Las cooperativas y empresas dedicadas al cultivo de flores han resistido a la crisis al punto de que los precios aumentan en torno al 10% en las floristerías con respecto al año pasado. La demanda sube ligeramente por la buena salud del negocio en esta época del año. Para los mayoristas del sector, Todos los Santos supone «un 15% de toda la facturación anual», señala Francisco Carrasco, gerente de la cooperativa Flomar, que da servicio a toda la Vega Baja y a otras zonas de toda España.
En estos momentos, y a falta de dos días para que los cementerios rebosen de flores, un año más, ya han agotado el 100% de la producción, por lo que el género ya se encuentra en las floristerías. El volumen de trabajo ha sido tan grande que durante estas últimas semanas, «no vamos a exportar a otros países, como hacemos habitualmente, sino que toda la producción se queda en España», apunta. Se trata de la única festividad que ha sabido resistir a la crisis: «en San José o en el Día de San Valentín sí que se nota cierto descenso en venta los últimos años», asegura Carrasco, «debido en parte al tipo de clientela, pues en el caso de San Valentín los clientes suelen ser gente joven que tiene menos recursos que la gente más mayor o pensionistas, que son la clientela de Todos los Santos».
En lo que tampoco hay cambios es en los tipos de flor que llenarán de color los cementerios estos días: Rosas, gladiolos, claveles, margaritas y estatice siguen siendo las más demandadas, aunque sí es cierto que «aunque el volumen de ventas se mantiene, se tiende a optar por una flor algo más barata», señala. Aun y así, el gasto medio por persona se sitúan «en torno a los 20 o 30 euros». La rosa es la flor más cara, mientras que quien opte por una opción más económica tendrá que escoger entre margaritas y gladiolos. Mientras que en las cooperativas los trabajos de cara a la festividad de Todos los Santos ya han acabado,las floristerías trabajan a contrarreloj para tener todo listo para el sábado o incluso antes. Sin embargo, el sector no las tiene todas consigo pues «cada vez son más frecuentes las incineraciones y entre las nuevas generaciones no está tan arraigado» por lo que es posible que la tradición vaya perdiéndose poco a poco.
