La guerra a través de los ojos de una niña

En Hotel Tito, Ivana Bodroži rememora la Croacia de los años    90 y la contienda de los Balcanes,  que ella misma sufrió

Ivana Bodrožic

Ivana Bodrožic

Diego Marín Galisteo

Hacia el final de Hotel Tito, la joven protagonista escucha la canción Like a Rolling Stone. La guerra de independencia de Croacia está llegando a su fin y encontramos a la chica, ya en el instituto, muy lejos de la niña que vio comenzar la tragedia en 1991, con apenas 9 años. Un tiempo sin hogar, sin dirección de casa conocida. Una época, la de la primera adolescencia, vivida sin rumbo. Con este guiño a la canción de Bob Dylan, Ivana Bodrožić (Vukovar, 1982) mantiene la ambición de una novela llena de huecos sutiles, ángulos muertos que aspiran a encontrar a un lector dispuesto a asumir toda la extrañeza que nace de la mirada de una niña que ha visto demasiada crueldad.

La autora croata tiene la habilidad de manejar esa tragedia para contar una vida que va formándose entre el genocidio y la persecución. Pero lo que muestra también es una felicidad efímera, el amor y todo lo necesario para seguir adelante en medio de las hostilidades, incluso con ese dolor individual que convive con el dolor común a toda una población. Desplazados. Refugiados. La mayor parte del libro, en ese local: el Hotel Tito. Porque todo es Tito, o Josip Broz, jefe del Estado croata de Yugoslavia desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1980; en palabras de Marc Casals, la figura del mariscal Tito, aún hoy, sigue resurgiendo tanto en el debate político como en la memoria de sus habitantes.

Ivana Bodrožic  Hotel Tito   Traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pištelek  Menoscuarto  208 páginas / 17,90 euros

Ivana Bodrožic Hotel Tito Traducción de Luisa Fernanda Garrido y Tihomir Pištelek Menoscuarto 208 páginas / 17,90 euros / Ivana Bodrožic

Estamos ante una novela escrita en clave autobiográfica. Publicada en Croacia en 2010, Menoscuarto ofrece la primera traducción al español directamente del croata, poniendo a nuestro alcance esta trama en la que el descubrimiento personal, en un contexto imposible, queda patente con reflexiones acertadas sobre unos recuerdos que, necesariamente, han de mostrarse fragmentados, incompletos y difusos.

Destacan escenas como una en la que la protagonista se hace socia de una biblioteca municipal, descubre la lectura y ese mundo paralelo al que poder mudarse: «Leía hasta tres libros a la semana. Lo hacía en el parque, en el baño, en el balcón, en el recreo». Los días en casa ajenas, como el tiempo que pasó con una familia italiana. Las otras infancias que encuentra una vez instalada en el hotel y las extrañas maneras de descubrir la amistad, como en este párrafo que revela a la perfección el estilo de la autora respecto a esos hechos cotidianos y pueriles que surgen en mitad de la guerra: «Fueron mis primeros amigos. Biljana e Ivan. Los padres de Biljana estaban separados. Su papá se encontraba en la costa y ella terminó aquí con su madre, que la protegía sin cesar de todos y de todo, después de que las dos sobrevivieran al campo de prisioneros. Me parece que precisamente por esa protección exagerada se había vuelto tan delgada, frágil y transparente. Era como invisible, pero al menos todos la conocían. Me alegró que quisiera ser mi amiga. Más tarde me olvidé de ella». La burocracia y las cartas de ida y vuelta desde 1991 solicitando una vivienda que no llega: «Hoy le ruego una vez más que nos ayude a resolver nuestro problema de vivienda. Mi hermana acaba de empezar la educación secundaria y gracias a sus sobresalientes resultados previos accedió al liceo directamente, pero le toca vivir sola en una residencia escolar, lejos de su madre. Yo soy universitario, pero no tengo condiciones para estudiar, porque vivimos todos juntos en un cuartito de nueve metros cuadrados». Y por encima de todo una familia: un hermano y una madre que también sufren la desaparición del padre, que luchaba con las fuerzas croatas, al inicio de la guerra. Distintos ejemplos con los que remarcar la supervivencia de una niña que lo cuenta todo con asombro, pero también con naturalidad. Que se enamora y que se decepciona. Asuntos que, con nuevas guerras, se mantienen actuales. En la novela, que no es solo una novela contra la guerra, lo humano desborda cada página.

Bodrožić es autora del poemario El primer paso hacia la oscuridad (2005) y la novela negra Rupa (2016), que le valió el Balkan Noir Prize. Con Hotel Tito, un best seller en Croacia, logró galardones internacionales como el Prix Ulysse. Tal vez hoy, en su casa de Zagreb, suene ya de forma distinta Like a Rolling Stone.