente revisable para este caso. La abogada de Fernando sostuvo que era aplicarle dos veces la misma agravante; mientras que la defensa de Olga expresó su discrepancia con el veredicto y su oposición al encarcelamiento de su defendida.
La acusada había estado escuchando el veredicto mientras sostenía el teléfono móvil en la mano, como si lo que pasaba no fuera con ella, hasta que a los pocos minutos la Letrada de la Administración de Justicia le ha notificado en mano el auto por el que se ordenaba su ingreso en prisión. En ese mismo momento, ha tenido que dejar todos sus objetos personales a su letrada mientras la Policía se la llevaba al calabozo.
