El segundo brote de covid-19 que sufre el geriátrico de Petrer ha dejado esta semana un balance de 36 usuarios contagiados -tres de ellos hospitalizados y uno fallecido- y 29 trabajadores. Pero no ha sido el único. En la residencia Domus Vi de Elda se han infectado 36 trabajadores y 65 residentes, de los que 7 están hospitalizados y dos han muerto. Un negro balance al que hay que sumar los 14 mayores -uno de ellos fallecido- y las 4 empleadas y 3 monjas que han dado positivo en el asilo Nuestra Señora del Remedio de Monóvar.

P ¿Tiene la sensación de fracaso tras producirse un nuevo brote pese a las medidas adoptadas?

R Hemos hecho todo lo posible por impedir que el virus entrara de nuevo en nuestra residencia. Hemos elaborado un riguroso plan de contingencia y adoptado más medidas, incluso, que las que nos han exigido las Consellerias de Sanidad e Igualdad. El personal de Salud Pública y Atención Primaria ha valorado y reconocido nuestro esfuerzo pero en esta comarca, con casi mil contagios por cada 100.000 habitantes, la transmisión ya es comunitaria. Nos enfrentamos a una pandemia mundial y ni esta residencia ni ninguna otra son burbujas aisladas en el universo.

P Entonces ¿qué sensación tiene?

R La misma que toda la plantilla de profesionales. Desconcierto ante este terrible virus, frustración tras el esfuerzo llevado a cabo desde marzo en materia de prevención y tristeza por los mayores que han fallecido, por los que han enfermado y por tener que dejarlos aislados en sus habitaciones para evitar más contagios.

P Ni siquiera los grupos burbuja de mayores se han mostrado eficaces...¿Por qué?

R Teníamos repartidos al centenar de residentes en ocho unidades de convivencia, los llamados grupos burbuja, y cada uno de ellos contaba con su propio equipo de auxiliares de enfermería. Pero el personal de limpieza y enfermería es el mismo para todas las unidades de convivencia y quizá eso puede suponer un riesgo.

P ¿Y por qué estos puestos no son específicos para cada grupo burbuja como ocurre con el equipo de auxiliares?

R Sería inviable tener una enfermera en cada uno de los ocho grupos burbuja y por cada turno de trabajo. No solo sería inviable económicamente. También lo sería laboralmente porque no hay enfermeras en las bolsas de trabajo para contratar. Al irrumpir la pandemia la mayoría se ha marchado a la Sanidad Pública en busca de unas condiciones laborales que este sector no puede ofrecer.

P ¿Cómo cree que ha entrado el virus en el geriátrico?

R Ya nos han dicho los médicos asignados a este centro que eso es como buscar una aguja en un pajar. Yo no soy viróloga pero pensamos que el virus ha entrado con trabajadores asintomáticos. Y no solo con uno sino con varios trabajadores asintomáticos. Por eso se han visto afectados varias unidades de convivencia al mismo tiempo. Precisamente el 60% de los trabajadores que han dado positivo y están ahora en sus casas en cuarentena son asintomáticos. Y tengo, además, la sospecha de que el covid-19 ha podido propagarse con más facilidad por las diferentes dependencias de la residencia a través del sistema de calefacción. Insisto en que no soy viróloga y esto es una mera suposición mía pero los casos empezaron a dispararse a los pocos días de que pusiéramos la calefacción cuando empezó a hacer frío.

P ¿Considera responsables de esta situación al personal

R En absoluto. Si son asintomáticos se encuentran en perfecto estado y no saben que son portadores del virus. Es más, en cuanto algún trabajador presenta algún síntoma, tiene la más mínima sospecha de que ha podido contagiarse o ha estado en contacto con algún positivo actúa siempre con total responsabilidad. Llama por teléfono a la residencia para avisar, se queda en casa confinado y se informa inmediatamente al médico para que le hagan la PCR. No hay que buscar culpables sino soluciones para que el virus no entre de nuevo en los geriátricos porque en esta pandemia todos somos víctimas.

P ¿Y no se pueden tomar más medidas para evitar rebrotes?

R En esta residencia hay cien usuarios y somos alrededor de cien trabajadores, y cada uno de nosotros convivimos con nuestras familias, salimos a la calle, hacemos la compra...Lo que sí puedo asegurar es que hemos llevado un cuidado extremo para que no sufriéramos un segundo brote. De hecho, antes de que se declarase todos los profesionales y usuarios han llevado siempre la mascarilla puesta. Así que ya no sabemos que más podemos hacer para evitar esta angustiosa situación.

P ¿Sería una buena solución que hicieran a toda la plantilla PCR antes de acceder al centro?

R Yo creo que no. En primer lugar no se podría soportar económicamente y en segundo lugar no sería operativo porque los resultados no son inmediatos y, además, no tienen una fiabilidad absoluta. Hay falsos negativos y falsos positivos, y son pruebas que ofrecen fotos fijas de un día concreto. Y no lo digo yo, lo dicen los expertos de Salud Pública.

P ¿Cree qué habrá rebrotes?

R Todos esperamos que no. Y si hay nuevos positivos creo que serán casos muy puntuales.

P ¿Las familias de los residentes qué opinan?

R Están preocupados, como es lógico, pero confían en nosotros y agradecen nuestra implicación. También para ellos es una situación muy dura porque ahora el único contacto que pueden tener con sus mayores es por vía telemática y eso genera frustración.

P ¿Cómo está la moral de los mayores?

R Están tristes, como nosotros, y tener que confinarlos de nuevo en sus habitaciones para evitar que se contagien les ocasiona un retroceso físico y mental.

P ¿Y los profesionales que ánimos muestran?

R Estamos tristes y cansados. Tristes por una situación que no podemos controlar y cansados porque ahora toca hacer un trabajo extra hasta que se vayan incorporando los nuevos contratados, los que deben suplir a los 29 compañeros que ahora están de baja por el maldito coronavirus.