¿En qué momento nos encontramos actualmente?
En la Comunidad Valenciana nos encontramos en Nivel 1 de alerta o riesgo bajo, con una incidencia por debajo de 50 casos por cada 100.000. Es un gran dato, reflejo del esfuerzo, sacrificio y constancia de todos, pero el nivel de alerta no es el mismo en todas las comunidades, por lo que poder definir el momento actual de la pandemia es variable según como lo extrapolemos.
¿Cómo valora las restricciones tras el toque de queda?
La flexibilidad tenía que llegar tarde o temprano, es necesaria en todos los aspectos. El punto clave es cómo la usamos, cómo la interpretamos. Si todo se ha acabado y tiramos las mascarillas al aire, como si fuesen un birrete de la graduación, o poco a poco vamos progresando y contribuyendo a afianzar la mejora sanitaria y social. ¿Cuánto valor le voy a aportar yo a esta flexibilidad? Creo que esa es la clave.
«La lucha contra el virus es como una montaña rusa y es clave contar con compañeros que pueden animarte, empujarte y alentarte»
¿Qué siente al ver las imágenes de grandes botellones?
Rabia, impotencia y, sobre todo, pena. Me da pena que tantos compañeros hayan sacrificado tanto tiempo con su familia, con sus seres queridos e incluso que hayan fallecido dándolo todo en los hospitales, los centros de salud, los domicilios... Y que desde el 9 de mayo veamos que se celebra el fin del estado de alarma como si fuese un fin de año o el fin de una guerra.
¿Cree que habría que mantener algunas restricciones?
Tendremos que mantener alguna restricción, evitar aglomeraciones, números de comensales, asegurar las distancias de seguridad... Todo ha cambiado desde marzo de 2020 y tendremos que mantener algunos hábitos que se han adquirido, como la higiene de manos, crucial en nuestro día a día. ¿Durante cuánto tiempo? El necesario para poder llegar a una «normalidad» social.
«Todo el mundo habla del valor de la resiliencia. Para ello hay que conocerse a uno mismo y saber qué nos pone al límite»
Usted y su equipo llevan más de un año al pie del cañón...
La batalla contra el virus te hace estar en una montaña rusa de sensaciones: subes, bajas, giras, te pones boca abajo y boca arriba, frenas en seco... Pero sabes que a tu lado tienes un compañero que te acompaña, te anima, te empuja, te alienta, te escucha, se ríe contigo y te coge de la mano cuando sientes miedo.
¿Ha tenido ganas de tirar la toalla en algún momento?
Hemos tenido momentos muy duros, tensos y tristes, pero no tiramos la toalla, no podemos tirar la toalla y dejar solos a nuestros pacientes ni a nuestros compañeros. Hay momentos en los que tienes que pararte, sacar todo lo que tienes dentro, vivir todas las emociones y seguir hacia adelante.
Ha recibido el galardón Capitán Optimista, ¿qué cree que han valorado para otorgárselo?
Soy bético y no hay nadie más optimista que un bético. La votación se hizo por redes sociales y fue increíble, cada vez que entraba para ver cómo iba me quedaba más y más abrumado. Tengo la fortuna de ser el capitán de un equipo ejemplar, de unas personas maravillosas y profesionales excelentes, y eso te pone las cosas muy fáciles para potenciar el equipo y cuidar a las personas que forman parte de él.
¿Cuáles son las actitudes más ejemplares que ha visto?
Las podemos resumir en solidaridad, unidad, ayuda y confianza. Todo lo necesario para llegar al bien común, arrancar una sonrisa, comunicar a los pacientes con sus familiares, traer comida u ofrecer un descanso a un compañero... Ha sido un movimiento de ayuda al paciente, al compañero, a todo el mundo.
«La pandemia ha provocado que aparezca el apoyo al vecino, que el que vive al lado sabe que puede contar con tu ayuda»
¿Cómo surgió la idea de animar a sus vecinos con disfraces?
Hicimos un vídeo para el cumpleaños de mi sobrina Alma y saqué un disfraz que tenía de Bob Esponja. Nos dieron las 20 horas, el momento de los aplausos, y mi hija me dijo: «¿Vas a salir a aplaudir de Bob Esponja?». Por qué no. Y ahí surgió todo. Salí esa tarde disfrazado de Bob Esponja, la tarde siguiente volví a salir de Bob Esponja y ya había vecinos con sus hijos en los balcones con peluches y saludando.
¿Qué lecciones debemos aprender de cara al futuro?
Está de moda la resiliencia, todo el mundo habla de ser resiliente, de cómo se llega a la resiliencia, de cómo mejorar la resiliencia. Pero para ser resiliente primero tienes que conocerte a ti mismo, saber qué te pone al límite, cómo manejar las situaciones y cómo vivirlas. Para ello hay que parar, mirarse y recapacitar.
¿Qué cambios perdurarán?
La pandemia ha provocado cambios sociales, sobre todo interpresonales. El apoyo al vecino, al compañero, ha adquirido un valor crucial y debería perdurar en nuestros días. No dejar que se sientan solos tus vecinos de la puerta de al lado, que sepan que pueden llamar a tu puerta con tranquilidad o que estás ahí para lo que necesiten.
