Colonia de huéspedes felinos en Ciudad de Asís

Vecinos denuncian la presencia de un grupo de gatos, que les lleva a cerrar las ventanas para que no se cuelen. Alertan del ruido que hacen por la noche con sus maullidos y tienden dentro de casa por miedo a que les rompan la ropa

Dos gatos, macho y hembra, en la colonia felina de Ciudad de Asís

Dos gatos, macho y hembra, en la colonia felina de Ciudad de Asís / Jose Navarro

Juan Fernández

Juan Fernández

Gatos sin control en Ciudad de Asís. Vecinos han denunciado la progresiva aparición de gatos en el patio interno de sus bloques de pisos. A partir de las 18 horas, ya entrada la tarde, el cúmulo de felinos se hace patente llegando a alcanzar una veintena reunida en días concretos.

Los que habitan en esos pisos, pese a reiterar que no les gustaría que les ocurriese nada malo a los animales, quieren una solución para esa colonia de gatos comunitarios "que está haciéndose cada vez más grande", comenta José Domingo, uno de los vecinos cuya galería da directamente al punto de reunión felino.

Acceder a la casa de Domingo ya es una odisea. En el portal, un cartel -con tildes en todas y cada una de las palabras, sean o no merecedoras de llevarlas- alude a unos robos de ventanas que están teniendo lugar por la zona, avisando a los vecinos que si escuchan o ven algo sospechoso, actúen en consecuencia. Seguidamente, un lúgubre pasillo preside unas escaleras en avanzado deterioro.

Al llegar al balcón interno del vecino, este comenta que siempre deja la ventana "prácticamente cerrada por miedo a que uno de los gatos se pueda colar en la casa". En ese momento, según indica, "aún no es la hora en la que aparecen la gran totalidad de los felinos", no obstante, ya se dejan ver algunos en un patio entre bloques que ya consideran propio.

Una gata se posa sobre una toalla que se le debió de caer a algún vecino

Una gata se posa sobre una toalla que se le debió de caer a algún vecino / Jose Navarro

José Domingo ya se ha familiarizado con varios gatos. Señala a una hembra y comenta que está siempre en el mismo sitio, tumbada sobre una toalla que se le debió de caer a algún vecino, y que él cree que está embarazada. El vecino busca al macho, pero no lo encuentra aunque "suelen estar juntos casi todo el tiempo".

Joaquín, un señor de edad avanzada inquilino del bloque de pisos, apunta que a él no le gustan mucho los gatos, es más de canarios, pero le preocupa "la situación que están viviendo esos gatos, comiéndose palomos y ratones que pueden atraer un montón de enfermedades". El miedo que tiene, a su vez, es que un arañazo de esos gatos le pueda generar alguna enfermedad a él.

También señala su descontento con la gestión del barrio por parte del Consistorio, que "hace tiempo que no cuida la zona", y se muestra a la vez crítico e irónico: "Igual es una estrategia del Ayuntamiento para acabar con las ratas, porque antes venían a echar veneno bajo las alcantarillas pero ahora ni eso".

Un gato deambula sobre el patio interno

Un gato deambula sobre el patio interno / Jose Navarro

Joaquín y José Domingo comienzan a mencionar el ruido generado por los gatos una vez se va haciendo de noche y el fuerte olor que llega en verano a causa del meado y de las heces de los felinos, "y además eso atrae a mosquitos y garrapatas".

Sin embargo, Domingo se muestra comedido cuando se plantea la posibilidad de que algún vecino les esté dando de comer: "No puedo poner la mano en el fuego sobre eso porque de forma directa no he visto a ningún vecino darles comida, lo que sí puedo decir es que hay plásticos con agua en varias zonas del patio, así que lo único que sé es que sí les dan de beber".

Una tercera vecina, Suni, de 74 años, comenta que a ella no le molestan los animales directamente aunque se asustó una vez cuando se encontró a una gata subida en el alféizar de la ventana de su galería: "Fui a la cocina y me encontré a una gata blanca subida ahí, que era igualita que Duquesa, una antigua inquilina de la casa que falleció hace tiempo, y por un momento pensé que había resucitado", cuenta entre risas. La señora, a su vez, señala que prefiere tender la ropa dentro de casa por miedo a que los felinos puedan roerla.

Cuando se entera que estamos hablando de la colonia de gatos comunitarios, una joven vecina nos explica desde su propio balcón que el estado de alguno de esos animales es muy desalentador debido a las constantes peleas entre ellos que ocurren a altas horas de la noche.

"Me he puesto en contacto con una asociación de felinos para trasladarle este tema, porque da pena ver el estado en el que se encuentran algunos de estos gatos". También añade que su hija pequeña de vez en cuando les baja comida para que puedan tener algo de alimento.

Un plástico con agua entre dos gatos en la colonia felina comunitaria

Un plástico con agua entre dos gatos en la colonia felina comunitaria / Jose Navarro

Ley de colonias felinas

La Asociación Colonias Felinas de Alicante (ACOFAL), presidida por Conchi Linares, alude al artículo 24 de la ley de regulación autonómica de colonias de gatos en la Comunidad Valenciana. En ella, se pone de manifiesto que "los ayuntamientos, en coordinación con las entidades de protección y defensa animal, veterinarios y las personas que gestionan las colonias felinas, llevarán a cabo en sus municipios una gestión integral de las mismas, que incluya el CER (captura, esterilización y retorno de gatos comunitarios) así como alimentación adecuada, cobijo, supervisión, tratamientos sanitarios, limpieza, formación, educación y concienciación, e identificación de las colonias felinas y de las personas que las gestionan mediante carné".

De esta manera, indica que es "imposible" que estos animales contagien ningún tipo de enfermedad zoonótica pero que hay que centrarse en la mediación de los felinos con un plan estratégico que incluya "una gestión de la colonia, para controlarlos y mejorar la situación de ese patio común". Además, también critica al Ayuntamiento alegando que, "aunque esto tendría que ser un trabajo suyo, no hacen absolutamente nada en este sentido".

También alarma de una acción que cataloga de "ilegal" realizada cuando unos vecinos llaman insistentemente sobre la existencia de una colonia de este tipo: "Se llevan los gatos a Bacarot y allí mueren todos". La Asociación Protectora de Animales y Plantas de Alicante es la empresa contratada por el Ayuntamiento para capturar a los animales de la calle pero, según ACOFAL, "tienen terminantemente prohibido coger colonias felinas porque están protegidas por ley".

El patio interno entre bloques donde se ha formado la colonia

El patio interno entre bloques donde se ha formado la colonia / Jose Navarro

De esta forma, la gestión de los felinos que pretende realizar la propia asociación pasa por hablar con los vecinos, que mediarán para explicar la situación de los animales y cómo poder actuar en consecuencia para preservar su bienestar con una esterilización que provoque que cada vez fuesen siendo menos gatos los habitantes de sus patios interiores y que, además, estos fuesen controlados.

ACOFAL valora el siguiente dato numérico: "Alicante tiene casi 400.000 habitantes, estamos hablando de 49 barrios y una media de 7 colonias felinas por barrio. Hemos calculado aproximadamente unos 8.000 gatos solamente en Alicante capital. Pues al año, el Ayuntamiento, que está obligado a hacer una gestión integral de las colonias por ley, solo esteriliza en torno a 100 gatos con dinero propio y 150 con dinero de la Diputación. Solo esteriliza 250 gatos al año, lo que provoca que no se pueda controlar esta situación. Es como intentar vaciar una piscina con un tenedor".

Además, las declaraciones de los vecinos se han basado por la denuncia de un único conjunto de bloques concreto, por lo que está situación se puede ver reflejada en otros bloques contiguos. La prioridad de la gente de Ciudad de Asís por intentar dar un lavado de cara al barrio, con acciones como la de "No queremos ser un gueto" o su insistencia por tener un polideportivo digno, unas calles saneadas y una comunicación directa con el Parque Central en desarrollo, pasa también por buscar un cuidado de sus zonas interiores y comunes. Es considerada, a su vez, la segunda zona más vulnerable de Alicante y tiene una de las rentas más bajas de la ciudad, con una renta anual de 8.382 euros por persona según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).