Las historias de vecinos y comunidades de vecinos dan para escribir un libro. Y es que si ya es difícil convivir con alguien en una misma casa, hacerlo con personas desconocidas en espacios comunes, mucho más. Nunca llueve a gusto de todos y siempre hay alguien que se molesta por algo, ya tenga importancia o no. Vete tú a saber.

El último “caso” que hemos encontrado en las redes sociales lo ha compartido Cerciarmy, que cuenta con más de 700.000 seguidores en Twitter y más de 3,3 millones en Instagram. El creador de esta cuenta ha compartido un supuesto mensaje privado que le ha llegado en el que un seguidor le indica que “el otro día salí de mi piso y me encontré una caja con una nota en la puerta del vecino. Me pudo la curiosidad, leí la carta y abrí la caja. Es la cosa más heavy que vas a ver hoy”.

A este mensaje le acompaña una imagen de una carta y una misteriosa caja, efectivamente, a las puertas de una vivienda. Vamos con la carta porque no tiene desperdicio. “Estimado vecino del 5B. He estado estudiando recientemente su comportamiento y puedo casi afirmar rotundamente que pasea a su canino de lunes a viernes a las 7 de la maña y a las 8 de la tarde”. Ya de entrada, el control vecinal se hace cuanto menos… sospechoso.

“Percibo por los horarios que su trabajo tiene turno de tardes, (todavía no sé en qué trabaja pero no me costará tiempo averiguarlo) por si algún día se le olvida algo y tengo que hacerlo entregar en su oficina”, sigue la misiva. “El pasado lunes (ayer) usted olvidó un objeto en las zonas comunes de nuestra querida urbanización, tenía pensado llevarlo a objetos perdidos, pero sé que es suyo, quizá esté deteriorado porque lo pisé sin querer con mi zapato, pero aquí lo tiene. Un cordial saludo, su vigilante”.

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Llegados a este punto parece evidente que dentro de la caja el inquilino de la vivienda no va a encontrar un fajo de billetes ni una caja de bombones. Y efectivamente. Dentro de la caja había un buen trozo de caca de perro con las letras inscritas en el cartón “paquete muy frágil, muy valioso”. Parece ser que el vecino interpelado no era muy dado a recoger los excrementos de su perro y un vecino, harto, ha decidido que si bien lo dejaba en las zonas comunes, también podía acompañarle dentro de su hogar.