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"Mi hijo de siete años vio el otro día a una prostituta haciéndole a uno una mamada, y eran las seis de la tarde". Esta frase, que puede escandalizar a cualquiera, resume lo que es el pan de cada día para los vecinos de la calle El Chopo y alrededores, en Vistahermosa. Allí, a diario, y a cualquier hora, se puede ver a prostitutas, muchas de ellas toxicómanas, en plena faena, habitualmente dentro de los coches de sus clientes, mientras a unos metros pasan las mamás con los niños de una guardería que hay en la misma calle, o los vecinos de la zona que están cada día más indignados.

No hablamos de las prostitutas que ofrecen sus servicios por la noche en la avenida de Denia, esas que visten de blanco, "para que se nos vea", como señaló una de ellas a este diario; ni de la "discreta" actividad del conocido club cercano, sino de mujeres "que están aquí a cualquier hora, las ves a las nueve de la mañana, a las cinco de la tarde, por la noche... mientras las vigila un chulo desde una furgoneta para garantizar que cumplen, y si no están, el proxeneta las busca". Esto nos contaba Isabel, una vecina de la zona que ya ha desistido de salir a dar un paseo o de permitir a sus hijos que jueguen por los alrededores. "Estamos hartos de pisar preservativos, jeringuillas y toallitas manchadas, de oír peleas y de aguantar de todo. Yo he visto -añade Isabel- a un chulo arrastrando del pelo a una de las mujeres y dándole una paliza aquí mismo, sexo de todo tipo. En fin, que nos metemos en casa y no salimos".

Carmen, otra vecina, se lamenta de que "los amigos de mis hijos cada vez vienen menos a casa. Mi hijo, que tiene 16 años, está harto de oír: ¿una mamadita? A alguna de sus amigas le han llegado a preguntar desde un coche que qué cobra. Mis hijos han visto cómo le daban por detrás a una, felaciones, mujeres pinchándose... y esto a plena luz del día". Al final, Isabel, Carmen, y el resto de vecinos de la zona, optan por recoger con el coche a sus hijos cuando salen, no les permiten ir solos ni al centro comercial Vistahermosa que hay al lado de casa y los propios adultos pasan de salir de paseo. "Vivimos con esto, por no hablar de las peleas. De pronto, oyes gritos e insultos entre las propias prostitutas o con los chulos que les pegan en medio de la calle, y si alguna vez les decimos algo, nos insultan o nos amenazan".

Y ante todo esto, ¿qué hacen los vecinos? "Yo no sé cuántas veces hemos llamado a la policía. Vienen, intensifican la vigilancia en esta zona y durante unos días, a lo mejor, no ves a las prostitutas, pero luego vuelven". Isabel indicaba que "la alcaldesa conoce el problema, ha venido y se preocupa, pero manda a un policía o dos y, en cuanto se van, volvemos a empezar". Efectivamente, este diario ha podido comprobar la presencia frecuente de prostitutas en estas calles esperando un posible servicio a la una del mediodía o a las cuatro de la tarde. "El jueves a las siete y cuarto había cuatro mujeres", se lamenta Isabel, "llamamos a la Policía, pero cuando vienen, ellas desaparecen y hasta otra. Los policías dicen que si cuando llegan, ellas no están haciendo nada, no pueden actuar, pero así no se puede vivir".