Voy a contarles una historia, estimados lectores, de una pareja en especial, aunque a muchas personas no les parecerá extraño, nada de lo que cuento. Porque por desgracia, hay muchos matrimonios en nuestro país, que están atravesando las mismas circunstancias de desolación económica y moral.

Antonio y Paqui, son una de esas parejas de noviazgos largos, como se llevaban antaño. Unas de esas personas, que por suerte, empezaron a trabajar una vez terminados sus estudios medios, o sea, a los dieciocho años. Por tanto, a los veinticuatro años estaban listos para el altar. Con un piso recién comprado y una flamante hipoteca lista para pagar en veinticinco años. Muebles y enseres completamente pagados y todo dispuesto para emprender una nueva vida juntos, de ilusión y satisfacciones de todo tipo. Hasta ahí todo bien y de color de rosa.

Los niños no llegaban y Paqui se ponía melancólica y triste. Habían pasado ya diez años de enlace nupcial y ese fue, el momento, que la cigüeña eligió para hacer que se cumplieran los sueños de esta pareja de enamorados, tener un hijo. A los nueves meses de embarazo según marca la naturaleza, nació un niño precioso. Ya eran padres, ya su sueño se había cumplido. Hasta ahí una vida dulce y sin problemas importantes, Ahora había que pensar en criar al pequeño Antonio. Los pobres no sabían lo que se les avecinaba. A Paqui la llamó el encargado de la tienda, donde trabajaba como dependienta, desde hacía más de veinte años y le comunica que estaba despedida, por razones objetivas. Ya que el establecimiento no vende lo que debiera y que tenían que recortar por algún lado y donde poner la tijera mejor, que con el personal. Imagínense el disgusto de Paqui y como tenían que replantearse la vida esta parejita de currantes. Pasan dos años y Paquita no ha vuelto a encontrar empleo. La economía familiar, aunque resentida estaba organizada. Tengan en cuenta que Paqui, ya no cobra ni subsidio de desempleo, ni ayuda familiar, ni nada, de nada.

Menos mal, que aún queda para sustentar la economía familiar, el sueldo de Antonio. Aunque el tsunami que se avecinaba era inimaginable. La empresa de transportes donde trabajaba Antonio, conduciendo un camión, promueve un ERE y despide al cincuenta por cien de la plantilla, de forma objetiva, pues han perdido muchos clientes y los pedidos han mermado más de un cincuenta por cien. Y le toca a él, pobre Antonio, como le da una noticia de este calibre a su esposa. ¿Qué va a pasar ahora? De momento al paro, dos años y a buscar un nuevo empleo como más de seis millones de españoles. Y aquí paro el relato, que les seguiré narrando en un próximo artículo, ya que esto no acaba aquí…….