El párroco de la iglesia San Jaime y Santa Ana, Luis López, alzó la vista al cielo y pidió un milagro. Un milagro en mitad de la lluvia para que los benidormenses pudieran sacar a la Mare de Déu en procesión en su día grande. Pero ni siquiera su intercesión divina impidió que el acto, uno de los más solemnes de cuantos conforman el programa de las Fiestas Mayores Patronales, tuviera que acabar a la carrera en mitad del chaparrón.

Los festeros y vecinos de Benidorm volvieron a demostrar ayer su devoción a la Virgen del Sufragio. Y, como ocurrió con la lluvia, lo hicieron a cántaros. Pasadas las seis y media de la tarde, todos los rincones de la Iglesia de San Jaime y Santa Ana comenzaron a llenarse de fieles que, paraguas en mano, esperaban que se produjese el milagro que minutos después rogó también el párroco Luis López. Llovía, pero de forma tenue, así que la Comisión de Fiestas decidió retrasar unos minutos la hora prevista para el inicio de la procesión con la esperanza de que se despejara la tarde, como así ocurrió. Así que pasadas las 19.20 horas, se anunció a los allí presentes que la procesión se celebraría, aunque con un itinerario más corto de lo habitual. No había que tentar demasiado a la suerte.

La cruz de guía, las mayoralas vestidas de manolas y la imagen de San Jaime Apóstol, patrón de Benidorm fueron los encargados de iniciar la procesión, por delante del Abanderado de 2012, Antón Lázaro Martínez; las damas de las cortes de honor y las dos Reinas de estas Fiestas, Andrea Nieto y Andrea Ripoll. La marcha procesional seguía su curso y, antes incluso de que la imagen de la patrona hubiera tenido tiempo a salir del templo, comenzó de nuevo a gotear. Este hecho hizo que la primera parte de la procesión acelerara el paso y generó en el primer tramo del recorrido un enorme hueco, lo que se agravó debido a que el trono de San Jaime continuó sin esperar al de la patrona, pese al lento paso de los Mariners de la Mare de Déu para bajar la cuesta de la calle Mayor sin sufrir ningún resbalón que pudiera poner en peligro la imagen de la Virgen. El empeño de los mayorales por reorganizar el desfile permitió agrupar de nuevo en la calle Alameda toda la procesión, que además también tuvo que parar al inicio del Paseo de la Carretera, para que uno de los marineros cubriera a la patrona con un plástico para protegerla de la lluvia.

Ya superada la mitad del trayecto, vino un nuevo inconveniente, que acabó de marcar el último tramo de la procesión e hizo que los fieles tuvieran que regresar a la Iglesia con un paso más propio de la Legión que de una procesión religiosa. En este caso, volvió a estar ocasionado por la lluvia, que comenzó a arreciar y caer con gran vehemencia y obligó a los fieles a bregar con cirios, paraguas y capuchas, para cubrirse ellos mismos y también para hacerlo con las damas y Reinas. Por cierto, que a la mayor, Andrea Ripoll, no le gustó demasiado este gesto y prefirió aguantar a la intemperie, por solidaridad con los músicos, costaleros y el escaso público que esperaba en la calle a la patrona, hasta que no tuvo más remedio.

Al término de la procesión, los devotos de la patrona le dedicaron la Salve marinera, que tocó la Unión Musical, y el himno de la Virgen del Sufragio, interpretado por Juan Antonio Epinosa en el nuevo y flamante órgano de la parroquia.

Llamamiento a la fe

Por la mañana, el obispo de la Diócesis Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, fue el encargado de oficiar la misa mayor en el día grande de las Fiestas. Murgui reivindicó la fe en una época en la que, a su juicio, la crisis de creencias se impone sobre la económica y destacó la religiosidad que sigue manteniendo una urbe tan cosmopolita como es Benidorm.