El camello del menor que murió en Alicante tras consumir éxtasis: «Es una lotería si te va a pegar bien o mal»

Acusación pública y particular sostienen que es imputable al acusado el fallecimiento del chaval, que comenzó a sentirse mal a la media hora de ingerir dos pastillas de MDMA y una bebida energética 

Daniel H. V., quien vendió la pastillas al menor, es conducido por un agente a la Audiencia, donde este viernes ha sido juzgado.

Daniel H. V., quien vendió la pastillas al menor, es conducido por un agente a la Audiencia, donde este viernes ha sido juzgado. / Alex Domínguez

Mercedes Gallego

Mercedes Gallego

Jamal B. hubiera cumplido los 18 en enero si siete meses antes, la tarde del 30 junio del año pasado, no se hubiera tomado dos pastillas de éxtasis con una bebida energética (Toro Loco) que le provocaron un fallo multiorgánico que acabó con su vida 23 días después. 

Este viernes en la Audiencia de Alicante se juzgó al camello que le vendió la droga. Daniel H.V., un joven de 27 años de aspecto impecable que en su haber cuenta ya con una condena firme por tráfico de drogas y de cuya participación, en cuanto al suministro de los comprimidos a Jamal y a su hermano gemelo Hassan, ambos entonces menores, no hay ninguna duda. Tanto este chaval como otra menor, amiga de ambos, le conocían de sobra porque hacía meses que les vendía la droga, dicho por los tres.  

El joven, en prisión preventiva por estos hechos, se declaró ante el tribunal consumidor habitual («diario», dijo) «de pastillas, cristal y porros» y admitió que les vendió cuatro comprimidos a los hermanos, de los que aseguró desconocer su edad. En cuanto a los efectos letales que su ingesta tuvo para Jamal, apuntó con tranquilidad que «es una lotería, no se sabe si te va a pegar bien o mal».

Aunque en un principio intentó atribuir al autoconsumo «y al de mis amigos, que son unos treinta» la droga que tenía en su habitación (el acusado vivía con sus padres en Alicante), la cantidad de pastillas y los efectos localizados tumbaron su versión. 

Drogas, dinero y armas

Una vez analizadas las sustancias por el laboratorio de la Subdelegación del Gobierno resultó que el acusado tenía en ese momento cien comprimidos de MDMA de una pureza del 39,1 %, once del 8,8 %, dos envoltorios de resina de cannabis, otros dos de sustancia rocosa y 92 sellos de LSD.  

Apuntó que compraba las pastillas a unos diez euros, que las vendía por quince y que alertaba de que las consumieran a trozos y sin mezclarlas con nada, lo que el hermano y la amiga de Jamal desmintieron. «No nos dijo nada de eso», declararon.

Además de las pastillas, la Policía localizó en su habitación una báscula de precisión, alrededor de 5.000 euros (124 en monedas de dos), una pistola tipo Makarov de fogueo pero manipulada para poder disparar munición real, un revólver, una pistola de air-soft, cartuchos, un puñal y un machete, entre otros objetos.

"HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ PARA QUE NO HAYA MÁS JAMAL". Ni Lucía, la madre de Jamal y Hassan, ni Rosa, su abuela, sabían que los chicos (en la imagen Hassan, el gemelo de Jamal) que consumían. «Son muy buenos», ha dicho en presente Lucía ante el tribunal. Rosa, que a duras penas  ha podido contener las lágrimas durante el juicio, espera que se haga Justicia «porque hemos llegado hasta aquí para que no haya más muertes como la de Jamal».

"HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ PARA QUE NO HAYA MÁS JAMAL". Ni Lucía, la madre de Jamal y Hassan, ni Rosa, su abuela, sabían que los chicos (en la imagen Hassan, el gemelo de Jamal) consumían. «Son muy buenos», ha dicho en presente Lucía ante el tribunal. Rosa, que a duras penas ha podido contener las lágrimas durante el juicio, espera que se haga Justicia «porque hemos llegado hasta aquí para que no haya más muertes como la de Jamal». / G.PALOMO

La Fiscalía y el abogado que representa a la familia de Jamal, Juan Antonio García Jabaloy, consideran que el acusado es culpable de un delito contra la salud pública, de otro de tenencia ilícita de armas y un tercero de homicidio por imprudencia, por los que ambos reclaman en total más de trece años de prisión, además de indemnizar a la madre y al hermano gemelo de Jamal por su muerte.

La menor que le acompañaba cuando se tomó las pastillas (el otro hermano ni estaba con ellos ni consumió) relató que ella ingirió también dos comprimidos y el Toro Loco, igual que él, que era la primera vez que tomaban esa cantidad, que ella solo sintió «la intensidad de la pastilla» mientras que Jamal «se mareó, tuvo alucinaciones y ahí empezó todo». Tan mal lo vio que llamó a una ambulancia, que lo trasladó hasta el Hospital de San Joan, del que ya salió cadáver.

Fallo multiorgánico por consumo de éxtasis

El forense que le practicó la autopsia ratificó ayer el «fallo multiorgánico por reacción al éxtasis» como causa de la muerte y descartó la presencia de alcohol, lo que coincide con el relato la chica y del hermano.  

Sobre por qué no les afectó a ambos menores por igual, el facultativo apuntó que depende de la persona y que, aunque el consumo habitual (aseguraron que tomaban una vez a la semana) puede generar cierta resistencia, hay casos en que dosis bajas pueden ser fatales.

Para el fiscal Javier Romero no hay ninguna duda «de la relación de causalidad entre la venta de la droga y la muerte del chaval» y agregó que «aunque el acusado haya dicho que cuando se toma un éxtasis es una lotería que te dé bien o mal, lo cierto que es el MDMA que vendía es peligroso per se. Es imputable el fallecimiento al vendedor, lo que siguió haciendo después de enterarse lo que le había pasado a Jamal». 

La defensa plantea que su cliente vendía las pastillas pero que no podía controlar cómo se tomaban, ha sostenido que «el menor era consciente del riesgo que corría», que «nadie le obligó» a hacerlo y que fue él quien cometió la imprudencia al mezclar los comprimidos con la bebida energética. «¿Cuál es la imprudencia grave y quien la cometió?», ha llegado a preguntarse.