Un testigo del crimen machista de l’Alfàs: «Escuché gritos y golpes y pedir que no le pegara más. Después ya no se oyó nada»

Las primeras declaraciones en la causa por el asesinato de Rocío de la Palma constatan que el maltrato se remonta casi al inicio de la relación y que era evidente para todo el entorno de la pareja 

El presunto asesino de Rocío es trasladado por la Guardia Civil a los juzgados de Benidorm.

El presunto asesino de Rocío es trasladado por la Guardia Civil a los juzgados de Benidorm. / efe/MORELL

Mercedes Gallego

Mercedes Gallego

 El maltrato de Juan Vicente A.B. a Rocío de la Palma O. se remonta casi al inicio de su relación, que no llegaba a los dos años. Algo que era evidente para prácticamente todo su entorno, que la animaba a denunciar sin conseguirlo. Ella estaba convencida de que su compañero sentimental era bueno y de que en el fondo la quería, como llegó a decirle a su familia.

 Una situación de maltrato que han comenzado a relatar los testigos, algunos amigos de ambos, que están compareciendo ante el magistrado del juzgado de Violencia de Género de Benidorm que está instruyendo la causa por el asesinato de esta gaditana de 44 años a manos, según todos los indicios, del que era su pareja.

Rocío en una imagen de poco antes de ser asesinada.

Rocío en una imagen de poco antes de ser asesinada. / INFORMACIÓN

El crimen se cometió en la madrugada del lunes 5 de febrero en la vivienda que compartían en l’Alfàz del Pi, aunque su cadáver cosido a puñaladas no fue localizado hasta el día siguiente. 

 El presunto asesino fue detenido el día 7, apenas 48 horas después de que acabara con la vida de Rocío, en la habitación de un club de alterne de Cox a donde había viajado después de pedirle dinero a un conocido tras confesarle que había matado a su mujer. 

Aunque el maltrato por parte del arrestado hacia Rocío era una constante, la agresividad se incrementó al saber que la mujer, tras varios violentos episodios en los que la golpeó (en una ocasión le dio cinco puñetazos en la nariz y en la boca) y amenazó de muerte, le había denunciado ante la Guardia Civil de Altea.

Rocío firmó la denuncia, pero cuando los agentes le ofrecieron la posibilidad de pedir una orden de protección, cambió de opinión y la rechazó, además de comunicar que no quería seguir adelante con el procedimiento.

La Guardia Civil recogió la denuncia y la decisión de Rocío, pero al realizar la valoración de la víctima y salir que tenía «riesgo alto» activó el protocolo de violencia de género para estos casos y procedió a realizar gestiones para localizar y apresar a la pareja, lo que por desgracia no fue posible antes de que acabara con su vida.

Arrebatos de rabia

  Con tres condenas anteriores por maltrato por las que había pasado por la prisión, Juan Vicente A.B. sabía lo que suponía una nueva denuncia aunque, según las declaraciones prestadas en el juzgado, «no es que precisara ningún motivo para tener arrebatos de rabia y protagonizar escenas de maltrato físico desmesurado sin venir a cuento», lo que al parecer era una constante.  

Un testigo que reside cerca de la casa que compartía la pareja relató que oyó golpes y gritos y a una mujer pidiendo que no le pegara más. Y que al momento ya no se escuchó nada. Era alrededor de las 5 de la madrugada del 5 de febrero. La decena de cuchilladas que presentaba el cuerpo estaban localizadas en la zona del cuello. 

La voz de alarma de exmarido

Otro de los testigos que también ha comparecido ante el instructor ha sido el exmarido de Rocío y padre de sus dos hijos. El hombre nunca perdió el contacto con la que había sido su mujer y de hecho fue el primero en dar la voz de alarma después de que le devolviera a Rocío una llamada perdida que tenía de la madrugada de ese día 5 (el móvil estaba en modo avión y no la vio hasta que se despertó) y que ella no le contestara.

A falta de más testificales, el presunto verdugo de Rocío continúa sin prestar declaración después de que no quisiera hacerlo ni ante la Guardia Civil ni ante el magistrado el día que pasó a disposición judicial. 

Por el momento ni se ha pedido ni se ha acordado de oficio la reconstrucción de los hechos aunque pocas dudas quedan sobre la autoría del asesinato de esta mujer que ahora yace en un cementerio de Algeciras. 

Sin visitas ni comunicación con sus hijas

Juan Vicente A.B. no podrá ver ni comunicarse por ningún medio con sus dos hijas, fruto de un primer matrimonio. Tras solicitarlo la Fiscalía, el magistrado del Familia ha decretado esta prohibición. Las chicas, una ya mayor de edad y la otra a punto de serlo, apenas tenían relación con su padre, al que veían de vez en un cuando en un punto de encuentro. Con la medida se pretende evitar que el presunto asesino de Rocío pueda siquiera llamar por teléfono a sus hijas, que residen con su madre.