Uno de cada cuatro hogares de la provincia está formado por una persona sola

El perfil mayoritario son hombres solteros menores de 65 años que buscan un espacio personal | La estabilidad económica, entre las razones que permiten a los jóvenes no compartir casa

Una mujer en la cocina de su vivienda.

Una mujer en la cocina de su vivienda. / Pilar Cortés

Vivir solo era hace unos años una decisión no muy frecuente. Hacer vida sin compañía en una casa se daba por una situación sobrevenida o por causas de fuerza mayor. Pero en los últimos años cada vez más personas deciden vivir solos y disfrutar de un refugio que le permita escapar del estrés del día a día. En la provincia, uno de cada cuatro hogares está formado por una sola persona; y entre ellos, la mayoría por menores de 65 años y hombres solteros. 

Existen 755.900 viviendas en Alicante, según los últimos datos de 2020 del Instituto Nacional de Estadística (INE). De ellas, 197.700 son unipersonales; es decir, hogares en los que solo habita una persona, el 26% del total. Un dato que se incrementó respecto a 2019 en las que había 192.600; y a 2018, con 190.100. De ellas, 112.200 son de personas menores de 65 años. Según las mismas fuentes, hombres y mujeres copan casi al 50% ese tipo de casas, siendo algo más numeroso el segundo grupo (98.400 en el primer caso y 99.300 en el segundo). Y entre todos ellos, los hombres solteros son los más numerosos junto a las mujeres viudas no muy lejos. 

Y, ¿dónde suelen vivir más las personas solas? Pues del total de viviendas unipersonales, 57.900 están en ciudades de entre 100.000 y 500.000 habitantes de la provincia; 48.300 en las de 20.000 a 50.000 habitantes y 45.600 en el escalón intermedio. Así, los pueblos de menos de 2.000 residentes aglutinan 7.400 casas con solo un habitante.

La tendencia de vivir solo aumenta entre los jóvenes en los últimos años. Aunque la realidad laboral y económica de muchos de ellos les impide a veces poder llevar a cabo esta cuestión. De hecho, ser uno solo para afrontar los gastos de una vivienda se da dependiendo de las condiciones de cada persona. Así lo explica Alba Navalón, doctora en Sociología y profesora de la UA.

"El perfil podría ser personas de mediana edad, que tengan una estabilidad económica que emprenden una vida en solitario"

Alba Navalón

— Doctora en Sociología y profesora de la UA

El perfil podría ser el de "personas de mediana edad, que tengan una estabilidad económica que emprenden una vida en solitario", bien por decisión propia o porque no han encontrado una pareja estable con la que compartir ese espacio. Vivir solo o no a veces es cuestión de economía porque "si no acompaña, hay personas que comparten piso con 40 años". 

Una joven con su ordenador en el comedor de una casa.

Una joven con su ordenador en el comedor de una casa. / Pilar Cortes

Pero la experta asegura que es una decisión que la mayoría de veces "es personal". La "sociedad va cambiando y las personas nos hemos vuelto más egoístas. Nos cuesta más prescindir de ciertas cosas para vivir en pareja", añade. Esa tendencia "iba a más" aunque la pandemia llegó para cambiar muchas cosas: "Estar encerrados y solos, aunque habláramos con gente o las nuevas tecnologías, muchos se han dado cuenta que no querían estarlo", explicó. "Se ha frenado pero se ha quedado en 'stand by'; habrá que ver qué pasa los próximos años", indicó Navalón.

Connotaciones negativas

La sociedad va cambiando y cada vez es más frecuente ver gente que vive sola, pero que también realiza todo tipo de actividades sin compañía. El fenómeno "single" lleva años sobre la mesa y es ya un mercado que encuentra productos diseñados para ellos; un nuevo tipo de consumidores que, además, no solo son jóvenes, sino también personas más mayores que se han divorciado o quedado viudos. 

Con todo, ¿tiene la misma consideración un hombre independiente y que viva solo que una mujer? Pues aunque todo avanza, la socióloga explica que aún existen momentos en que tiene connotaciones negativas: "A un hombre se le puede considerar un 'soltero de oro' mientras que a una mujer se le llama 'solterona'; aunque está desapareciendo poco a poco pero aún cuesta". Y a veces va unido a frases relacionada con la maternidad.

Pero, ¿es lo mismo vivir solo que en soledad? Muchos contestarían que no; no compartir casa con nadie más es una elección personal que puede llegar en cualquier momento de la vida, siendo más joven o menos. Es el caso de Mateo Enguix. Con 37 años, este vecino de Cocentaina vive en una casa en el campo en Millena desde hace 3 años. Y fue una decisión personal. "Desde pequeño tenía ilusión de vivir en una casa de campo pero nunca había tenido posibilidad", explicó. Cuando terminó los estudios tuvo que "volver a casa de mis padres" donde "fue muy diferente tras la libertad que tenía antes". 

Mateo Enguix en su vivienda.

Mateo Enguix en su vivienda.

Así que, cuando consiguió un trabajo estable pensó en alquilar un piso, aunque finalmente compró la casa de campo junto con su hermano, aunque solo vive él. Para el joven, tiene muchas ventajas vivir solo: "Haces lo que quieres, tienen tu ritmo de vida y sin dar explicaciones". "Vivo muy tranquilo, y cuando me siento más solo, quedo con gente", apuntó. Para Enguix su vivienda es "su refugio para cuando necesito paz o tranquilidad". Así explicó que "tú mismo te organizas, te da mucha más libertad". Y además recalca que "vivir en una casa de campo tiene muchas ventajas", entre ellas, no tener molestias o molestar a los vecinos. 

"Haces lo que quieres, tienen tu ritmo de vida y sin dar explicaciones. Vivo muy tranquilo, y cuando me siento más solo, quedo con gente"

Mateo Enguix

— Vecino de Millena

Así, como otros jóvenes, se ha acostumbrado a ese modo de vida: "Posiblemente, cuando vives mucho tiempo solo, quizá te cueste más después vivir con alguien", apuntó. Ahora mismo está soltero y apunta a que "hace tiempo me preocupaba mucho más que ahora compartir todo con alguien". 

Pero es cierto que existe otra soledad, la no deseada, la que deja a personas mayores sin compañía al perder a sus compañeros de toda la vida. Y ellos también viven en hogares unipersonales sin nadie más. Así lo explica Alfonso Soler, bioquímico y doctor en Sociología, presidente de la Asociación Gerontológica del Mediterráneo, quien diferencia entre soledad deseada, la de "los que viven solos porque lo han elegido" y la no deseada, "la peor"; es decir, las de las personas mayores que puede conllevar más riesgos porque "salen menos o tienen barreras psicológicas por el duelo". 

"Hay diferencia entre soledad deseada, la de los que viven solos porque lo han elegido; y la no deseada".

Alfonso Soler

— Bioquímico y doctor en Sociología

En la provincia, hay 85.500 hogares unipersonales de mayores de 65 años. Entre ellos, los más numerosos son los de mujeres viudas, muy por delante de los de hombres en esa situación o cualquier otra como separados o divorciados. Para Soler, aquellos que han decidido vivir solos siendo mayores "no tienen que dejar de ser activos". El experto explica que también hay diferencias entre los hombres y mujeres mayores que viven solos: "Las segundas se desenvuelven mejor y socializan más. Los primeros, en muchos casos, no han hecho nunca nada en casa y pueden no alimentarse bien u otras necesidades". 

Con todo alegó que la sociedad "se ha modernizado" y desde hace unos años se tiene "más en cuenta a este colectivo" de personas mayores que viven solas con actividades para ellos como poder estudiar en la Universidad Permanente o realizar excursiones organizadas, etc. Y relató un fenómeno que también se está extendiendo: el "cohousing". Este término responde a "covivienda", o lo que es lo mismo, un modelo de convivencia en el que sus integrantes comparten espacios comunes, pero tienen viviendas privadas. "Se está poniendo de moda" ya que es una forma de vivir solo pero con compañía. 

En pareja, pero en casas separadas

La decisión de vivir solo no tiene porque estar relacionada en algunos casos con no tener pareja. Así, existen las parejas "LAT" ("Living apart Together"); es decir, "personas que tienen una relación de pareja pero cada uno convive en su casa", explicó Alba Navalón, doctora en Sociología y profesora de la UA. Por ejemplo, son personas que pueden haber tenido una relación anterior que no haya salido bien o que se haya acabado por varias razones y decidan no convivir con su nueva pareja, aunque sí se juntan en determinados momentos. "En Europa está cada vez más a la orden del día. En España va en aumento por varias cuestiones que van desde las labores, porque cada uno viva en un sitio; o por una decisión propia". 

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