¿Qué caso escolar le ha llamado más la atención en su andadura profesional?

El caso que más me llamó la antelación fue el de una alumna a la que comencé a dar clases porque su madre me decía que no sabía leer y en el colegio no hacían nada por ella. Puedo decirte que en una hora con ella supe lo que le pasaba. Tenía dislexia y trastorno por déficit de atención e hiperactividad. Con esto te das cuenta de que con un profesor para veinte alumnos es muy difícil que pueda atender al que va por detrás.

¿Desde el colegio tomaron alguna medida tras el diagnóstico?

Ninguna, los padres de mi alumna me comentaron que desde el propio centro les recomendaban que la única opción que tenían era que ellos mismos contratasen a una profesora particular, y una hora de refuerzo a la semana para que la niña aprendiera a leer.

¿Cree que se trata correctamente a los niños que presentan este tipo de necesidades?

Creo que no, y, además, lo que más me asusta es que se vea la dislexia y el TDAH como algo normal en los niños. Si este trastorno no se trata correctamente en la infancia, permanece en la edad adulta y es más difícil de tratar. Es por ello que en la mayoría de casos estos comportamientos se quedan entre nosotros.

Después de trabajar en centros educativos, ¿opina que están preparados para atender este tipo de casos?

En algunos centros se hace más importante una educación basada en la inclusión y la igualdad, pero debo decir que en la mayoría de casos no es así. Si no se reduce el número de alumnos por clase y se concentran grupos con necesidades parecidas es muy difícil que los escolares puedan avanzar a su ritmo, ya que cada niño es un mundo.

¿Qué conclusión saca teniendo presente toda esta situación?

Bajo mi punto de vista, creo que es necesario que los padres tengan un asesoramiento correcto, ya que muchos no son conscientes de los problemas que pueden desarrollar los trastornos en el desarollo. Los colegios deben hacer pedagogía y acompañarlos en este proceso.