«Lo preocupante es que gran número de los nuevos corredores, que llegan al ejercicio por reunirse con un grupo de amigos o por acompañar a la pareja andando y que luego se motivan hasta participar en pruebas populares, nunca antes han hecho deporte y eso les puede pasar factura». Correr es una actividad muy sencilla de practicar y «barata, porque sólo se necesitan unas zapatillas; además, es una droga saludable, que engancha porque se ven las mejoras físicas con rapidez y porque hace que cada vez quieras un poco más al generar una sensación de bienestar»... pero, es una actividad que «precisa de una supervisión, de un control del médico deportivo o de los profesionales del deporte.
Estamos viendo, a través del CID y de los estudios y experiencia en la UMH, que comenzar a correr sin control suele sacar a la luz dolencias escondidas o acelerar situaciones de riesgo que en la vida sedentaria igual no aparecerían. Pero, también, lo contrario, con supervisión correr es beneficioso, mejora la frecuencia cardiovascular, se previenen enfermedades coronarias, ayuda al bienestar mental...».
Correr ya no es de locos («antes se calificaba de raros a los que corrían por las calles y parques»), pero no debe de convertirse en una locura, tampoco. «Hay mucha gente que necesita plantearse como objetivo el participar cada semana en una carrera y no sabe valorar el esfuerzo que va a hacer, sólo quiere participar y acabar la prueba, aunque esté corto de preparación. Este "síndrome del dorsal" no es beneficioso porque hay que saber entender al cuerpo y a los primeros síntomas decir basta y parar. Hay que saber valorar el estado de cada uno y adaptar la actividad física a nuestros límites», apostilla el docente.