Un baño de esperanza contra la exclusión social

Cáritas reúne a más de un centenar de personas atendidas en la provincia en una jornada de convivencia en las calas del Cabo de Santa Pola

El obispo Munilla reconoce que el aumento de personas sin hogar "es alarmante"

Un día de convivencia en la playa para personas sin hogar

Áxel Álvarez

J. R. Esquinas

J. R. Esquinas

La mirada cristalina de Alejandro habla sin necesidad de palabras. Sentado a escasos veinte metros de la playa reconoce que se siente en paz consigo mismo. Dice a las claras que se ha graduado en la carrera de la vida y que ahora, por fin, puede encontrarle un sentido a todo lo que le rodea. Ha lidiado décadas con las drogas y en Cáritas encontró un refugio "porque a pesar de los fallos que haya podido tener y de las recaídas, es un sitio de esperanza al que me he agarrado", expone.

Narra que ha pasado por todas las fases malas que puede tener uno. Lleva seis años sin consumir y ha logrado alcanzar una vida normalizada, con una cama, después de años en situación de calle en Elche. Ahora él es quien se para continuamente a hablar con personas sin hogar para acompañarles en esa soledad que viven y que sigue estando muy invisibilizada. "Los conozco, los miro a la cara y veo sufrimiento. Somos personas, no es una bolsa que está ahí tirada, es una persona".

Un momento de la jornada de convivencia de Cáritas en Santa Pola

Un momento de la jornada de convivencia de Cáritas en Santa Pola / Áxel Álvarez

Convivencia en la playa

Él fue una de las más de cien personas que este jueves participaron en una comida de convivencia en el Cabo de Santa Pola organizada por Cáritas Diocesana Orihuela-Alicante. Aprovechando la conmemoración del Corpus Christi, se repitió un encuentro que se ha consolidado tras una década en el litoral de la villa marinera. El fin era que las personas atendidas por la organización humanitaria disfrutasen con total normalidad de un día de ocio en la playa, y se favoreciese la sociabilización entre los usuarios de los centros de pernocta, pisos tutelados y personas sin techo. Alejandro Ruiz, director de Cáritas Elche, apunta que se fletaron varios autobuses para que se produjera el encuentro entre los tres centros de la Diócesis.

Al margen de la infinidad de platos de bacalao con tomate, tortillas y otros manjares que los cocineros de Cáritas y voluntarios prepararon, lo importante fue el ambiente de hermandad que se creó en el merendero próximo al antiguo chiringuito azul. A la cita incluso se sumó el obispo José Ignacio Munilla después de la lectura de la memoria de 2023. El prelado refirió que este tipo de iniciativas contribuyen a pasar de una imagen de modelo paternalista a un modelo familiar "para que ellos se sientan queridos, valorados, y entiendan que formamos parte de una familia".

"Situación alarmante"

Sobre el hecho de que cada vez haya más personas sin hogar, Munilla reconoció que es una situación alarmante y que suele ocurrir que se dan rupturas familiares que fuerzan a algunas personas a vivir en la calle lo que, por la falta de relación con sus parientes, se encuentren sin nadie en el entorno a quien pedir ayuda, lo que "acelera" que esa persona vaya "cuesta abajo" .

Exclusión social

Jesús Fernández, trabajador del centro de acogida de Elche, se mostraba orgulloso de ver la sonrisa de algunos participantes mientras los veía haciendo algo tan sencillo como darse un baño en el mar. El profesional alerta que el ocio es una de las dimensiones de la vida humana en las que también se encuentran excluidas personas sin hogar o con pocos recursos que entran en la red de Cáritas, de ahí la importancia de hacer estas excursiones grupales que durante el año se celebran en distintos puntos de la provincia.

Irina, una de las personas atendidas en Cáritas Elche, recoge alimentos para la comida en el merendero de Santa Pola

Irina, una de las personas atendidas en Cáritas Elche, recoge alimentos para la comida en el merendero de Santa Pola / Áxel Álvarez

A pesar de los intentos por unir a todos los participantes, lo cierto es que también había quienes preferían quedarse al margen apartados. "Está muy marcado el estigma de estar solo porque básicamente vivir en una situación social de exclusión a lo que lleva es a la soledad". Fernández aclara que quienes terminan necesitando recursos no es simplemente porque hayan tenido una mala racha económica, si no que hay un trasfondo mucho más grande "porque han acontecido muchas cosas gordas en su vida que les ha dejado noqueadas".

Aislamiento

Apunta igualmente que después del aislamiento que muchos han sufrido tienen que volver a entrenar el "músculo de las habilidades sociales" cuando llegan a los itinerarios de Cáritas. El centro de acogida en Elche tiene unas cincuenta plazas que están al completo y aunque de media suelen estar alojados entre uno y dos años, hay usuarios que llevan en las instalaciones cuatro años por la carencia de otros recursos como residencias para ser derivados, sobre todo a partir de los 65 años.

Jaime Pascual, voluntario del área de empleo, lamenta que las personas más excluidas suelen ser migrantes que llegan sin papeles "y no les podemos hacer formación reglada pero hacemos proceso de acompañamiento similar para que tengan un camino hecho cuando consigan la residencia". Apunta que dentro de los programas que desarrollan procuran que la formación que se aplica sirva para que las personas atendidas consigan un trabajo digno y estable.

Voluntarios de Cáritas preparan la comida en el merendero de Santa Pola

Voluntarios de Cáritas preparan la comida en el merendero de Santa Pola / Áxel Álvarez

"Al final te machacan, en el buen sentido, para que no caigas, para que cojas las riendas, para levantarte y ver que la vida es una maravilla", cuenta Vicky Celaya, quien atravesó una situación cruda que ha podido superar con muchos ejercicios de habilidades sociales, estimulación cognitiva y terapias con el psicólogo en Cáritas.

Narra que después de un "shock fuerte" por el ictus que sufrió su marido, la pérdida de sus padres, y el hecho de quedarse sin casa, provocó que se aferrase en la bebida, sufriese un ataque neurológico y acabase en el hospital sin apenas poder caminar. Ahora, ya recuperada, la palabra que más repite es "agradecimiento" por volver a sentirse autónoma gracias a haber estado acogida en uno de los céntros de Caritas. "Cuando me dijeron si quería albergue o calle me imaginaba el albergue como un barracón, y nada que ver, llegué y se me abrieron las puertas del cielo", sostiene.

"Mi vida fue girando"

"Llevo ocho años viniendo, primero como participante y ahora voluntario. Tras mucho tiempo de estar en calle toqué la puerta de Cáritas y me sentí muy acogido, mi vida fue girando a ser una persona autónoma y vivir con completa normalidad y dignidad y alejarme de aquellos tiempos", cuenta Miguel Bustamante, que ahora se dedica a aportar su experiencia a quienes se encuentran en un proceso de cambio. "Todo el mundo se merece una oportunidad como yo la he tenido, todos tenemos derecho a cambiar y mejorar nuestra vida", sentencia.

"Cuando llegas a Cáritas muchos nos consideramos que estamos fuera de juego, y tienes que volver a retomar las riendas, y te das cuenta de que es posible". Otro ejemplo de superación es el de Pedro Alberto Marset, que después de encontrar soporte en un recurso de la Diócesis en Orihuela consiguió empleo cuidando a personas mayores y tras su jubilación ahora ejerce como voluntario ofreciendo desayunos en el centro de pernocta de Elche.

Entre risas con la brisa del mar penetrando entre la pinada. Así acabó una cita que recarga las pilas para tener esperanza y vencer la exclusión social.

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