Tras casi 24 horas de búsqueda se confirmaron los peores presagios. El cuerpo sin vida del joven oriolano Miguel Duréndez Ramón, de 20 años, fue hallado ayer sobre las cinco de la tarde a dos millas y media de la costa -más de cuatro kilómetros y medio- frente a la playa de Benamor en Guardamar del Segura . Un gran dispositivo de seguridad estuvo desplegado desde las ocho de la tarde del jueves hasta el momento del hallazgo con el objetivo de encontrar al joven con vida. Finalmente los agentes de la lancha del servicio marítimo de la Guardia Civil avistaron el cadáver flotando en el mar y lo recogieron. No presentaba signos externos de violencia. Aparentemente pudo fallecer por ahogamiento. Esta embarcación lo trasladó al Puerto de Guardamar, donde los familiares procedieron a su reconocimiento para conducirlo al Instituto Anatómico Forense donde se le practicará la autopsia.

Iba a ser un tranquilo día de playa, de los que disfrutan muchas familias del interior de la comarca en el litoral de Guardamar, Torrevieja u Orihuela. Duréndez, afectado por retraso madurativo, se perdió cuando se encontraba en la orilla de la playa Benamor, junto a su primo sobre las 19.00 de la tarde del jueves. Cuando su madre y su tía levantaron la vista, ya no lo vieron. Por causas aún desconocidas, según el testimonio de otros bañistas, se alejó paseando hacia la playa de La Mata en Torrevieja, señalaron fuentes de la Comandancia de la Guardia Civil, aunque el desenlace final no concuerda con estos testimonios.

Miguel que vestía únicamente un bañador tipo bermuda rojo, no llevaba calzado, y no portaba documentación, por lo que todo parecía indicar que podía ser hallado en la playa, que le resultaba familiar, o sus inmediaciones.

La Guardia Civil estableció desde la tarde del jueves un gran dispositivo de búsqueda compuesto por patrulleras del Servicio Marítimo y una zodiac del grupo de Actividades Subacuáticas. Además, intervinieron varias patrullas de Guardamar y puestos limítrofes, miembros de la Policía Local y Cruz Roja y Protección Civil de Guardamar, y en menor medida, Torrevieja, y un grupo de voluntarios procedentes de Orihuela.

Las labores de búsqueda se desarrollaron a lo largo de todo el día entre las playas de Benamor y Moncayo, con el apoyo además de un helicóptero. En ese dispositivo, que se extendió a la amplia zona dunar, intervinieron perros especializados y agentes a bordo de quads. En una falsa alarma, sobre las cuatro de la tarde algunos vecinos de La Mata en Torrevieja aseguraban haber visto al joven caminando en solitario, algo que no se constató finalmente. Los familiares confiaban todavía a mediodía a primera hora de la tarde en que la hipótesis del ahogamiento no se confirmara porque de ser así el cuerpo hubiera aparecido durante la noche o a primera hora del día, lo que dio esperanzas en hallar con vida al joven.

Solidaridad en red

Duréndez padecía retraso madurativo y epilepsia, por lo que necesitaba medicación continuada, según explicaba ayer su familia, que colgó en las redes sociales varias imágenes suyas para facilitar su búsqueda. En unas horas los carteles con información relativa al caso se pegaron en cada uno de los kioskos y establecimientos playeros de la larga playa de Guardamar, conocida por ser una de las más espectaculares de la Comunidad, pero también una de las más peligrosas con vientos de levante, que han estado arreciando en la zona en los dos últimos días. Este caso ha tenido una gran repercusión en las redes sociales y provocó innumerables muestras de solidaridad en muchos los vecinos de la comarca. La imagen del joven aparecía en innumerables enlaces vinculados a la Vega Baja. Miguel era un joven sociable, en buena condición física, autosuficiente pese a sus necesidades especiales, muy conocido en el casco urbano de Orihuela, donde ha causado conmoción la noticia del fatal desenlace.

Sus familiares más cercanos pasaron las horas de espera en las inmediaciones de la urbanización Benamar, la primera antes de llegar al casco urbano de Guardamar del Segura, en un puesto de control organizado por DYA Elche, cuyos profesionales dieron asistencia psicológica a los padres y abuelos del joven tras conocerse la noticia. No se explicaban qué podía haber sucedido para que Miguel desapareciera sin dejar rastro.