Una alicantina de 29 años supera un tumor cerebral en 9 meses: "Sabía que me iba a curar"

Nerea Castellanos se ha sometido a dos operaciones, una de 8 horas y otra de 7, durante las cuales los neurocirujanos le han extirpado la totalidad de un "astrocitoma de grado 3 con IDH mutado"

Una alicantina de 29 años supera un tumor cerebral en 9 meses

Pilar Cortés

"Sabía que me iba a curar", afirma con total seguridad Nerea Castellanos (Alicante, 1995), que acaba de superar un tumor cerebral en nueve meses.

En abril de 2023, Nerea comenzó a experimentar dolores de cabeza, cervicales, vómitos y problemas de visión. Atribuyó estos síntomas inicialmente a migrañas y a un problema cervical que aseguraba arrastrar de tiempo atrás. Este cúmulo de síntomas la impulsó a urgencias del Hospital de Sant Joan. Después de su visita, la mandaron a casa con un diagnóstico de una simple contractura en la zona del cuello. Nerea reflexiona: "Al mencionar el dolor en las cervicales, ignoraron el dolor de cabeza y los problemas de visión".

No obstante, los síntomas persistían. Con un viaje planeado a Madrid con sus amigas y deseando disfrutarlo sin preocupaciones, decide regresar a urgencias para buscar respuestas. Esta vez, la experiencia sería diferente. "Me sentía rara", recuerda. Durante esta segunda visita, los profesionales de guardia la remitieron a oftalmología, donde se sometió a varias pruebas que revelaron la presencia de "algo" que ejercía presión sobre su nervio óptico, causándole los problemas de visión. Era el momento de averiguar qué era exactamente lo que impedía que Nerea viera correctamente. Para ello, le realizaron un TAC, el cual reveló la presencia de un tumor "del tamaño de una pelota de tenis" en la parte frontal derecha de su cerebro. De hecho, los médicos le informaron que debido a su tamaño, el tumor podría existir desde hace años, pero al no tener síntomas y crecer lentamente, había pasado desapercibido.

Lo cierto es que Nerea, tras siete horas de pruebas, no logró entender completamente lo que le dijo la neuróloga de urgencias después de conocer el resultado del TAC. "Tienes una masa en el cerebro, es grande, pero no tiene mucha captación de contraste", fueron las palabras de la profesional. "Quería comunicármelo, pero al mismo tiempo quería tranquilizarme". Ese jueves 27 de abril, su vida cambió por completo, tenía un tumor cerebral. Con el diagnóstico en mano, la trasladaron al Hospital General de Alicante, donde quedó ingresada. Allí contaban con servicio de neurocirugía, ya que todo indicaba que la iban a operar, aunque ella aún no lo sabía en ese momento. Y así fue. "Te tenemos que quitar eso de ahí porque no pinta nada", le dijo un neurocirujano al día siguiente después de revisar los resultados de la resonancia. "Ahí fue la primera vez que me puse algo nerviosa y me entró miedo, nunca me había sometido a ninguna operación ni me ha pasado nada", confiesa.

Seis días después, Nerea estaba entrando en el quirófano. Le esperaba una intervención de ocho horas en la que los riesgos que afrontaba eran mayúsculos: no despertar, sufrir un infarto cerebral o enfrentar problemas con el habla, entre otros. "En todo momento, el equipo médico me transmitió mucha tranquilidad, sabía que era algo que necesitaban comunicarme. Me dieron el ejemplo de los accidentes de avión: son raros, pero existen, y eso sucede a pesar de todos los vuelos que despegan diariamente".

"El sufrimiento de mi familia ha sido lo que peor he llevado"

Para el "gran día" marcado en el calendario el 3 de mayo, vinieron sus dos hermanos mayores, quienes viven en el extranjero. Además, la noche anterior se divirtieron con juegos de mesa y Nerea también recibió la unción de enfermos por parte de un sacerdote. "En el momento de la despedida, se me hizo un nudo en la garganta, cuando mi familia ya no pudo pasar a la zona de quirófanos. Recuerdo haberle dicho a mi padre: 'Si muero, si no despierto, no me enteraré, no sufriré'. El sufrimiento para ellos ha sido lo que peor he llevado". Recalca que su familia ha estado a su lado en todo momento.

La operación salió favorable y los neurocirujanos pudieron extirpar un 60 % del tumor: "No pudieron quitar más porque lo restante estaba cerca de zonas vitales. Cuando se acercaban, mis constantes se alteraban". El 8 de mayo recibió el alta, se marchaba a casa: "Me fui del hospital con 39 grapas en la cabeza, pero no me dolía", cuenta con una sonrisa.

Biopsia

Con la primera intervención superada, llegaba uno de los momentos clave que señalaría a los médicos por donde tirar el tratamiento, ya que todo pasaba por conocer las características del tumor. La biopsia habló: astrocitoma de grado 3 con IDH mutado, no había metástasis. "No era malo del todo, pero tampoco bueno. Me dijeron que necesitaría radioterapia y quimioterapia". El tratamiento comenzó a finales de junio, primero con 30 sesiones de radioterapia que se distribuían de lunes a viernes. Llegó septiembre y acabó la radio, pero empezó la quimioterapia en forma de pastillas. "Pensaba que con eso ya se me iba a ir, ilusa de mí", sostiene Nerea.

Una resonancia de seguimiento confirmó que la enfermedad había avanzado. "El tratamiento no había dado el resultado esperado y se detectaron tres nuevos focos que mostraban captación de contraste". Llegaba un nuevo punto de inflexión, ya que era necesario replantearlo todo desde cero. En el horizonte se abrían dos caminos: una segunda cirugía o buscar otro tratamiento alternativo. "Se realizó un análisis patológico del tumor para evaluar su compatibilidad con otros medicamentos, pero no se encontró ningún tratamiento específico". Finalmente, un comité compuesto por más de 20 profesionales llegó a la decisión unánime de que lo mejor para Nerea era someterse a otra operación.

"Pensé que con la radio y la quimio no me tendrían que operar de nuevo"

"Esta vez me daba más miedo operarme. En la anterior, pararon y quitaron solo el 60 % del tumor porque se podía ver comprometida una parte de mi cuerpo, que era la parte izquierda motora. Me asustaba pensar que me despertaría y no podría moverme".

El 11 de diciembre, con la Navidad a la vuelta de la esquina, Nerea volvió a entrar siete horas al quirófano. Esta vez, la resonancia postoperatoria parecía indicar que se había extirpado el 40 % restante del tumor. No obstante, era pronto para saberlo con certeza, ya que la zona estaba inflamada. Una segunda resonancia postoperatoria fue la que confirmó la buena noticia. "No hay enfermedad", fueron las palabras que Nerea y sus padres escucharon salir de la boca de su oncóloga. "Nos quedamos todos sin saber qué decir. Sabíamos que había ido bien la operación, pero esperábamos que tratamiento iba a tener que seguir sí o sí".

Nuevo horizonte

Durante nueve meses la vida de Nerea se paró fruto de la enfermedad, ha tenido que renunciar a muchas cosas. Sabe que su caso ha sido especial, "mi oncóloga nunca había visto algo así", relata. Ha habido momentos difíciles de afrontar, como la caída de la parte frontal de su pelo cuando empezó la radio. "No me miraba al espejo, a no ser que fuese necesario. No me gustaba verme así, no me identificaba". Para lidiar con la ansiedad le ayudó su psiconcóloga: "Le contaba como me sentía. De hecho todavía sigo yendo".

"Cuando se me cayó el pelo no me miraba al espejo, a no ser que fuese necesario"

"Es algo que nunca imaginas que te va a pasar a ti, pero sucede", aclara la joven. Para aquellos que estén enfrentando un proceso similar, Nerea aconseja abordarlo con una actitud positiva y optimista. "Esto es una carrera de fondo, se requiere mucha paciencia y aprender a convivir con la incertidumbre". También enfatiza la importancia de confiar en los profesionales y recuerda no acudir al doctor Google, ya que "cada caso es único". Durante la enfermedad, la fe ha sido un pilar fundamental. "Me ha proporcionado mucha tranquilidad (junto con los médicos), me he apoyado mucho en ella". Además, ha compartido su historia a través de su perfil de Instagram (@nereacastellanos), donde cuenta con casi 15.000 seguidores.

El reloj de vida de Nerea ha vuelto a funcionar. No tiene prisa por regresar a su vida anterior, entiende que, aunque esté curada, su salud es ahora una prioridad. Con proyectos en mente, está decidida a hacer "algo que aporte". Su enfoque está en el presente, pero desde el 25 de enero (día en el que recibió la noticia de que estaba curada) mira al futuro con nuevos ojos.

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