La caña invasora ocupa el cauce del río Segura pese al riesgo de DANA

Vecinos, regantes y ayuntamientos reclaman a la CHS que acelere los trabajos de desbroce antes de septiembre para que la vegetación no rebaje la capacidad de evacuación

La entidad de cuenca asegura que la maquinaria no puede trabajar con el elevado riesgo de incendio de las últimas semanas

D. Pamies

D. Pamies

Va a arrancar el mes de agosto y muchos vecinos de la Vega Baja se asoman a la ribera del Segura y solo ven un espeso manto de cañas que cubre el cauce del río. Apenas un hilo de agua turbia reciclada de las depuradoras mezclada con la aportación de las azarbes de la huerta tradicional se vislumbra entre el muro de Arundo donax, una especie vegetal invasora muy difícil de erradicar.

La imagen se repite sobre todo en el tramo del río comprendido entre Orihuela y Rojales. En Molins, Jacarilla, Benejúzar, Algorfa, Almoradí, Formentera del Segura, Benijófar y aguas arriba de Rojales. En menor medida, aguas arriba del casco urbano de Orihuela y en la desembocadura de Guardamar donde la CHS sí ha actuado en los últimos meses.

Aspecto que presenta el cauce del Segura a su paso por Formentera del Segura.  | JOSÉ  ANDÚJAR

Aspecto que presenta el cauce del Segura a su paso por Formentera del Segura. | JOSÉ ANDÚJAR / D.Pamies

Los vecinos miran protegidos con paraguas para no achicharrarse en uno de los julios más calurosos que se recuerdan en el interior de la huerta del Bajo Segura. Es constante el bombardeo de información sobre la elevada temperatura del mar Mediterráneo, que ya roza los 30 grados ahora cuando es el registro que debería alcanzarse a mediados de agosto, la emergencia climática y unas condiciones que elevan el riesgo de un nuevo episodio de lluvias torrenciales. Con temor a la posibilidad de una nueva DANA como la sufrida en septiembre de 2019. Conocido como inundación de Santa María aquel episodio arrasó la huerta tradicional y dejó hasta 500 litros por metro cuadrado en algunas zonas de la cuenca del Segura.

Riesgo de incendio y programación

Difícil que se dé con la misma intensidad -los estudios previos decían que ocurre una vez cada 500 años-, pero el miedo quedó. Fuentes de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) mantuvieron ayer que la entidad de cuenca cuenta con una planificación de desbroce de vegetación en el cauce que se va a mantener en las próximas semanas. La intervención para despejar el álveo de cañas en el tramo Orihuela-Benejúzar y el tramo Rojales-Guardamar es prioritaria. Pero aseguraron que la maquinaria pesada necesaria para desbrozar no puede meterse en el cauce con las actuales temperaturas, por encima de los 40 grados, para evitar el riesgo de incendio.

La CHS llevó a cabo una labor de desbroce muy importante en el último tramo del río en la desembocadura el pasado enero, aunque llegó casi tres meses después de la insistencia del Ayuntamiento de Guardamar. También se realizaron en primavera aguas arriba del casco urbano de Orihuela, y tuvieron que paralizarse en mayo y junio en Puertas de Murcia por las lluvias.

Bardomeras y recuperación de la vegetación de ribera

Además está el debate sobre la necesidad real de llevar a cabo esta limpieza. Si la avenida del río es moderada las cañas pueden hacer una labor de laminación de los caudales, que el agua fluya más despacio y tenga más tiempo para recorrer hasta la desembocadura. Pero ante un gran caudal de rápido crecimiento limitan y mucho la capacidad del cauce, además de generar tapones por arrastre de bardomeras -acumulación de restos de vegetación flotantes- que luego tienen que superar tramos urbanos como los de Orihuela y Rojales.

El Segura a su paso por Molins

El Segura a su paso por Molins / TONY SEVILLA

El desbroce de esta especie tiene además otras complicaciones. La CHS tala las cañas pero no retira buena parte de los restos vegetales. Eso implica que si el caudal se eleva por la intensidad de las lluvias las «bardomeras» pueden taponar buena parte de la ribera aguas abajo. Además las cañas vuelven a crecer muy rápido. Las intervenciones para intentar que la vegetación de ribera, como el taray, vuelva a recuperar su espacio en el cauce son caras y necesitan de una erradicación radical de la caña desde sus rizomas de base.