El síndrome Ilich

El bucle invisible, de Remedios Zafra, ahonda en los peligros de una «cultura algorítmica» de la que ya formamos parte sin remedio

Ilich

Ilich / porJaimePriede

Jaime Priede

Las amenazas que entraña la opacidad algorítmica, de la que hablamos mucho sin saber a ciencia cierta de qué estamos hablando, así como la autogestión tecnológica, que nos está convirtiendo en sujetos permanentemente conectados, forman parte del campo de estudio de Remedios Zafra (Córdoba, 1973), investigadora en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, desde hace casi dos décadas. El entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital (Anagrama, 2017) fue el punto de inflexión que marcó su carrera al trascender más allá del ámbito académico y llamar la atención de quienes se sentían identificados con una situación carente de respuesta crítica hasta ese momento. El ensayo formó parte de la lista de los 100 libros españoles de lo que va de siglo XXI publicada por Babelia y, más allá de la polémica que suscita toda lista por ser finita y, por tanto, excluyente, su inclusión viene a decir que numerosos lectores se sintieron implicados e interpelados mediante un «esto me pasa a mí». ¿El qué? Pues lo que podríamos llamar el síndrome de Iván Ilich, es decir, la ocultación de una vida tras sucesivas pantallas que acaban por venirse abajo, volverse transparentes y enfrentarnos a una vida vivida como una gran mentira. Por su parte, El bucle invisible vuelve a la carga y ahonda en los peligros de una «cultura algorítmica» de la que ya formamos parte sin remedio. Según nuestro parecer, nos movemos en ella como peces en el agua, pero posiblemente lo hagamos, más bien, como moscas en el cristal de la ventana.

Ilich

Remedios Zafra / porJaimePriede

Desde esa misma vulnerabilidad, Zafra encara el andamiaje de El bucle invisible con el temor a ser malinterpretada como voz que enfatice los males actuales de la vida pública y privada. Advierte la autora que el tono crítico que impera en su escritura no debe entenderse como un posicionamiento ya tomado, a pesar de que el énfasis crítico sea, en ocasiones, como el desvío por defecto de algunos carritos del supermercado. Si bien su escritura está situada en un posicionamiento de alerta, comparte, a lo largo de su desarrollo, sus parcialidades o vulnerabilidades, porque «no busca tener la razón, sino pensar las razones, lograr comunicar o hacerlas reflexivas sin ocultar la posición desde la que habla y mira».

Para ello, la autora cordobesa parte en este ensayo de una premisa con la que nos hemos familiarizado en la pandemia: «Todo lo que prolifera sin ser visto inquieta». Uno de los aspectos más relevantes a lo largo del ensayo es la idea de que el tiempo llamado «de vacaciones» suele convertirse en un tiempo de trabajo «diferenciado», seleccionado por motivador, más pausado por no estar sometido a plazos, pero inquietante al reconocer en él, en ese tiempo cultural del no-trabajo, el único tiempo desocupado del que muchos disponen para el trabajo más libre y siempre pospuesto: lecturas aplazadas, escritura destensada y creativa, etc. Las hiperproductivas inercias de ahora nos abocan a un continuo estar haciendo y estar conectados, condicionados por una burocracia, protocolos y gestiones interminables fruto de la desconfianza en el individuo, que nos somete a un bucle invisible, sibilinamente infiltrada en las «vidas-trabajo». Algo falla, por tanto, cuando el tiempo de descanso o convalecencia es nuestra única tabla de salvación, de la que esperamos la más valiosa inversión reflexiva para el resto del año, las ideas y aportaciones más libres, más liberadas del bucle incesante de lo siempre igual. Nos merecemos habitar durante once meses al año algo más auténtico que los modelos asimétricos derivados de la gestión algorítmica, modelos sesgados y opacos que convierten al sujeto en producto y naturalizan las vidas-trabajo mediante una conexión permanente, haciéndoles responsables de su propio sometimiento mediante formas de «autoexplotación». Lo dice la autora ya camino del final: «La eterna antagonista de la vida no es la muerte, es la propia vida».

Remedios Zafra. | INFORMACIÓN

Remedios Zafra El bucle invisible XXVIII Premio Internacional de Ensayo Jovellanos» Nobel 192 páginas /19 euros / porJaimePriede

Interesante, también, el recorrido al que nos invita la autora cordobesa por diferentes manifestaciones artísticas que condenan ese bucle de repetición constante, en el que repito y vuelvo a empezar, ese bucle que dificulta la interrupción, porque perder la inercia sería como perder la respiración y la vida. El arte interviene modificando esos ritmos de repetición al experimentar con una ralentización que nos desnuda en un golpe de vista. Ralentizarlo, como dice Zafra, permite hacer pensativo lo que cotidianamente no se cuestiona.

Hemos normalizado una vida en las pantallas como si fueran nuestras calles y nuestras casas, pero la lectura de El bucle invisible nos ayuda a reflexionar en profundidad sobre lo que ya habíamos pensado sin querer reparar demasiado en ello por las molestias que nos supone. Ni más ni menos, que esa vida en las pantallas no está gestionada por poderes democráticos, sino por poderes mercantiles con gran control sobre la sociedad, la intimidad y las vidas de las personas, incluida la tuya y la mía.