Uno de cada cinco autónomos de Alicante son extranjeros

Los comercios de calles de la capital de provincia como San Vicente o Jaime Segarra son mayoritariamente regentados por personas de nacionalidades distintas a la española

Una vecina de Carolinas espera junto a su perro mientras un carnicero le prepara un pedido.

Una vecina de Carolinas espera junto a su perro mientras un carnicero le prepara un pedido. / JOSE NAVARRO

Alberto Losa

Alberto Losa

Cada vez son más los alicantinos de adopción los que se ponen tras una caja registradora. No solo como asalariados, sino también como emprendedores. Los extranjeros son una fuerza empresarial cada vez mayor en la provincia, y uno de cada cinco autónomos en Alicante, el 21,6 por ciento, según la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) son ya de nacionalidades distintas a la española. Algunas calles son, casi en su totalidad, de comercios extranjeros, como Jaime Segarra o San Vicente en la capital de provincia.

El ratio de emprendedores extranjeros sobre el total es mayor al de la población extranjera sobre el total. Los autónomos de otras nacionalidades representan al 21,6 por ciento, mientras que la población extranjera es del 20,3 por ciento del total de la provincia (INE). En total, 30.534 trabajadores por cuenta propia extranjeros en los últimos datos de ATA, actualizados en el mes de septiembre.

Mientras que hace cinco años el total de trabajadores autónomos era de 22.156, en los datos de septiembre suponían ya 30.534. Un incremento del 37,8 %.

Fu Wang posa con una de las banderas alicantinas que vende en su tienda.

Fu Wang posa con una de las banderas alicantinas que vende en su tienda. / JOSE NAVARRO

Quienes deciden abrir un negocio tienen historias variadas. Desde refugiados de guerras a trabajadores asentados en Alicante que decidieron probar suerte con su propio negocio, pasando por quienes vinieron porque tenían a algún amigo o familiar aquí o quienes no conocían nada sobre la ciudad.

Sus historias

Uno de ellos es Said Hachimi, carnicero, quien abrió su carnicería en Carolinas hace cinco meses. Su carne lleva la etiqueta «halal», pero sus clientes no son exclusivamente musulmanes: «Abrimos aquí porque es el local que encontramos. Viene gente de todo tipo, pero sobre todo latinos».

Una de sus clientas es Rita, una vecina de toda la vida que ahora también es su cliente: «La carne es muy buena, sobre todo el pollo». Como en tantos otros comercios de proximidad, Said ayuda a Rita a llevar la compra hasta el ascensor, en el portal contiguo al local, ya que Rita tiene problemas de movilidad.

En su misma calle, se da un caso de éxito emprendedor. El de la peluquería del brasileño Thiago Santana, que en tres años ha pasado de ser un local en la calle Jaime Segarra a tener otro en la Rambla y estar planteándose la apertura en otras ciudades: «En seis meses, la peluquería de la Rambla ha facturado lo mismo que esta en tres años. Estamos pensando abrir en otras ciudades como Marbella, Ibiza o París, pero este local es la matriz».

Otros casos son los de la superación personal, como el de Ihab Alhallak, de 33 años, que llegó hace once a Alicante huyendo de la guerra: «Soy sirio. He tenido varios trabajos y este año decidí abrir mi propio local. Es un local de bocadillos de pescado y marisco y lo abrí porque no vi que hubiera nada similar cerca».

Thiago Santana corta el pelo a un cliente en su peluquería.

Thiago Santana corta el pelo a un cliente en su peluquería. / JOSE NAVARRO

Y es que el emprendimiento sirve en algunos casos de unión. Como a Natalia, una frutera rusa de Carolinas, con algunos de sus clientes, entre los que también hay ucranianos.

Muchos de estos comercios tienen además productos autóctonos de países árabes o latinoamericanos, como la tienda que regenta Miron Bhuiyan: «Va regular porque tenemos cerca supermercados. Llevamos diez años y aquí vienen latinos y españoles. Somos de Bangladesh. Vinimos porque conocíamos a unos amigos y por el clima».

En otros casos, se beneficiaron de la ubicación del local, como el bazar de Fu Wang, en la calle San Vicente: «Llevamos aquí tres años. Va bien, aunque esta época del año está más floja. El verano es mejor para vender». En su tienda tiene banderas como las de España y Alicante.

Aunque son pocos los que llevan muchos años, hay algunos casos, como el restaurante de Maher Dalati, que ya no cuenta para estas estadísticas al haber obtenido la nacionalidad: «Llevamos muchos años, pero es difícil. Por ejemplo, yo no sé leer. Pero me he buscado la vida».