Barrenillo, tomicus o el escarabajo que come pinos, cualquier de esas denominaciones es suficiente para conocer cómo se llama el «enemigo». Este voraz insecto está siendo cada vez más visible en la comarca de la Vega Baja y no sólo porque es posible ver faldas enteras de sierras con pinos secos sino porque sólo hay que acercarse a cualquiera de los troncos que se están colocando como señuelos para comprobar cómo un ser vivo de medio centímetro puede acabar con árboles de gran porte. Es una cuestión de ser el número suficiente de «soldados» para esta tarea.
Con la llegada de la primavera, la plaga se está extendiendo con más fuerza, apoyada por el hecho de que los árboles han sufrido muchos meses de sequía y están débiles y que la Conselleria de Agricultura no está poniendo solución, ni en medios humanos ni materiales, para frenar una plaga declarada en un centenar de municipios de la Comunidad Valencia. Los árboles, secos, apenas tienen resinas, un recurso natural contra los ataques de los insectos, y así cualquier hembra pueda poner una media de 70 huevos que al cabo de días eclosionan y se multiplican alimentándose de los pinos y abriendo por su interior galerías que terminan por impedir que le llegue la savia.
Sólo hay que ver cómo en municipios como Orihuela, Redován, Benejúzar, Callosa o Guardamar del Segura ha comenzado a actuar y eso dice bien de su extensión en estos momentos por toda la comarca de la Vega Baja.
