Retratos urbanos

Roberto Castelló, «El Ferrao»

Lleva 28 años al frente de un bar cervecería que ofrece a sus clientes comidas caseras y productos frescos, recién arribados del mar

Roberto Castelló posa en la ventana de su cervecería, situada en la calle Juan de Herrera, en Alicante.

Roberto Castelló posa en la ventana de su cervecería, situada en la calle Juan de Herrera, en Alicante.

Pepe Soto

Puede llevar más de cuarenta años detrás del mostrador. Siempre en el sector hostelero, como de chaval lo hizo en el entonces muy concurrido pub Santa Bárbara, en el Barrio alicantino. Al acabar el servicio militar, se hizo cargo del bar del Club Taurino de Alicante. Estuvo una docena de años entre aficionados, subalternos, críticos y algún que otro matador, entre «olés» y división de opiniones por los astados y por los toreros. En 1996 compró un pequeño local, a pocos pasos de su anterior barra. Una vivienda de planta baja se transformó en bar. Ahí sigue 28 años después. Tres empleados, producto de mercado diario y siempre comida casera recién hecha. Mañana recibe a otro empleado, a su hijo. Ya serán cinco en la barra y en los fogones para atender a sus parroquianos.

Roberto Castelló Alberola (Novelda, 1963) pasó parte de su infancia en el municipio de Agost, donde su padre, Juan, ya fallecido, trabajaba como viticultor en paisajes repletos de vides retorcidas, llenas de uvas destinadas a la elaboración de vino o, sobre todo, cubiertas de bolsas de papel y cuidadas con mucho cariño para el mercado más tardío, hasta enero. Rosa, la madre, bastante tenía con cuidar de seis criaturas, mitad y mitad: tres chicos y tres chicas, por este orden. Roberto es el tercero de la saga Castelló Alberola, que pronto se mudaría a Alicante para darles, según parece, mejor educación y vida a sus hijos. Una de sus hermanas es la escritora Paz Castelló.

Estudió en el colegio San Fernando hasta donde pudo. Llegada la adolescencia empezó a trabajar, casi siempre en el sector hostelero. Fue camarero en el mítico pub Santa Bárbara, entonces situado en el Casco Antiguo, hasta el servicio militar, que cumplió como soldado artillero en un cuartelillo de Canarias. A su regresó, en 1983, emprendió un nuevo reto en su oficio: se hizo cargo del bar del Club Taurino de Alicante, ubicado en la calle Pintor Velázquez. Su presidente era Manuel Lancis, tal vez el más longevo al frente de una entidad que en los últimos años ha perdido su cantina. Ahí estuvo doce veranos y tantos inviernos atendiendo a parroquianos aficionados al mundo del toro y a vecinos de la zona desde las ocho de la mañana a entrada la noche. También sirvió bebidas y tapas a mozos de espadas, banderilleros, picadores, críticos taurinos y a matadores como José Mari Manzanares (1953-2014), los hermanos Esplá, Gregiorio Tébar, «El Inclusero», o Vicente Blau Gisbert, «El Tino» (1932-2006), entre muchos, además de algún espontáneo que otro dispuesto, poco más tarde, a saltar al ruedo para enfrentarse al animal cornudo con un trapo de color rojo en demanda de una oportunidad en la lidia.

Casado con Ana Ríos, aficionada a la pintura, la pareja tiene una hija, Ana Belén, maestra de 30 años, que fue Bellea del Foc de las fiestas sanjuaneras en 2106 en representación de la foguera Carrer Sant Vicent; y un hijo, Roberto, de 27 años, que hasta ahora ha trabajado como auxiliar de enfermería en el Hospital Clínico Universitario de Sant Joan. La familia reside en Aigües, tal vez por el consejo de un buen amigo, el fotógrafo Toni Cortés.

En 1996, Roberto Castelló cambio de tercio. Siempre emprendedor, compró por cinco millones de las antiguas pesetas un local en el número 24 de la calle Juan de Herrera, a cincuenta pasos del club de los amantes de la tauromaquia. Abrió el bar cervecería Roberto «El Ferrao», en homenaje a su abuelo paterno, así conocido por el vecindario de Agost y pueblos cercanos por su trabajo como herrador, oficio dedicado a proteger las pezuñas de caballos, mulas y asnos; es decir, como podólogo de equinos. Su nieto, Roberto, lleva ya 28 años al frente de un negocio singular: producto de compra diaria y una fiel clientela, situado a tres manzanas del Mercado Central. El espacio es pequeño, pero limpio. La barra exhibe a sus visitantes gran variedad de pescados, mariscos, carnes y tapas. Para todos los gustos. La cocina, a la vista del público, está provista de una enorme campaña capaz de engullir todos los humos, olores y malos rollos de un lugar plácido y amable.

Lo mejor es dejarse aconsejar por Roberto, que explica detalladamente su propuesta culinaria. Plato del día de lunes a viernes. Además ofrece buenos salazones, marisco recién llegado a tierra firme o unos sepionets plancha «sucios» por su tinta que son inigualables, o unas magníficas croquetas y tiernos calamares. Dicen clientes asiduos al bar, que ahí se elabora el mejor caldero de Alicante, de gallina (cabracho): primero el pescado con patatas; después el arroz. Siempre por encargo. Roberto elabora un magnífico all i oli, a base de mortero, de textura infinita y mejor sabor. Ama las tradiciones: las cosas bien hechas.

El establecimiento ha sido premiado en varias ocasiones por la calidad de sus productos y por su barra, que posee el sabor de los bares alicantinos de antaño; dentro de su humildad, ofrece a los parroquianos productos de calidad y frescura. La edición de los «Premis Cacau D’Or» de 2022 distinguió al bar cervecería Roberto «El Ferrao» entre los mejores diez locales dedicados a ofrecer «esmorzars» de la Comunitat Valenciana por su genuina forma de mantener esta tradición gastronómica matutina.

Roberto cuenta con clientela fija, fiel a un bar que exhibe en sus vitrinas genero fresco: cigalas, gambas, quisquillas, boquerones y otros productos recién arribados del mar. Salvo en tiempo de vacaciones, abre todos los días de 8 a 17 horas. Cierra domingos y festivos. Tiene tres empleadas, pero mañana, lunes, se incorpora otro trabajador: su hijo, Roberto Castelló Ríos, que deja el pijama de sanitario por el mandil para atender a la concurrencia en las mesas o detrás del mostrador. El bar cuenta, además, con la llegada habitual de muchas cuadrillas en almuerzos, aperitivos y comidas. La tradición continúa. Y el mercado está a tres cuadras. Este es el retrato, más o menos, de Roberto Castelló Alberola, el nieto de «El Ferrao».