Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El 30% de los diabéticos con covid fallece pero Sanidad aún no les considera grupo de riesgo

Los enfermos se sienten «abandonados» y reclaman a Sanidad la tercera dosis de la vacuna por tratarse de un colectivo altamente vulnerable - La federación de afectados advierte de un empeoramiento de la salud del 60% de los pacientes por el colapso sanitario

Fernando de la Torre interviniendo en el V Congreso Nacional de FEDE celebrado en Elche. | INFORMACIÓN INFORMACIÓN

«Abandonados en plena pandemia». Así resume el presidente de la Federación de Diabéticos Comunidad Valenciana (FEDICOVA) el sentir general de un colectivo integrado por 600.000 enfermos crónicos repartidos por las provincias de Alicante, Castellón y Valencia. Fernando de la Torre -que también ostenta la vicepresidencia de la Federación Española de Diabetes (FEDE)- denuncia el abandono que han sentido los diabéticos y la desatención sufrida en los momentos de mayor incidencia del coronavirus por la «falta de información, de formación y de atención».

Los datos del Ministerio de Sanidad son rotundos. De cada diez diabéticos que se contagian de covid-19 tres fallecen. Una tasa de mortalidad del 30% que afecta especialmente a quienes padecen diabetes del tipo 2, que es el grupo mayoritario con el 90% de los casos y suele estar formado por adultos por encima de los 30 años que desarrollan la enfermedad por sobrepeso, vida sedentaria y malos hábitos alimentarios.

Las cifras oficiales del Ministerio han venido a confirmar que los diabéticos constituyen un grupo especialmente vulnerable. Algo que los responsables de FEDICOVA y FEDE ya advirtieron a las autoridades sanitarias pocas semanas después de que el virus irrumpiera en España en marzo de 2020. Querían que se les aplicaran medidas especiales como se ha hecho, por ejemplo, con los enfermos oncológicos, con los mayores que residen en los geriátricos y con los pacientes gravemente inmunodeprimidos. Pero sus peticiones ni siquiera han sido respondidas.

«En el tema de la vacunación ni el Ministerio ni la Conselleria de Sanidad han tenido en consideración que somos un colectivo de riesgo para que se nos vacunará de forma preferente. Tal y como hemos trasladado en múltiples comunicaciones a nuestros representantes políticos, los pacientes con diabetes tienen un mayor riesgo de infección además de que, en el caso de sufrir la enfermedad, las complicaciones son más graves en comparación con otras personas sin diabetes. Es decir, si desarrollamos la infección por SARS-CoV-2 el riesgo de ingreso en UCI se duplica y el riesgo de muerte se triplica. Sin embargo, ni estos argumentos ni los estudios científicos que lo avalan han hecho, ni antes ni ahora, que se nos identificara como colectivo de riesgo para vacunarnos antes que al resto de la población sana o, en estos momentos, para recibir ya la tercera dosis de la vacuna», explica Fernando de la Torre apuntando a que «la razón de este vacío responde tristemente a una cuestión de ahorro en el coste sanitario». Sin embargo, las consecuencias de esta situación han generado paradójicamente un empeoramiento del estado de los diabéticos y, por tanto, un aumento del gasto público sanitario. «Calculamos que el 60% de las personas con diabetes ha sufrido un empeoramiento de su salud por la falta de atención presencial y urgente de sus médicos de cabecera. Un colapso sanitario que se ha traducido en más amputaciones de pie, pérdidas de visión y problemas de hígado y riñón», lamenta el presidente de la Federación de Diabéticos Comunidad Valenciana.

Con la diabetes se podrían seguir los mismos pasos en materia de investigación e inversión que con el covid-19 para erradicarla o minimizar sus efectos. «Pero para ello hay que generar conciencia de que la diabetes es otra pandemia, la mayor pandemia del siglo XXI, y esto nuestros políticos no lo ven así», indica De La Torre recordando que desde la Federación Española de Diabetes han llevado a cabo varias campañas, antes de que el covid parase el mundo, para concienciar a los poderes públicos de que adoptar políticas de innovación y educación en diabetes no es un gasto sino una inversión. Así el Estado podría reducir los costes que se derivan de las complicaciones por un mal control de la enfermedad. Otra reivindicación que, de momento, se ha visto frustrada.

Compartir el artículo

stats