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La segunda fase del Centro Cultural de Benidorm, ¿en 2023?

La SPTCV anuncia las fechas para acabar la parte que resta del edificio: dentro de dos presupuestos y en pleno año electoral - Rodes achaca el nuevo retraso de la primera fase a una falta de suministro de microchips

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Así van las obras del Centro Cultural de Benidorm David Revenga

Después de más de más de una década de inicios, paralizaciones y plazos incumplidos, 2023 podría ser el año del principio del fin de las obras del Centro Cultural de Benidorm. Así al menos lo ha avanzado este miércoles Antonio Rodes, el director general de la Sociedad Proyectos Temáticos de la Comunidad Valenciana (SPTCV), la empresa pública de la Generalitat encargada de ejecutar grandes infraestructuras, que afirmó que el Consell prevé incluir dinero para la segunda fase de este proyecto en los presupuestos autonómicos de 2023, año en el que está prevista la celebración de elecciones municipales y autonómicas en la Comunidad.

Rodes visitó este miércoles el edificio para ofrecer explicaciones sobre el nuevo retraso en la finalización de la primera fase, que incluye la construcción de los conservatorios municipales de Música y Danza, una sala menor con capacidad para 450 butacas —menos de las 560 inicialmente previstas— y una cafetería para dar servicio a ambos espacios, y cuya demora ha obligado al Conservatorio a iniciar el curso en instalaciones provisionales diseminadas por distintos edificios municipales. Dentro de estas explicaciones, afirmó que la construcción finalizó el 30 de septiembre pero el edificio no podrá entrar en funcionamiento, al menos, hasta primeros de noviembre, que es cuando esperan que pueda estar acabada la instalación eléctrica definitiva.

Ahora, todas las instalaciones están funcionando con luz de obra, a la espera de poder concluir la puesta en marcha del centro de transformación. Y ahí es donde la SPTCV, según Rodes, está en manos de este «problema mundial ante el cual nos sentimos impotentes», indicó. Según sus explicaciones, para la instalación requerida por Iberdrola en el centro de transformación, está todavía pendiente la instalación de unas celdas que no se han colocado porque «no se han servido los microchips necesarios».

A pesar de que la SPTCV dice haber urgido a la empresa a conseguir los referidos microchips, Elecnor ha trasladado como último plazo finales de octubre para que pueda recibir suministro, una fecha por la que Rodes dice «no poner la mano en el fuego», al tratarse de un problema «a nivel mundial». «Incluso se trató de llegar a una solución provisional con la empresa para agilizar la apertura, pero finalmente se descartó porque no compensaba todo lo que había que hacer para adelantar dos o tres semanas», afirmó.

Tras explicar este contratiempo, el responsable de la SPTCV ha admitido que la obra, cuya finalización estaba prevista para mayo de 2021, ha sufrido un retraso de 4 meses, una demora que, además de a la falta de microchips, atribuyó a los efectos colaterales de la pandemia y a lo ajustado de las obras de urbanización del entorno. También, a que «se trata de un proyecto emblemático, firmado por un gran arquitecto como es Juan Navarro Baldeweg, y por todos es sabido que estos arquitectos son extraordinariamente celosos en cuanto a la vigilancia y la cautela con la que se ejecutan sus obras». Igualmente, afirmó sentirse mal por tener que dar «explicaciones por cuatro meses de retrasos cuando hemos rescatado una obra que llevaba 10 años parada. Yo comprendo y lamento de verdad que el curso de los conservatorios no se haya podido empezar en estas instalaciones, pero peor hubiese sido no poder dar clases aquí nunca», dijo, en alusión a los años de paralización a los que la Generalitat de Francisco Camps y Alberto Fabra tuvieron condenada la obra.

Más de 36 millones de inversión

En este punto fue donde Antonio Rodes sacó pecho. El responsable de la SPTCV destacó que las obras se retomaron en diciembre de 2019, tras una «apuesta y un compromiso personal del presidente» Ximo Puig, de quien dijo que ya ha dado instrucciones para que la segunda fase sea «la definitiva». En estos dos años, la Generalitat ha invertido 12,7 millones, tras una modificación al alza sobre los 10,5 inicialmente previstos, para incluir en el Conservatorio «algunas propuestas que formuló el Ayuntamiento» y que fueron asumidas por el Consell. Estos casi 13 millones se suman a los cerca de 24 que se habían invertido ya en la ejecución de toda la estructura del inmueble, lo que eleva a más de 36 millones el dinero que hasta la fecha ha invertido la Generalitat en esta obra, una de las últimas infraestructuras faraónicas de la época del PP.

La superficie construida en esta fase consta de un total de 11.000 metros cuadrados, de los cuales 2.000 están destinados al auditorio y 9.000 pertenecen al Conservatorio, un centro de estudios que contará a partir de ahora con veinte salas instrumentales, tres aulas teóricas, ocho salas de estudio, una sala de orquesta y coro, una sala de cámara, un aula polivalente, cuatro aulas de danza de gran formato, vestuarios, biblioteca, salas de profesores y área de administración y dirección, además de otros 800 metros cuadrados de terrazas y patios en diversos niveles. «Va a ser uno de los mejores conservatorios que va a haber en la Comunidad Valenciana sin ninguna duda», afirmó el director general.

En la segunda fase, además de acabar de cubrir las tres fachadas que restan, se ejecutará el auditorio mayor, con unas 1.100 butacas; una sala de exposiciones; biblioteca y parking subterráneo, entre otros. El presupuesto de esta última fase, aún sin cuantificar, podría superar los 20 millones.

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