Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Jóvenes con discapacidad sin plaza en los cursos de natación adaptada: más lastres a una vida de obstáculos

La decisión de la Concejalía de Deportes de no renovar las plazas de las actividades acuáticas ha expulsado de las piscinas públicas a personas con discapacidad

Jóvenes con discapacidad sin plaza en los cursos de natación adaptada: más lastres a una vida de obstáculos

Raúl sufre de espina bífida, lo que le tiene postrado en una silla de ruedas desde que nació; Daniel tiene síndrome de Down, al igual que Ana Patricia. Los tres han sido usuarios en los últimos años de los cursos de natación adaptada del Ayuntamiento de Alicante, lo que les permitía interactuar con otros jóvenes y, sobre todo, ejercitarse en un ambiente favorable para sus respectivas discapacidades. Sin embargo, este año se han quedado fuera de las actividades acuáticas que organiza la Concejalía de Deportes.

Por primera vez, según explican, han tenido que participar en un sorteo entre todos los inscritos. Y la fortuna, de nuevo, no ha estado de su lado. «Mi hijo nunca faltaba a clase. Es consciente de que se encuentra peor cuando no puede ir a nadar, se le nota mucho. Este año, por primera vez, se ha quedado sin plaza. Y es un palo ya que los médicos le recomiendan nadar porque es el ejercicio más completo para él. Le da mucho bienestar», explica Cruz Marcos, madre de Raúl Martínez, un joven de 28 años con espina bífida, que llevaba más de tres lustros practicando natación en las piscinas municipales de la ciudad de Alicante y que ahora está el número tres en la lista de espera. «Por las mañanas estudia y por las tardes le venía muy bien ir a nadar. No entiendo las ganas del Ayuntamiento de complicar la vida a la gente», lamenta la madre.

En una situación similar a la de Raúl se encuentra Daniel Bonet, de 38 años y con síndrome de Down. «Él no hace otros deportes, sólo hace natación, que le viene muy bien para sus problemas en las articulaciones. Lleva en los cursos desde 2005 y este año, al hacerse un sorteo, se ha quedado fuera. Se va a quedar en casa, y eso no le hace ningún bien», añade Rosa Pizarro, madre de Daniel, que está cuarto en la lista de espera. «No tengo ninguna esperanza. ¿Quién va a renunciar, con lo cotizadas que están las plazas? He hablado con el Ayuntamiento y nos dicen que no hay plazas, y que no van a hacer más piscinas», prosigue la madre, quien lamenta que su hijo no pueda seguir compitiendo, como hacía hasta ahora, al no poder entrenar: «Estamos enfadados, desilusionados».

Este año, la Concejalía de Deportes decidió no renovar las plazas a los usuarios de las piscinas municipales con el objetivo de que otras personas puedan acceder a los cursos de natación. «Siempre se producían bajas porque había gente que no volvía a nadar por hacerse mayor o cualquier otra circunstancia. Es una pena que se queden sin plazas con lo necesario que es el deporte. Si las plazas se agotan, que habiliten más», afirma Yolanda Tonda, madre de Ana Patricia, una joven de 35 años, también con síndrome de Down: «Le encanta nadar, le viene muy bien porque tiene muchos problemas en las rodillas. Debe ser de las alumnas más veteranas del Patronato. Llevará casi veinte años nadando, y nunca fallaba a las clases. Ahora, de un año para otro, se queda fuera, sin plaza. Las explicaciones del concejal no me convencen, él lo ve todo muy bien porque no sufre casos como el nuestro». El Ayuntamiento de Alicante, para este curso, ha habilitado cuatro grupos de natación adaptada. En el Tossal, uno de 6 a 25 años, los martes y jueves; y en Babel, tres más: dos más para usuarios de 6 a 25 años, los miércoles y viernes y el único para mayores de 26 años, los viernes. Hay una tercera piscina, la de Vía Parque, sin cursos de natación.

Ni Raúl ni Daniel ni Ana Patricia, salvo cambio de última hora, tendrán plaza en esos cursos de natación de la Concejalía de Deportes. Más suerte en el sorteo tuvo la hija de Francisco, una joven de 26 años con discapacidad intelectual. Ella sí ha conseguido plaza, pero este año tendrá la mitad de horas de clase que antes de la pandemia. Y es que, dentro de la decisión de fulminar las escuelas municipales deportivas, la concejalía también optó por reducir a la mitad (de dos a una) las sesiones para las personas discapacitadas mayores de 26 años. «He llamado muchas veces, he hablado con diferentes personas de la concejalía y dicen que lo van a ver, pero siguen sin rectificar. A mí que me expliquen por qué una persona mayor tiene menos necesidad de hacer deporte que otra más pequeña. No tiene ningún sentido. Tampoco entiendo que una actividad física tan importante para estas personas se consiga por sorteo. Tenía que haber plazas para todos aquellos que lo soliciten», critica.

Compartir el artículo

stats