Los sugerentes tentáculos pulp

Cristina García Marcos (Sico) ensambla en los relatos de La fábrica de cuerpos su obsesión por la identidad

Los sugerentes tentáculos pulp

Los sugerentes tentáculos pulp

Tino Pertierra

La escritora y editora castrillonense Cristina García Marcos (Sico) propone en La fábrica de cuerpos un homenaje a todo lo que un día fue motivo de obsesión: los dibujos animados, la literatura pulp, la serie B, la serie Z y el propio cine giallo de terror ensangrentado, pero sobre todo rinde homenaje a la persona que recogió en guiones cinematográficos todas esas influencias que hoy se metamorfosean en relatos: ella misma hace más dos décadas. Le cedemos la palabra.

«La fábrica de cuerpos», apunta, «es la recopilación de relatos que versan sobre mi obsesión con la identidad. Cuando uno escribe recolecta, consciente o inconscientemente, cuestiones que le inquietan y que muchas veces se quedan en el trasfondo de las historias. Así da igual si el lector es capaz de percibirlas o no con todos sus matices, simplemente forman parte de la arquitectura en este caso de los relatos, y si no siempre se puede quedar en una capa más superficial que es la de leer el libro como si fuese un conjunto de historias disparatadas con personajes disparatados que provienen de la más absoluta irrealidad o del underground más auténtico. El humor es un gran recurso para acoger cualquier tipo de inquietud y devolverla en forma de experiencia apetecible. Cansada de tener un montón de cosas que en su día me costaron mucho esfuerzo crear, desempolvé estas piezas, llamémoslas piezas, de terror, ciencia ficción y ‘animación’, inspiradas en el cine de serie B, o directamente de la serie Z, con su humor blando, absurdo y existencialista, que tenía en un cajón escritas desde hace tiempo para formato audiovisual y que transformé en literatura manteniendo su estructura narrativa cinematográfica y por tanto su dinamismo, por poco descriptiva y muy centrada en la acción».

La idea de la identidad, señala, «está más presente que nunca en los tiempos que corren, fundamentados en la aceleración y el vertiginoso cambio constante, con una excesiva exigencia a actualizarse en temas laborales por la llegada de las IA, con las redes sociales que incitan a la apariencia de algo que nos somos, incluso con la posibilidad acechante de despojarnos a nosotros mismos de nuestra propia creatividad, cognitividad y racionalidad, siendo sustituidos por las máquinas. En cualquier caso, hasta ahora el problema era el mismo y no ha cambiado, la identidad es un constructo de lo que creemos que somos, de lo que queremos ser o todo lo contrario, de lo que queda al alejarnos de lo que no queremos ser, de nuestros gustos, experiencias... es una necesidad humana, un mecanismo que deviene de una falta de amor propio auténtico, real, profundo y estable». «Sr. Malo Jones, la maldad está demodé», «¡Eres una lombriz!», «Un caballo llamado Toulouse», «Cabezas», «Estómago asesino, «W, la fábrica de cuerpos»... Abramos el cajón y...