Las familias ucranianas que se quieren quedar en Alicante tras dos años de guerra

En la provincia viven 30.000 ucranianos, el triple que en 2022

Destacan la amabilidad de la gente como un factor clave en su adaptación 

Las familias Shakula, Makarenko y Shevchenko, en el barrio alicantino de Benalúa.

Las familias Shakula, Makarenko y Shevchenko, en el barrio alicantino de Benalúa. / Pilar Cortés

Alberto Losa

Alberto Losa

Este fin de semana se han cumplido dos años del inicio de la invasión rusa en Ucrania y del éxodo de miles de personas a otros países. Entre ellos, España. Y entre los destinos, Alicante. En la provincia, la población de ucranianos se ha multiplicado en apenas dos años, pasando de 11.695 en 2022, según los últimos datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE), a las 30.000 que residen ahora, según la cuenta de la asociación Amigos de Ucrania. Para muchas de estas personas que llegaron tras los bombardeos a sus ciudades, la adaptación fue difícil, en especial para aquellos que tienen familias con niños pequeños. Dos años después, muchos de ellos aseguran que quieren seguir haciendo su vida aquí, tras una adaptación difícil para los más pequeños.

Entre quienes han decidido quedarse están las familias Shakula, de Donetsk; Makarenko, de Kiev o los Shevchenko, de Járkov. Todos ellos tienen hijos de distintas edades que ya han hecho amigos españoles y algunos incluso se encuentran en el momento de decidir qué Bachillerato cursarán el próximo año.

Quienes tienen hijos de distintas edades, como Serhii Shakula, que se presenta como «Sergio», explican la diferencia según las edades: «Tengo dos hijas, tienen casi 10 y casi 6 años. Para mi hija mayor fue muy complicado entrar en la sociedad española y en el colegio. En ese momento, no tenía segundo de Primaria por la guerra y fue complicado. Además, no hablaba español ni entendía los problemas de matemáticas, pero ahora está muy bien en el colegio y ella, que se llama María, tiene más fuerza de la que tenía antes. Mi otra hija, Alejandra —Alexandra en ucraniano— está feliz aquí. Empezó en Infantil y para los pequeños es muy divertido».

En el caso de Vira Shevchenko, sus hijas entraron en Secundaria y Primaria, respectivamente: «Mi hija mayor tiene 15 años. Este año acaba el instituto y tiene que elegir si hace Bachiller o Formación Profesional. La pequeña tiene 8 años. En Ucrania no iba al colegio y aquí entró en segundo de Primaria. Fue difícil porque apenas podía contar hasta diez y entró en segundo de Primaria, donde hacían multiplicaciones. El año pasado fue difícil para ella. Ahora tiene amigos españoles y tenemos familias ucranianas de las que también somos amigos. Quería volver y tuvimos que tener varias charlas en casa sobre esto», señala.

Para otros adolescentes, como el hijo de Tetiana Makarenko, la adaptación fue más complicada: «Hace seis meses quería volver a Ucrania porque ahí tiene a sus amigos, no quería nada, no le gustaba nada y era difícil. En octubre empezamos a estudiar español aquí en Amigos de Ucrania y ahora le gusta mucho porque tiene amigos y no quiere volver. Él está feliz y yo también», explica.

Para facilitar la adaptación de los escolares y los trabajadores, la asociación Amigos de Ucrania imparte cursos de español en su sede, ubicada en la plaza Navarro Rodrigo de Benalúa, como explica su presidenta, Anna Shkalenko: «En verano, los sábados damos apoyo para que aprendan español con una escuela».

Motivos para venir

Los motivos por los que eligieron venir a España, y a Alicante en concreto, son diversos. Unos conocían a algunos amigos, mientras que otros pensaron que era la mejor opción porque habían estudiado algo de castellano. Este último fue el caso de Serhii, como señala él mismo: «Había estado en España dos veces. Antes de venir fui a Andalucía y a Cataluña. Había estudiado español durante la pandemia y, cuando empezó la guerra, mi familia y yo decidimos venir a Alicante. Nunca habíamos visto la ciudad. Nos encantó. No fue amor a primera vista, pero ahora estamos encantados».

En el caso de Tetiana, decidió venir porque conocían a gente en la provincia: «En marzo va a hacer dos años desde que llegué. Primero viví en casa de una amiga en Polop y desde junio estoy en Alicante. Colaboro con Cruz Roja y necesito buscar trabajo porque vivo con mi hijo, que tiene 13 años», explica Tetiana.

Vira y su familia aunaban dos de estas explicaciones. Su marido había trabajado en España y, además, tenían a varios conocidos en la provincia: «Llegamos en mayo de 2022. Teníamos aquí a amigos que nos ayudaron con el piso y la documentación. Mi marido es marinero y había trabajado en España muchos años. Le gustaba Alicante mucho y esa fue la razón para venir», asegura.

Dificultades

No solo los escolares tuvieron dificultades a la hora de adaptarse, también los adultos. En especial aquellos que apenas sabían decir «hola» y «adiós», como recuerda Tetiana: «Para mí ha sido muy difícil porque no entendía español. Quería aprender, pero no entendía nada. Amigos de Ucrania ha sido para mí una segunda casa. Ahora soy voluntaria aquí y les ayudo como profesora deportiva, porque en Ucrania yo era profesora de Educación Física. Ahora, la adaptación ya está siendo más fácil porque he aprendido algo de español y quiero desarrollar mi vida aquí», subraya.

Algo que también indica Vira: «Al principio fue difícil porque no sabía español y tuvimos que hacer mucha documentación en el Ayuntamiento para el coche, con el colegio y el idioma lo hacía difícil. Desde que empezamos a tomar clases de español fue mejor», subraya la residente.

Por su parte, Serhii lo describe como un periodo fácil porque ya conocía el idioma y porque la actitud de la gente lo facilitó: «Es cierto que yo había estado en España y no tenía problemas con el idioma. Aprendí en pandemia y cuando llegué podía preguntar a cualquier persona por direcciones o lo que pasaba, o pedir a un camarero. Ahora no tengo ningún problema para mantener una conversación. Además, la gente es muy abierta y siempre recibo una respuesta buena. Tuve que sacar una matrícula española para mi coche, toda la documentación, las tarjetas del banco y nunca tuve un problema con ningún español. Ya me siento casi español viviendo aquí. No echo de menos Ucrania», subraya «Sergio».

El ucraniano destaca que la actitud de la gente es lo que más le agrada: «Es más fácil decir qué no nos gusta a lo que sí, acabamos antes. En España la gente es muy acogedora. La gente es lo mejor. Es muy abierta, divertida, te ayuda en lo que necesitas, si preguntas o si no preguntas», enumera.

Vira bromea que es una suerte que sus amigos vivieran en Alicante: «Estoy muy contenta porque mis amigos aquí y no en el norte de Canadá. No tengo fuerza mental para empezar una vida de nuevo después de haberlo hecho aquí».

Pese a todo, aseguran que siguen horrorizados desde la distancia las noticias que les llegan desde Ucrania: «Es una herida que no se cura. Estoy preocupada por mis suegros y por mi abuela, que viven allí. Mi abuela vive en una parte que está ocupada y cada mañana veo las noticias y solo espero que todo vaya bien. Cómo estás es la pregunta más frecuente que hago a mis amigos y mi familia que aún vive en Ucrania», relata Vira.

Algo que también indica Serhii: «Cada mañana cuando me levanto leo las noticias y me ponen muy triste. Es algo que llevo dentro de mí y es muy difícil».