"Yo soy el caso sospechoso de virus de Marburgo y nunca tuve que haberlo sido"

Borja, un joven valenciano de 34 años, fue el "posible" caso de fiebre hemorrágica de Marburgo que mantuvo en vilo a toda España en febrero

Según denuncia, no cumplía con los criterios para que se activara el protocolo y en la clínica privada donde le atendieron "falsearon después el informe para cubrirse"

"Podía haber muerto de malaria porque me tuvieron 30 horas sin el tratamiento"

Borja, consultando los papeles sobre su ingresos hospitalario en un momento de la entrevista con Levante-EMV.

Borja, consultando los papeles sobre su ingresos hospitalario en un momento de la entrevista con Levante-EMV. / FRANCISCO CALABUIG

Se llama Borja, tiene 34 años y aún está en tratamiento por la ansiedad de haber sido el primer caso investigado en España por fiebre de Marburgo. Lo peor no es haber creído que podría ser portador de esta enfermedad, emparentada con el ébola y altamente letal, sino el comprobar después que la (falsa) alarma que mantuvo en vilo a finales de febrero a la Comunitat Valenciana y a toda España, ni siquiera se tenía que haber dado porque su caso "no cumplía los criterios" para ser tratado como sospechoso y que la clínica privada en la que le atendieron y activó el protocolo "falseó después la documentación y las respuestas que di para cubrir su error".

Es la acusación que este joven valenciano hace ahora, siete meses después, porque antes no se ha sentido "fuerte" para hacerlo. La "pesadilla" de Borja comenzó el viernes 24 de febrero. Acababa de volver de un viaje de mes y medio a Guinea Ecuatorial, el país de origen de su madre y en el que a principios de año se había decretado un foco de esta fiebre hemorrágica. Justamente, un día antes de que Borja se presentara en la clínica, el Ministerio de Sanidad decidió poner en marcha un protocolo para detectar de forma precoz y saber qué hacer ante posibles casos de contagiados, como en su día se hizo con el ébola, debido a las "intensas" relaciones comerciales y de tráfico de viajeros que España tiene con la antigua colonia.

Ahí es donde se especifica que cualquier caso sospechoso tiene que tener síntomas compatibles, él los tenía pero, además, cumplir también con el criterio epidemiológico: haber estado en un área donde haya transmisión del virus (o no) pero en todo caso haber estado en contacto con un caso o con sus fluidos.

"Ni había estado en contacto ni tenía diarrea hemorrágica. A todo contesté no"

Y fue en ese delicado momento, con la alarma en el ambiente tras la salida del protocolo, cuando Borja se presenta en un hospital privado de la capital valenciana con síntomas de lo que él consideraba una malaria (y así era) pero que podían casar también con el virus de Marburgo. Y empezó su odisea. "Me preguntaron directamente si había estado en contacto con gente enferma o con fluidos de personas con fiebre de Marburgo o si tenía diarrea hemorrágica y a todo dije no". Es más, él tenía claro que era malaria y así lo transmitió. "He estado viviendo años en Guinea y la he pasado ocho veces. En esta ocasión no me tomé la medicación preventiva y estaba seguro de que era eso, además mi madre sí se había vacunado y estaba perfecta", explica. Y así lo expuso al médico.

Pero, pese a la explicación y a responder "negativamente" a todas las preguntas que le habrían hecho caer dentro de la categoría de posible caso de fiebre de Marburgo, a Borja lo llevaron a una habitación aislada avisándole de que habían activado el protocolo. "Yo lo tenía muy claro que era malaria y pedí que me hicieran la prueba pero, nunca puedes descartar nada, es obvio, y me asusté muchísimo", recuerda. La alerta nacional se había activado.

Este "exceso de celo", terminó con Borja camino del Hospital La Fe en una ambulancia dotada con una urna de aislamiento y escolta policial. "Al principio me negué a meterme en esa cápsula. Todo el mundo alrededor con los trajes de seguridad... Tenía en la cabeza las imágenes del caso del ébola y era lo mismo", rememora. Los profesionales de la SAMU volvieron a hacerle las mismas preguntas "y yo respondí lo mismo, que no había estado en contacto con ningún enfermo". A su llegada a La Fe lo instalaron en una habitación de alto aislamiento, las preparadas para estos eventos. Le hablaban por teléfono o interfonos y dentro de la habitación tenía "hasta la comida y los medicamentos para varios días".

Sin tratamiento para la malaria hasta que llegó el negativo

Por tercera vez tuvo que responder a lo mismo pero esta vez ante el equipo de Enfermedades Infecciosas, del que solo tiene buenas palabras. "Nunca nadie me lo verbalizó pero se notaba que ellos consideraban que había sido un error". El problema es que, una vez activado el dispositivo, los profesionales de La Fe tenían las manos atadas para tratar a Borja de la malaria. "Cuando me he contagiado otras veces, me han medicado inmediatamente porque la malaria puede tener una mala evolución de forma rápida pero allí, no podían hacer nada hasta que saliera el resultado" de la muestra que habían mandado al Instituto Carlos III de Madrid.

A su madre también la entrevistaron y ni siquiera consideraron el mantenerla en el hospital: "si hubieran tenido sospecha de que era virus de Marburgo, realmente no la hubieran dejado marchar", razona Borja.

En La Fe no hubieran dado la alarma

Aislado, Borja tuvo que esperar hasta que el sábado por la tarde los resultados llegaron de Madrid. Negativo. Ahí, sí, le hicieron rápidamente la prueba de la malaria "y fue positiva. Al poco ya me estaban poniendo el tratamiento y noté la mejoría". Era un sábado por la tarde, el lunes Borja pedía el alta para irse a casa con un informe en el que se destaca "hasta en tres ocasiones" que él "no cumplía estrictamente la definición de caso en investigación" según pone textualmente ni había estado en contacto con ningún enfermo. "Si hubiera ido directo a la Fe no hubieran dado la alarma", razona.

Borja, en un momento de la entrevista.

Borja, en un momento de la entrevista. / FRANCISCO CALABUIG

La pesadilla, sin embargo, aún no había terminado. A los pocos días fue a la clínica privada para retirar los informes y saber los nombres de los profesionales que le atendieron en previsión de iniciar acciones legales y ahí reflejaban unas respuesta que él no había dado. "Pusieron literalmente que el motivo de la consulta era 'exposición a líquidos orgánicos de otras personas' y que yo había estado en contacto con personas contagiadas, cosas que no son verdad y así les contesté cuando me atendieron".

Exceso de celo

"Entiendo que hubiera exceso de celo al activar la alerta en esta clínica, le puede pasar a cualquier médico que quieras estar lo más seguro posible y más en un momento así pero no manipules después para cubrirte las espaldas. Es indignante y vergonzoso", denuncia ahora Borja que ha pasado en estos meses por varios episodios de crisis de ansiedad por lo sucedido.

Borja ha presentado sendas quejas, ante la clínica y ante la Conselleria de Sanidad aunque de los equipos de la pública (desde los de la SAMU hasta de La Fe) no tiene más que buenas palabras pero no deja de preguntarse qué hubiera pasado si la malaria hubiera acelerado en su organismo. "Podría haber muerto de malaria por el retraso en tratarme. Estuve 30 horas sin recibir el tratamiento. Entiendo que se equivocaran pero qué menos que una disculpa, no hacía falta mentir".