En mitad de la debacle sin precedentes a la que la crisis sanitaria del covid-19 ha arrastrado a la sociedad en general y al sector turístico en particular, todavía hay valientes que hacen la maleta y optan por salir de casa para pasar unos días desconexión. Pocos, pero los hay. Turistas que pasan largas temporadas en la Costa Blanca y hacen de la habitación de hotel lo más parecido a su casa; viajeros de proximidad -de la provincia, incluso de la misma comarca- y clubes ciclistas que realizan sus pretemporadas nutren principalmente la ocupación de los pocos establecimientos que resisten todavía con sus puertas abiertas. La mayoría afirma sentirse seguros. Y, aunque las restricciones y el alto índice de contagios de esta tercera ola chocan cada día con las ganas de viajar, muchos clientes siguen sin perder la confianza en el sector.

Es sábado por la mañana y Alfonso y Ángela llegan con sus maletas para hospedarse en un establecimiento de Benidorm. «Venimos de muy cerquita, de Gandía. Es verdad que la cosa está complicada pero llevábamos mucho tiempo sin ir a ningún sitio, sin hacer nada por culpa del coronavirus, y hemos decidido darnos un respiro este fin de semana, aunque apenas salgamos de la habitación». Ricardo Sánchez, director del hotel Cimbel de la ciudad, ubicado en primera línea de Levante, asegura que lo relatado por este matrimonio valenciano de mediana edad es algo cada vez más frecuente en estos tiempos. «Hemos llegado a tener clientes de Calp o de Altea, a menos de quince minutos en coche, que han venido a pasar el fin de semana en el hotel. Es algo que hasta que empezó todo esto habría sido impensable y que ahora se repite todos los fines de semana».

Los hoteles han implementado numerosas medidas para ser espacios seguros contra el covid. | DAVID REVENGA

El cierre perimetral de la Comunidad ha obligado a normalizar este tipo de turistas: los que reservan a ultimísima hora y llegan de muy, muy cerca. Es la única opción. Pero tanto Sánchez como otros directores de hotel consultados reconocen haber tenido también casos de turistas que han intentado esquivar el cierre perimetral de la Comunidad, aunque esta práctica cada día se repite menos: «Tenemos unos controles que dificultan que la gente se salte las restricciones, así que muchos acaban yéndose a apartamentos de alquiler», mantienen.

Frente al turismo de proximidad, otro bocado de la clientela es el de los que prácticamente viven en un hotel. Ferdinand Van Custem y Marie-France Verhelst tienen su casa 15 kilómetros al norte de Bruselas y su residencia en Benidorm. El confinamiento de marzo les pilló en el hotel Madeira y no les quedó otra que hacer las maletas y volver a Bélgica: «El touroperador nos dijo que no había elección». Volvieron a plantarse en la ciudad el 11 de julio, en cuanto amainó la primera hora y los hoteles volvieron a reabrir. Y aquí siguen, desde hace poco más de una semana hospedados en el Cimbel porque el Madeira cerró al pasar Reyes. «Aquí nos sentimos más seguros que en casa y, además, podemos disfrutar de un clima buenísimo. Es cierto que hay muchas restricciones, que Benidorm no es el de siempre porque no hay gente y está casi todo cerrado, pero aquí estamos mejor que en ningún sitio». Como ellos, otros en su misma situación temen que un nuevo confinamiento total les obligara a revivir el mes de marzo. «Si hay hoteles, nosotros seguiremos aquí. Pueden confiar».

Nuevos cierres: un panorama inédito para la planta local

El fin de las vacaciones de Navidad, sumado el endurecimiento de las restricciones decretado el pasado 7 de enero y a la expansión de los contagios, han abocado al cierre a nuevos hoteles en Benidorm, dejando un panorama inédito y prácticamente calcado al del pasado mes de marzo, cuando se produjo el cerrojazo total. Tan sólo cinco establecimientos hoteleros mantienen sus puertas abiertas de lunes a domingo en la capital turística de la Costa Blanca, con ocupaciones que no rebasan el 10-15% mientras que otros tres abren los fines de semana con clientes de proximidad.