«La playa no es una piscina». Es la respuesta que el Ayuntamiento de Pilar de la Horadada da en redes sociales a las quejas por parte de algunos veraneantes al «estado» de sus playas, muestra de un aspecto del turismo y de los turistas al que cada verano han de hacer frente los municipios del litoral de la Vega Baja y la Comunidad Valenciana

Esta variedad de turista, parte de ese turismo nacional procedente del centro de la Meseta que repite verano a verano en las playas alicantinas, suelen poner la nota pintoresca de la temporada estival con sus airadas quejas y sus manifestaciones. Dentro del complejo mundo del turismo y de las experiencias que ofrece, constituyen el tipo residencial de los que dicen “pago el IBI, luego me quejo” (o “me quejo, porque pago el IBI”, tanto da) que tan bien conocen los municipios costeros.  

Sector sur de la playa de Mil Palmeras donde los bañistas se quejan de la ausencia de una pasarela para superar el cauce del río Seco

Pero lo que verdaderamente les caracteriza, lo que los diferencia a ojos de la población local son los motivos de sus protestas. Si los veraneantes vienen por la playa, la playa se convierte en objeto de su disgusto. Todo un clásico han sido en Torrevieja las manifestaciones de veraneantes improvisadas y con cortes de carretera incluidos (que ríete tú de solicitar al Subdelegación del Gobierno permiso para una protesta), por la presencia de algas en las playas. También los hay que piden a voz en alto que el Ayuntamiento «quite las rocas» del Paseo de las Rocas (un tramo de costa de acantilado bajo referente paisajístico del municipio) para acondicionarla mejor para el baño. Y ahora es el equipo de gobierno de Pilar de la Horadada quien, cansado de unas quejas que antes que a la mala fe o la sinrazón achaca al simple desconocimiento de la gente, explica en sus redes sociales los rudimentos medioambientales del litoral a sus veraneantes del centro peninsular. Son esos turistas que se quejan de la falta de arena en las playas, de que «en la orilla hay un escalón dentro del agua donde hay piedras» o de que (atención al argumento) «la arena de la playa está mojada».

Claro que el Ayuntamiento pilareño, cansado ya de algunas protestas que rayan en lo grotesco, sobre todo cuando una buena parte del millonario presupuesto anual de limpieza va a parar a las playas para su mantenimiento diario, no se corta un pelo y les pone a los veraneantes los puntos sobre las íes a través de su Concejalía de Medio Ambiente.

«Tenemos muy poca arena en todas nuestras playas como consecuencia de los temporales de los meses de marzo y de abril (…) el Ministerio autorizó y realizó más aportes de arena que ningún otro año, sin embargo tenemos menos playa», explican los técnicos. Además aclaran que «nos encontramos con un primer escalón al entrar al agua, y con muchas piedras, que siempre han estado, pero no se notaban ni se veían porque estaban cubiertas por la arena». La lección a los veraneantes no termina ahí y advierte que no es un tema «que se pueda solucionar con trabajos sino únicamente dejando pasar el tiempo, puesto que es un proceso natural. No estamos ante el caso de una piscina que podemos actuar sobre ella como queramos o deseamos» .

Y llegados al tema de las algas en las playas (cosa insólita desde luego), el equipo de gobierno pilareño llama a las cosas por su nombre y en vez de apaciguar ánimos prometiendo redoblar esfuerzos de limpieza, explica cómo las algas -en realidad la Posidonia protegida es una planta marina- son realmente las que regeneran de arena una playa.

Posidonia y decreto

«En cuanto a los restos de posidonia, las famosas algas, el Decreto 64/2022 de 20 de mayo del Consell, avanzado por este diario, indica que las algas deben permanecer en la playa, y solo se podrán retirar salvo casos excepcionales previa autorización de la Generalitat Valenciana; además por cada camión que sacamos de posidonia, estamos retirando la misma cantidad de arena; y por tanto, estamos favoreciendo el retroceso de la línea de playa».

También insisten los bañistas en la recuperación de la pasarela peatonal que permite superar el cauce del río Seco en el extremo sur de la playa de Mil Palmeras. La brutal DANA de 2019 se la llevó por delante y el municipio, señala, tras presentar varias alternativas en los últimos tres años, solo ha recibido autorización de la CHS al proyecto de reconstrucción hace quince días. Explicado queda. (Ahora se tienen que dar por enterados).