Nos contempla desde lo alto cuando entramos a Torrevieja por el norte. Allí se yergue majestuoso el Auditorio-Conservatorio Internacional del que Gerardo Camps, a la sazón conseller de Economía, destacó su espectacularidad. Afirmó, el otrora honorable mandatario, que esta obra convertiría Torrevieja en un referente nacional e internacional en el mundo de la cultura y de la música. Tras 42 millones de euros de coste público, el templo de la música languidece y espera la llegada de músicos, coros, óperas y sinfonías, y el conservatorio superior mantiene las puertas cerradas a los alumnos que no llegan, que no llegarán.

Pero esas lujosas puertas ahora sí se abren. Será en noviembre. El Auditorio-Conservatorio presenta su primera obra. Se trata de la I Edición del Costa Blanca Russian Meeting Point, un nombre extravagante para definir un mercado persa, un outlet de viviendas, una sinfonía del ladrillo al compás de inmobiliarias, constructoras, bancos y demás virtuosos de la especulación, eso sí, para el público ruso, creo que en exclusiva. Ahora bien, habrá que decir a estos ciudadanos rusos, que ahí donde podrían escuchar l´Oiseau de Feu de Igor Stravinsky oirán el silencio sepulcral del stand de algún banco exhibiendo sus productos tóxicos, sus trofeos miserables fruto de desahucios, eso sí, a muy buen precio; advertirles seriamente que donde hubieran disfrutado de Serguéi Rajmáninov y su Isla de Los Muertos, aparecerá un zafio complejo de adosados de cualquier inmobiliaria hambrienta; tienen que saber también, como no, que en el lugar donde podrían disfrutar de Pedro y el Lobo, de Serguéi Prokófiev, se amontonarán las rebajas de cualquier constructora desesperada. Pido a estos ciudadanos que, sin duda se sorprenderán al comprobar las magníficas condiciones del auditorio utilizado para tamaño disparate, sean benévolos en su juicio a Torrevieja y a su gente. No somos todos iguales.

El Auditorio-Conservatorio Internacional de Música se convertirá pues, este mes de noviembre, en el envoltorio adecuado, por su acústica, para guardar el silencio del infame espectáculo de su interior e impedir que llegue a traspasar sus muros para avergonzarnos a todos. Este noviembre sí, esa magna obra de ingeniería y arquitectura, concebida para disfrutar de la música y de su enseñanza, abrigará una ópera bufa, una mezquina sinfonía de lo absurdo y patético. A la batuta, dirigiendo la farsa, estará el Patronato de Turismo de la Diputación con la intervención de algún alcalde solista de la Costa Blanca y con la única música que conocen, la del dinero.

Y es que, estimados visitantes, tengo que decirles que estos representantes públicos escupen sobre la cultura musical como yo la lloro, la lloramos muchos. Y os digo además que haré un llamamiento, una invocación o más bien una plegaria, para que Stravinski junto con Prokofiev y Rajmáninov vengan desde la estepa, por las laderas del Moncayo, armados con sus maravillosos instrumentos para echar a patadas musicales, de viento, de cuerda o de percusión, a estos mercaderes del ladrillo del templo de la música. Toccata y fuga de dignidad.