Entrevista | Mar Romera Pedagoga

"Los juegos didácticos digitales están generando futuros ludópatas"

La pedagoga realizará comparecencia el próximo martes 20, a las 19 horas, en la Fundación Mediterráneo sobre los posibles peligrosos que pueden tener las redes sociales en los más pequeños

La pedagoga y divulgadora Mar Romera

La pedagoga y divulgadora Mar Romera / INFORMACIÓN

Juan Fernández

Juan Fernández

Mar Romera (Alemania, 1967) es una de las voces más escuchadas en el ámbito de la pedagogía, especialista en el campo de la inteligencia emocional. Considerada como una activista de la educación, es una defensora a ultranza de la figura del maestro y de la escuela pública. La profesional visita el martes 20 de febrero, a las 19 horas, la Fundación Mediterráneo de Alicante para realizar una conferencia sobre los peligros de las redes sociales en los más pequeños.

¿Son las redes sociales tan nocivas como se tiende a pensar?

Las redes sociales, como cualquier instrumento, no son malas ni buenas en sí mismas. Son buenas o malas según cómo las utilicemos. Einstein no se preguntó si sería buena o mala la energía nuclear con su teoría. Evidentemente, se salvan vidas haciendo radioterapia, pero también se hacen bombas. Absolutamente todo es relativo. La circunstancia realmente importante es como se han ido introduciendo en el desarrollo de un niño o de un adolescente en un corto espacio de tiempo. Dentro de la normalidad de nuestras vidas, han ido entrando muy poco a poco con una estrategia maravillosa. Las redes nos han permitido hacer videollamadas con nuestros familiares a través de WhatsApp y gracias a Facebook podemos encontrarnos con familiares perdidos hacía un par de generaciones. Pero no hemos sido capaces de ver que detrás de todo esto hay un mundo de intereses tremendo y no estamos preparados para este nivel de control. Y si me preguntas si ahora mismo son necesarias, te contesto absolutamente que sí.

¿Completamente imprescindibles?

Por supuesto. Hay ocasiones en las que no puedo entrar en alguna conferencia o en algún programa del ordenador porque me pide el Facebook o el Instagram para poder entrar. O a día de hoy no puedo ir a un banco a hacer una gestión o a institución pública si no tengo un correo electrónico. Mi madre, por ejemplo, tiene que mostrar el mío para poder hacer muchos trámites. Entonces sí, son imprescindibles gracias a disponer de una estrategia neoliberal que les ayuda a introducirse en la sociedad.

Teniendo en cuenta la figura vulnerable de los más pequeños, ¿cómo les pueden afectar las redes sociales a ellos?

Lógicamente, a quienes nos han ganado la batalla ha sido a los adultos. Los niños aprenden lo que les enseñamos. Cuando un peque está jugando en el parque y su mamá o su papá, que lo están vigilando, tienen la mirada puesta en la pantalla, el niño acaba aprendiéndolo. Si el niño ve cómo estás todo el día inmersa en la pantalla, entiende que eso es algo bueno. Porque tú eres mi madre y eres buena. Por tanto, el problema lo tenemos los adultos en todos los sentidos. Para mí, un peque no debería saber que las pantallas existen antes de los tres años. Incluida la televisión, si me apuras. Y yo no lo hice así con mis hijas porque antes tampoco sabía lo que ahora sé.

"Un niño pequeño no debería saber que las pantallas existen antes de los tres años, incluida la televisión"

¿Y en qué momento se debería favorecer la individualidad con los aparatos electrónicos?

A partir de secundaria el niño ya tiene que relacionarse de manera individual con el artefacto digital, por supuesto que sí, pero porque en todos los años anteriores habremos trabajado un pensamiento crítico. La clave no está en cómo utilizas el teléfono móvil o las redes sociales, está en poder crear un pensamiento crítico. Alrededor de todo esto hay muchos problemas educativos, pero yo no pretendo hacer culpable a nadie porque esto se produce por simple desconocimiento. 

La psicóloga Mar Romera visita el próximo martes Alicante

La psicóloga Mar Romera visita el próximo martes Alicante / INFORMACIÓN

¿Y a partir de los tres años?

Entre los tres y los seis años, un niño debería saber que las pantallas existen, pero que necesitan compartirlas con alguien. Es decir, vemos unos dibujos, pero los vemos juntos. Que nunca exista una relación de unidad con la pantalla. Las pantallas no deberían concebirse como un elemento para utilizarse de manera individual, sino en equipo. Y por supuesto nunca utilizar juegos de los que llaman didácticos. Esta perspectiva de utilización de artefactos digitales en equipo debería prolongarse, desde mi punto de vista, hasta cuarto o quinto de primaria.

¿Tampoco juegos didácticos digitales?

Para nada. Esto ha sido otro movidón importante que nos han vendido las multinacionales digitales, por llamarles de alguna manera. Incluso una oportunidad que han visto las editoriales de texto al ver que se quedaban sin mercado. Ahora se ha convertido todo en juegos didácticos digitales y procesos de gamificación. Estamos rompiendo la estructura neurológica de los pequeños. Le estamos colocando un juego a un menor en el que tiene que meter el círculo en el círculo y el cuadrado en el cuadrado, y cuando lo mete salen estrellitas de colores. Estamos generando ludópatas. Para un peque de 18 meses, que salgan estrellitas de colores y emoticonos de felicitación cuando ha hecho una pantalla moviendo los objetos con el dedo, produce exactamente el mismo efecto en su cerebro que el de una persona de 30 años que mete una moneda en una máquina y le salen 20. Y me voy a congresos de educación patrocinados por los que hacen los juegos, que además los hacen pensando que está bien. Ellos en ningún momento piensan que puede llegar a ser nocivo y nos dedicamos a vender aplicaciones con muchos tipos de refuerzos salientes.

"No podemos culpar a las editoriales de la transición digital, ellos venden lo que la sociedad les pide"

¿Y no se exteriorizan esos perjuicios?

Nadie dice nada. Hablaba durante estos días con algunas personas de una Consejería de Educación de alguna comunidad autónoma que no voy a nombrar, y me decían que iban a destinar millones de euros para formación digital. Únicamente para gastarlos en formación digital.

Y a pesar de esto, todos los centros parecen pasar del libro de texto al aprendizaje digital.

Sí, porque se ha colado muy poquito a poquito. Se ha infiltrado en nuestras vidas. Evidentemente, yo no puedo culpar a la editorial que me lo vende. La editorial tiene que hacer lo que la sociedad le pide. Lo que sucede aquí es que los adultos no sabemos qué hacer con este nuevo entorno cultural en el que nos hemos metido. Por otra parte, la tecnología es la mejor niñera del mundo, y la más económica. Nadie me cuida mejor a un niño, que hasta me lo deja sentado durante mucho tiempo.

A veces puede ayudar a ser una buena herramienta para hacer frente a las altas ratios de las escuelas infantiles.

¿Altas ratios? Eso que comentas no es cierto. Tenemos una de las ratios más bajas de Europa, por debajo de la que tienen países como Finlandia. Lo que tenemos es una muy mala organización de recursos. Si yo en un centro tengo 100 niños y 10 profes, la ratio es 10. Se acabó. Otra cosa es cómo nos organizamos.

Los datos que se derivan de informes europeos no dicen esto. Sitúan a España entre los países con mayor peques de primer ciclo de educación infantil por aula.

Que no es verdad, que tenemos un montón de profesores en muchas localidades de España que tienen 3 o 4 niños. Que el año pasado conocí a una maestra con una niña todo el año. El problema es que hay que compensar las cosas. Y cuando tú me hablas de esas ratios, estás incluyendo centros concertados o privados. Esa es otra película.

Exacto, esos datos incluyen también las escuelas privadas.

Claro, pero la escuela privada no supone ningún problema porque si no tiene clientes, se cierra. Por eso no se puede poner el foco en las ratios de centros privados. Hablemos de ratio en escuelas públicas, que es de lo que tenemos que hablar. Si en España solamente hubiese tiendas de Chanel para poder vestirme, tendríamos un problema. Hablemos también de las tiendas populares. ¿Qué sentido tiene hablar de si en una escuela privada en la que se paga equis dinero al mes hay más o menos niños? El Estado tiene que garantizarme que yo tenga una plaza en escuela pública.

Una foto de archivo de la divulgadora Mar Romera

Una foto de archivo de la divulgadora Mar Romera / INFORMACIÓN

Pero si hablamos de la educación infantil de 0 a 3 años, el número de centros públicos es muy reducido.

En ese caso sí, depende muchísimo de la comunidad autónoma. Ahora estamos en un proceso en el que hay que adaptarse al medio. Fíjate, si no hay niños... Lo que se está intentando hacer desde muchas regiones es intentar poder garantizar la escuela pública, al menos, a los peques de dos años.

"Hay que introducir la educación emocional en la escuela porque tenemos a nuestros hijos en una burbuja protectora"

Uno de los ámbitos donde más destacas es en el estudio de la inteligencia emocional. ¿Cómo de importante es su desarrollo desde una edad temprana?

Una persona se desarrolla de manera integral desde el momento que es concebida, prácticamente. No se desarrolla en primaria o en secundaria, y el desarrollo es inversamente proporcional a la edad cronológica. Cuanto más pequeñitos somos, más potencial de desarrollo hay en el sujeto. Y el desarrollo emocional está incluido aquí. Cuando haces un pastel, no hay un ingrediente más importante que otro. Es un todo integrado que aporta un mayor rendimiento a la harina cuando se le añade la levadura en su tiempo justo. Y a las personas les pasa lo mismo, se desarrollan de manera integral. La parte emocional del sujeto es una parte que forma el todo.

Entiendo, pues, que la emoción es una cualidad innata a la que hace falta un proceso eficiente de adaptación, ¿no?

Somos seres emocionales. Las emociones son respuestas adaptativas del ser humano para que exista la supervivencia. Esto lo dijo Darwin. A partir de aquí, si no trabajamos y entrenamos los afectos, tendremos personas rotas sin posibilidad de desarrollarse de manera plena.

Ahora se habla mucho de integrar la educación emocional en las escuelas.

Con esto sucede una cosa que tiene que ver con cuestiones generacionales. Mi padre desarrolló su mundo emocional en la calle, vivió una posguerra, aprendió a fracasar, conoció la muerte desde cerca... Tuvo que aprender a vivir. Y, sin embargo, mis hijas están metidas en burbujas de protección desde las que no pueden aprender a vivir. Por eso está de moda introducir los programas de educación emocional dentro de la escuela. La escuela siempre debe estar pensada para poder provocar lo que no se da de manera natural.

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