¿Cómo viviremos juntos?

Instalación de raumlaborberlinen la la 17ª Bienal de Arquitectura de Venecia.

Instalación de raumlaborberlinen la la 17ª Bienal de Arquitectura de Venecia. / Luis Navarro

Luis Navarro Jover

Un lema que es a su vez otra pregunta porque, en el fondo, quizás no estamos satisfechos con las respuestas que recibimos. En un contexto como el actual, azotados por la creciente polarización política, el cambio climático, o la brecha entre trabajo y capital, parece más urgente y relevante, si cabe, resolver esta cuestión, trabajando para ello a diferentes escalas.

Para el comisario de esta 17ª edición, el libanés Hashim Sarkis, esta pregunta es tan antigua como radicalmente contemporánea: «Los babilonios se la hicieron mientras construían su torre. Aristóteles se lo cuestionó cuando escribía sobre política. Su respuesta fue ‘la ciudad’. Tanto la revolución francesa como la estadounidense lo pidieron. En el tumultuoso telón de fondo de principios de la década de 1970, Timmy Thomas lo defendió apasionadamente en su canción ¿Por qué no podemos vivir juntos?». Para Sarkis, afincado en Estados Unidos, la debilidad de los modelos políticos que hoy se proponen nos obliga a colocar el espacio en primer lugar y, tal vez como proponía Aristóteles, a mirar de qué manera la arquitectura da forma al espacio para imaginar modelos potenciales de cómo viviremos juntos.

Si bien tradicionalmente cada generación de arquitectos se ha sentido obligada a responder ciertas preguntas, de forma propia y diferenciada, esta edición ha propuesto a estos que imaginen espacios en los que podamos convivir de forma generosa: juntos como seres humanos que, a pesar de la creciente individualidad y acuciados por las graves divisiones sociales y desigualdades económicas, anhelan conectarse entre sí y con otras especies a través del espacio físico y digital; juntos dentro de nuevos hogares más diversos y dignos para habitar; y, en definitiva, juntos como un planeta que afronta esta crisis que requiere de una acción global para que todos sigamos viviendo. «Preguntamos a los arquitectos porque nosotros, como arquitectos, estamos preocupados por dar forma a los espacios en los que las personas viven juntas y porque con frecuencia imaginamos estos entornos de manera diferente a las normas sociales que los dictan», apostilla el arquitecto libanés.

Diversos y variados han sido los proyectos expuestos por arquitectos de todo el globo, pero especialmente reseñable resulta el trabajo de los alemanes raumlaborberlin en el espacio del Arsenale de la ciudad de los canales. Su instalación ha mostrado dos ejemplos de espacios colaborativos abiertos a la experimentación y la exploración hacia futuros desconocidos: la Floating University y Haus der Statistik, ambos en Berlín. Los dos proyectos planteaban entornos no disciplinarios, que desafiaban experiencias anteriores para encontrar modos de aproximarse a la obra de manera no convencional. Ofreciendo, a su vez, formas complejas para apoyar a las comunidades emergentes, con el objetivo de transformar la ciudad de forma colaborativa.

Una actuación que ha sido merecedora del León de Oro a la mejor participación por su «enfoque colaborativo e inspirador que aboga por la participación, la regeneración y la responsabilidad colectiva»!, alumbrando resultados que son un modelo para la revitalización urbana y social.

En clave local, el Pabellón de España ha dado respuesta bajo un clarificador lema: Uncertainty (incertidumbre). La incertidumbre como oportunidad para iniciar un proceso de reflexión que dé respuesta a toda realidad de naturaleza cambiante o desconocida, cuyos límites no puedan ser definidos o carezcan de los mismos. Y es que si antes de la pandemia ya nos encontrábamos en una realidad en la que la volatilidad de todos los procesos demandaba el cuestionamiento de nuestras certezas, la sociedad obviaba esta situación y seguía manteniendo «modelos arquitectónicos caducos apoyados en sistemas preestablecidos, defendiéndolos desde la comodidad, la costumbre y, sobre todo, la rentabilidad», como sostienen los responsables del Pabellón español. A tal respecto, varios arquitectos nacionales, entre los que podemos encontrar a compañeros de la Universidad de Alicante, han respondido a esta incertidumbre eliminando, con perspicacia y valentía, la estaticidad de ciertas certezas asumidas en nuestro día a día.

Aunque estos eventos hayan sido criticados en ocasiones por quedarse en propuestas o manifiestos, argumentado sus detractores que la radicalidad de sus planteamientos falla en su consolidación arquitectónica, debido (en ocasiones) a su carácter utópico y a su incapacidad tecnológica para ser desarrolladas, ello no es óbice para que entendamos y valoremos el éxito de exhibiciones que suponen una auténtica experimentación en busca del avance multidisciplinar.

En efecto, la pandemia actual, sin duda, ha logrado que la pregunta con la que iniciaba esta Bienal de Arquitectura de Venecia fuera más oportuna que nunca, aunque en cierta forma irónica, dado el aislamiento impuesto desde marzo del año pasado. De hecho, aunque puede ser pura coincidencia que el tema se propusiera unos meses antes de la pandemia, muchas de las razones que inicialmente motivaron a sus ideólogos a plantear esta cuestión se han vuelto absolutamente necesarias de responder en la actualidad.

(Luis Navarro Jover es arquitecto profesor de la Universidad de Alicante)

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