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Cinco edificios acaban con el último reducto de la cala de Punta Prima

Las nuevas construcciones de diez alturas en Torrevieja generan críticas entre el vecindario y plantean dudas sobre los límites del espacio público - La licencia de obra obliga al promotor a poner en valor unos restos arqueológicos del siglo XIX

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Restos arqueológicos y el nuevo desarrollo urbanístico al fondo Loreto Mármol

Avanza imparable la construcción del único tramo libre de edificación en el litoral sur de Torrevieja, con la excepción de Ferrís, que de momento resiste los embates. Despunta un edificio de diez plantas, mientras otro empieza a levantarse hasta que se concluyan los cinco que formarán el residencial Posidonia, en el límite con Orihuela, cerca de Cala Mosca, el último kilómetro virgen de la costa oriolana donde hay previstas más de dos mil viviendas. En el límite entre ambos municipios, los Sodoma y Gomorra que por sus pecados urbanísticos acabaron con un entorno paradisíaco, estas edificaciones se suman a otras nueve que en los últimos años han roto la estética y la tranquilidad características de urbanizaciones como Punta Prima y Rocío del Mar. Así al menos lo creen sus vecinos, que ven con asombro una metamorfosis a un ritmo frenético sin ir al compás de un aumento de servicios ni infraestructuras.

La actuación urbanística se desarrolla en el extremo sur de Torrevieja en el límite con Orihuela, entre las urbanizaciones de Rocío del Mar y Punta Prima. | L. MÁRMOL

Estos proyectos han ejecutado zonas verdes que por cómo están diagramadas parecen privadas, pequeños reductos -más decorativos que disfrutables- que los separan del paseo de Los Vientos. Un paseo que se cortará con el nuevo residencial. Su perímetro ya se ha delimitado con un muro que reduce el camino a menos de dos metros de anchura en algunos tramos. Muy frecuentado por paseantes, raro es que no se paren de frente y se pregunten por la ley de costas, con la sensación de que el abuso parece no tener fin. Avaricia, vergüenza, disparate y monstruoso son los calificativos más repetidos entre las asociaciones de vecinos. Cuesta encontrar algún defensor de lo que tachan como «una aberración urbanística y un atentado al entorno». Horror, tristeza e indignación, pero también resignación entre una población que -acostumbrada a las ilegalidades urbanísticas- suele reaccionar cuando ya no hay marcha atrás. Lo siguiente que plantean es «la pesadilla de tráfico» en la N-332, una carretera a menudo colapsada. Otros albergan la esperanza de que se impulsen playas artificiales en la zona rocosa, aunque Posidonia, «con magníficas vistas al mar», no necesita interactuar con el espacio exterior: «Es una comunidad privada y cerrada con amplios jardines con acceso directo al paseo marítimo y completas instalaciones equipadas con piscinas y una zona de juegos infantiles», según las promotoras Taylor Wimpey y Gomendio. Los 48 apartamentos -de un total de 252-, que se entregarán en noviembre, ya están a la venta con precios de hasta 444.000 euros.

Final del paseo marítimo de Rocío del Mar hacia Punta Prima. | L. MÁRMOL

Las cinco torres no han estado exentos de polémica, al igual que las nueve aledañas, porque ocultan las mismas vistas que «compraron» los propietarios de una promoción anterior de no más de cinco plantas, también desarrollada por Gomendio. Siempre hay una primera línea que supera a otra. Además, afecta a los restos arqueológicos de un refugio antiaéreo de la guerra civil, ahora bajo los cimientos, polvorín, aljibes y un cuartel de carabineros del siglo XIX. Por este patrimonio histórico, en 2017 el Ayuntamiento paralizó el plan, en 2018 se retiraron los escombros y precintaron los accesos para evitar su deterioro -aunque desde entonces no se ha vuelto a actuar sobre unos restos que siguen abandonados- y en 2019 condicionó la licencia de obra a su protección.

Pocos imaginan que -a sus pies- primero hubo un puesto de vigilancia para atajar el contrabando. Después cañones de artillería para defenderse de desembarcos franquistas y evitar ataques a la base naval de Cartagena. Ahora que con la libertad tipológica se puede escalar hacia el cielo, el nuevo horizonte se desfigura con torres aún más altas. Habrá que hacer encajes para cumplir la legislación que impide que se proyecten sombras sobre el litoral. «Poderoso caballero es don Dinero», lamentan los vecinos que dicen adiós a su paraíso.

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