El corredor

Perpendicular al sol, la ópera prima de Valentine Cuny-Le Callet, relata un intercambio epistolar con Renaldo McGirt, condenado a muerte por un crimen cometido a sus dieciocho años

Valentine Cuny-Le Callet   Perpendicular al sol   Salamandra Graphic/Finestres   440 páginas / 37,95 euros

Valentine Cuny-Le Callet Perpendicular al sol Salamandra Graphic/Finestres 440 páginas / 37,95 euros / INFORMACIÓN

Álvaro Pons

El audiovisual nos tiene acostumbrados a imágenes y ficciones que tienen su razón de ser en el corredor de la muerte de las cárceles americanas. Películas, series, documentales e incluso realities nos han hablado de las terribles condiciones que viven los condenados a la pena capital con todo lujo de detalles. Sin embargo, el cómic no ha sido tan pródigo en reflexionar sobre la pena de muerte. Se ha mostrado, claro, a lo largo de la historia del comic-book como parte asimilada de una realidad histórica que las viñetas simplemente han reflejado, pero rara vez se ha usado el noveno arte para ahondar en esta temática. Hace una década, la periodista Anne-Frédérique Widmann y el dibujante Patrick Chappatte ilustraron para el diario The New York Times una serie de testimonios de presos en el corredor de la muerte, quedando casi como una excepción que confirmaba una regla no escrita.

La publicación de Perpendicular al sol, de Valentine Cuny-Le Callet (editada en castellano por Salamandra Graphic, con traducción de Carlos Mayor, y por Editorial Finestres en catalán, con traducción de Marta Marfany) llega a las librerías para llenar de golpe ese vacío, llevando al papel el relato de la larga relación epistolar que la joven autora mantuvo con el condenado a muerte Renaldo McGirth. Solo con lo que se cuenta, el libro sería ya indispensable, un contundente relato contra la crueldad extrema que supone la pena de muerte, independientemente de las lógicas flaquezas del argumentario ético que se puedan plantear buscando los ejemplos más cruentos y deleznables, recordando que la gran mayoría de los habitantes de esos corredores son seres humanos que, en algún momento de su vida, hicieron algo que jamás podremos entender, pero que no los exonera de la esperanza en una redención.

Sin embargo, este libro va mucho más allá: la coautoría de McGirth, escondida y oculta por obligación, pero presente en cada página, traslada al espacio del dibujo los centenares de cartas para encontrar en el simbolismo un camino para romper las limitaciones que impone la sociedad que ha condenado a ese hombre a morir. Censuras absurdas que dejan la posibilidad de una simple relación epistolar reducida a un compendio de frases previamente pactadas y aceptadas, a un simulacro de conversación que la creatividad de los protagonistas romperá a través de su trazo.

La combinación de los dibujos de McGirth con el extraordinario talento de Cuny-Le Callet explota en unas páginas de barroca composición donde las imágenes exploran esas palabras cercenadas por la censura para extraer una esencia que estaba oculta, para interpretar el dolor que no llega a expresarse, para entender la impotencia de quien clama una inocencia en la que nadie cree. La historia que se va componiendo nos habla de años de cartas y dibujos, de una relación que llegó a abandonar el espacio de lo imaginario para encarnarse en una visita donde los dibujos dejaron paso a los rostros reales, donde las manos dejan los lápices para agarrarse entre sí. Apenas un paréntesis que dota a la realidad de una extraña sensación de fantasía onírica para certificar como verdadero lo que brota de las páginas en blanco, una vida dibujada en blanco y negro a falta del color que es imposible de ver en una celda donde no hay más luz que la que se filtra casi por casualidad. Puede resultar sorprendente la potencia que la joven autora ha plasmado en su primer relato largo, pero cuando pasamos las páginas, es fácil comprender que no estamos ante una obra normal, que Perpendicular al sol es mucho más que un tebeo: es el intento personal y sincero de recuperar una vida que se sabe condenada a desaparecer.