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Contracrónica

Meditaciones sobre una sopera

Los plenos telemáticos favorecen la dispersión de la mente, matan la ironía y la inventiva. La falta de atención no crea obras de arte

Un instante del pleno de Presupuestos de Alicante, celebrado por vía telemática.

El pleno de Presupuestos del Ayuntamiento de Alicante me convirtió este año en una «voyeur» sin que hubiera erotismo alguno de por medio. Es lo que tiene el debate telemático; tú les ves, pero ellos a ti, no. Es incómodo. Una transgresión en toda regla. Ellos, los concejales, se olvidan de que a través de la cámara de su ordenador desconocidos como yo entramos en su despacho o en su hogar, miramos libremente y juzgamos sin pudor.

La intimidad que genera una soledad que en realidad es ficticia, unido a la confianza por estar en un terreno de su pleno dominio sin ser conscientes de que está invadido, deriva en un comportamiento natural de los ediles impensable en una sesión presencial en el Salón de Plenos de Alicante. Hasta el lenguaje se torna más coloquial, tanto el verbal como el corporal.

Por culpa del covid-19 el pleno anual más importante de la Corporación alicantina, el de aprobación del dinero que se gastará e invertirá en la ciudad, fue un debate de andar por casa. Literalmente. Hasta afectó a la duración del mismo. Si hubiera sido presencial, algo imposible por las medidas de seguridad sanitarias, no habría durado menos de cinco horas, un tiempo que la fórmula de la videoconferencia, quizá sabiamente, redujo a dos.

Los fisgones profesionales estuvimos ayer de enhorabuena con los planos en mosaico que de los concejales alicantinos nos ofreció la tecnología. La pantalla del ordenador aparecía dividida en veinte celdillas y en cada una de ellas imágenes impagables como si de la 13, Rue del Percebe se tratara.

Se olvidan de que desconocidos, a través de la cámara del ordenador, entran en su despacho o en su hogar, miran y juzgan

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Mientras intervenía el portavoz de Compromís, Natxo Bellido, -defendiendo sus enmiendas, el derecho de su grupo político a decir que no a las cuentas para este año y quejándose por no aparecer su imagen en primer plano telemático-, el popular Carlos Mazón no atendía, estaba a lo suyo, hablando por teléfono desde su despacho en la presidencia de la Diputación de Alicante. Su gesto serio y concentrado me llevó a pensar en él en su papel como presidente provincial del PP y en la moción de censura de Teulada. ¿Quién sabe?

La concejal María Conejero, de Ciudadanos, también estaba en ese momento absorta hablando con alguien en su despacho. Igual que Mari Carmen de España (PP) y la vicealcaldesa, Mari Carmen Sánchez (Ciudadanos). Conejero llevaba mascarilla, pero De España y Sánchez, no. Las conversaciones de la edil popular con quien estuvo a su izquierda, fuera de cámara, se extendieron a lo largo del pleno, en el que la portavoz del PP solo tuvo que emitir varios «no» al votar las enmiendas de la oposición y un «sí» para aprobar el presupuesto.

Xavier López (Unidas Podemos) y Mario Ortolá (Vox) defendían sus antagónicas posiciones mientras en el mosaico de imágenes el socialista Raúl Ruiz bebía de un bote de refresco y Carlos Mazón (PP) se mesaba el tupé, ¿quizá también por lo de Teulada?

Y así llegó el momento del socialista Miguel Millana, como portavoz del grupo municipal en asuntos económicos. Y no pude apartar la vista de su sopera. Tan destacado elemento de menaje reposaba en una balda de una moderna vitrina acristalada. Una pieza de valor, decorada y con filete en oro. El recipiente, en desuso en la actualidad en la mayoría de los hogares, evocó mi infancia. Mi abuela guardaba las fotos familiares y el dinero dentro de la sopera. Ahí estaba el presupuesto. «Señor Ortolá, está instalado en la provocación, está tan fuera de onda que resulta esotérico», afirmaba Millana cuando yo me deslizaba por su pared intentando atisbar las fotos que rodean un reloj que cuelga de la misma. Me detuve. Hay que tener límites.

Pasar del menaje al mobiliario fue solo un pestañeo. Las sillas son a los concejales lo que la corona a los reyes. La edil de Hacienda, Lidia López (PP), tiene la mejor de la Corporación, acorde a quien maneja el dinero municipal. Es anatómica, en cuero color crema, con un reposacabezas que invita a soñar con cómodas siestas. Similar en color y textura es la de la vicealcaldesa, Mari Carmen Sánchez, pero su reposacabezas es más moderno. Llamó la atención la de Ciudadanos bebiendo del termo frente a la indiscreta pantalla.

«Piensen más en berenjenas (por Unidas Podemos) y menos en naranjas (por Ciudadanos)», afirmaba el portavoz de UP, Xavier López, tratando de agitar a los socialistas, que acabarían absteniéndose en la votación junto a Vox. «UP, como decía mi madre, son la negación del no», contraatacaba Mari Carmen Sánchez en un prístino despacho blanco con una llamativa lámpara a su espalda en tonos rojos, digna de la mejor revista de decoración.

Los plenos telemáticos favorecen la dispersión de la mente, matan la ironía y la inventiva. Todos estamos distraídos y la falta de atención no crea obras de arte, precisamente. Eso sí, se ven cosas difíciles de creer, como al alcalde, Luis Barcala, mostrando a cámara su móvil con la hora para que los ediles no se excedan en el turno de palabra. O la sobreactuación de concejalas que leen en sus pantallas las intervenciones pero quieren aparentar que improvisan sin darse cuenta de que el movimiento de sus pupilas, de izquierda a derecha, les traiciona y les pone en evidencia.

Leyendo leyendo, el alcalde cerró el pleno de aprobación inicial de las cuentas de Alicante para este año asegurando que teníamos los «presupuestos de 2020». ¿Un lapsus linguae? Con la habilidad política que le caracteriza, Barcala lanzó a Compromís y Unidas Podemos un dardo envenenado. Si presentan alegaciones, serán responsables de lo que se tarde en disponer del dinero para paliar los efectos del covid en la ciudad. Por supuesto que el equipo de gobierno no admite responsabilidad alguna por presentarlos en febrero. «Nosotros los aprobamos en febrero, el tripartito lo hacía en marzo», dijeron desde el equipo de gobierno municipal. Con la que está cayendo y aún pretenderán que hasta les demos las gracias.

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