Quizá tenga algo que ver el que Andalucía se gaste todos los años 117 millones de euros en impulsar el turismo -la Generalitat Valenciana llegó por los pelos a los 30 millones en 2013-, quizá porque los andaluces lleven la gracia en el cuerpo, o quizá porque le pongan más ganas, pero el estand andaluz en Fitur ha vuelto a demostrar este año que como presencia ferial no tienen rivales, y eso que si hablamos del resto de las autonomías tampoco se pueda afirmar que el estand de la Comunidad sea de los peores. Es más, la solución de la cubierta simulando las olas del mar no es mala y destaca sobre Murcia o Baleares, destinos rivales. Pero, también, el estand se queda muy corto ante los que han llevado al muestra turística por excelencia de España, autonomías que no son rivales en el principal producto, sol y la playa, pero que le han echado imaginación como, por ejemplo, Euskadi -un bosque en el que apetecía sumergirse- o Rioja, con una cubierta a modo de toneles de vino y donde olía a vino tinto de calidad.

Una vez más las empresas alicantinas han vuelto a dar ejemplo de lo que es acudir a Fitur. Servigroup, con un estand en la zona de las grandes cadenas hoteleras, se ha llevado a Madrid a dos de los mejores cocteleros del Mediterráneo y Magic Costa Blanca, haciendo honor a su nombre, a magos que hacen las delicias de los visitantes.

La Costa Blanca ha ido a lo fácil. Aprovechando la calidad y el buen momento de la gastronomía, casi todo son exhibiciones de la cocina autóctona. Repostería de Castalla, pescado de Santa Pola, arroz meloso de Teulada-Moraira, arroz A banda de Torrevieja... Excelente, pero falta algo más, porque, aunque sea importante, no sólo del estómago vive el visitante de Fitur.