Las obras de construcción de un edificio en primera línea en la playa de Los Locos de Torrevieja mantienen cerrado al paso de peatones el tramo de la calle Islandia que conecta esa playa con la segunda línea de viviendas en esta zona del litoral torrevejense. La actuación se puso en marcha en el mes de marzo y todavía le quedan meses en construcción. La empresa promotora cerró con vallas la calle Islandia en su intersección con la avenida del Doctor Mariano Ruiz Cánovas y con otro vallado su confluencia con la calle Islandia. Los vecinos que utilizaban la calle como acceso peatonal deben dar un rodeo por otros viales perpendiculares para llegar al paseo marítimo y la playa. En las últimas semanas han aparecido pintadas en el vallado perimetral reivindicando la reapertura del vial. Fuentes del área de Urbanismo del Ayuntamiento de Torrevieja explicaron que la licencia de obras concedida a la promotora está vinculada a la urbanización del tramo con la dotación de servicios básicos como el alumbrado, mobiliario y jardinería. Es decir, la licencia para el edificio nunca se podría haber otorgado sin que contemplara esa dotación de servicios. Y para ello es necesario ocupar la calle por completo, según las mismas fuentes. «No es un uso que la empresa esté haciendo por capricho para almacén o trabajar, forma parte del proyecto».
El uso del vial, según confirmaron las mismas fuentes, se mantendrá como peatonal. Esta reurbanización es una obligación del constructor porque su fachada recae justo la zona que fue recuperada para el patrimonio municipal a través de una expropiación y que carecía de todo tipo de servicios básicos.
Dos millones de expropiación
En 2014 el Ayuntamiento desembolsó 2.033.997 euros, más los intereses de demora, por los 1.240 metros cuadrados de este tramo de calle que el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 1986 disponía que debían expropiarse para dar una salida al mar a esta zona del sur de la playa urbana de Los Locos. Los vecinos esperaron décadas a que esa previsión se hiciera efectiva -el Ayuntamiento esperó a que fueran los propietarios, que no podían hacer nada con los terenos, los que reclamaran esa expropiación y alargó el trámite al máximo hasta que un juzgado fijó el valor de la superficie y reclamó su abono-. Tras asumir en el inventario el terreno el vial se abrió de forma oficiosa en el anterior mandato municipal. Una apetura informal porque sin servicios básicos, ni urbanización, la responsabilidad por cualquier incidente en ese espacio, como una caída, recaería directamente en la administración local. Para llevar a cabo los actuales obras la constructora oriolana ha eliminado dos hileras de palmeras de gran porte y que caracterizaban este corredor peatonal desde que en los años ochenta y noventa acogió el bar de copas «Manicomio».
