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Siempre la esperanza

Siempre la esperanza

Siempre la esperanza / JoséJoaquínMartínezEgido

José Joaquín Martínez Egido

Llevaba bastante tiempo viéndolo en la estantería, ofreciéndose a los lectores en la Biblioteca municipal y no me lo llevaba porque, precisamente, su título me apetecía más bien poco. Pero como a todo cerdo le llega su San Martín, al libro de relatos Cuarentena (Tusquets, 2022) de Petros Márkaris, también su momento de lectura.

Se trata de un volumen compuesto por siete cuentos cortos que tienen como tema envolvente y contextual lo que supone vivir una cuarentena. Comienza con los dos únicos textos con el héroe detectivesco del autor, es decir, por el comisario Jaritos, un policía ya muy mayor que ha protagonizado toda una saga de novelas policiacas de Márkaris leídas en medio mundo. Este héroe se caracteriza por, además de ser listo y perspicaz, por su cercanía hacia el común de los mortales, remarcada por su relación familiar, tanto con su mujer, Adrianí, madre y ama de casa, como con su hija, su yerno y su nieto, con importantes rasgos de humanidad en todas sus historias.

En el primer relato, Jaritos debe guardar la cuarentena en casa por haber estado en contacto con un infectado de covid. Si bien en la trama hay un asesinato con esa forma tan lógica de resolverlo, característica de la narrativa del autor, en la que lo preponderante siempre es la acción, centrándose en el caso mediante el procedimiento de planteamiento, preguntas de investigación y resolución, lo más importante es el estar «arrestado» en el domicilio. Esto supone sufrir una convivencia obligada, definir claramente palabras como cuarentena y aislamiento y adaptarse a los medios electrónicos en el trabajo, siempre bajo el prisma de lo conocido por todos. En el segundo texto, se enfrentará a un asesino que se creerá el covid y que mata en su nombre, toda una alegoría.

El resto de los cuentos son más personales e individualizados: una pequeña historia familiar de superación de una familia griega que acaba vendiendo mascarillas pintadas a mano; la vida en la calle y la relación entre dos pobres, Kosmas y Dimos; la historia de tres personajes entrañables como son Pericles, Sócrates y Platón y de sus vidas recogiendo basuras; la rivalidad entre dos propietarios de sendos restaurantes, uno turco y otro griego, y de cómo alcanzar una feliz convivencia; para terminar con un relato a modo de epílogo, más que entrañable, con los recuerdos de niñez y juventud del autor en una isla del mar de Mármara con una metáfora encantadora con una bicicleta encantadora. En todos ellos se promueve un alto grado de empatía y simpatía hacia los personajes, siempre sencillos y eficientes para las historias, con un alto grado de sentimentalidad en cada uno de los finales. Rasgos que se sustentan en puntos de vista narrativos eficientes: en los tres primeros cuentos y en el último el autor opta por la primera persona, mientras que para el resto utiliza al narrador omnisciente de tercera persona.

Esa eficacia temática y narrativa se consigue mediante una prosa muy directa, con el empleo de unos diálogos vivaces y significativos, sin voluntad de complicación dialéctica, ya que el efecto en el lector se consigue con los propios personajes y sus historias, siempre contextualizadas por un componente social y político concreto de los problemas griegos: las relaciones entre los diferentes grupos sociales, las cuestiones históricas y políticas griegas («Mi padre, después de renunciar al comunismo, decidió formar parte del campesinado», p.105), el enfrentamiento constante con Turquía y la emigración griega a Europa. Pero, además ese toque de denuncia no está exento del empleo del humor: «En esta zona, en la época a. C., es decir, antes del coronavirus» (p.133); estrategia que también utiliza para caracterizar lo personal, como en el caso de la mala pronunciación del turco: «Cuando mi madre oía a mi tía decir Merhaba Sikí Bey, o sea, Buenas tardes señor Pene, corría abochornada a esconderse en la cocina» (p.225).

Y ¿Por qué deberíais de leer este libro de cuentos literarios? Porque muestran una realidad que conocemos bien, pero desde una perspectiva geográfica diferente que incide en aquellas cuestiones que, como personas, no nos son ajenas y que pueden funcionar como recordatorio de tantas cosas que dijimos que no íbamos a olvidar durante la pandemia. Además, de que siempre es un placer sencillo leer a Márkaris.