Palabras infantiles para afrontar el trauma del cáncer

Mi mamá no tiene pelo es un relato ilustrado escrito en primera persona por una alicantina desde la perspectiva de los sentimientos de un niño cuando su madre le cuenta que está enferma

Una de las ilustraciones que forman parte de Mi mamá no tiene pelo, elaborada por Begoña Amat. | INFORMACIÓN

Una de las ilustraciones que forman parte de Mi mamá no tiene pelo, elaborada por Begoña Amat. | INFORMACIÓN / VERÓNICAROCHE

Olga Avellán fue diagnosticada de cáncer de mama en 2019, con 38 años, un niño llamado Alejandro de tres años y embarazada de dos meses de su pequeña Andrea. Lo primero que pensó tras esa noticia fue: «¿y ahora cómo se lo cuento yo a mi hijo?». Lo que pensaba su hijo era: «¿por qué mi mamá ya no juega conmigo?» Así nació Mi mamá no tiene pelo, un cuento ilustrado que sirve como herramienta para ayudar a los más pequeños a asimilar la enfermedad de un ser querido.

Olga Avellán, autora de Mi mamá no tiene pelo.  | INFORMACIÓN

Olga Avellán, autora de Mi mamá no tiene pelo. | INFORMACIÓN / VERÓNICAROCHE

Esta alicantina, madre y periodista quiso que su historia contra el cáncer sirviera para todos aquellos que pasen por enfermedades y no sepan cómo contarlo a sus pequeños. «El proyecto nació de la necesidad de contarle a Alejandro, mi hijo mayor, lo que estábamos viviendo en casa» y es que a Olga le detectaron un cáncer muy agresivo que la llevó a una mastectomía de urgencia y un tratamiento muy intensivo que la dejó débil. «Nos distanciamos por miedo», cuenta.

Cuando esta madre intentó buscar la forma de contarle a su hijo lo que estaba pasándole decidió recurrir a los cuentos. «Mi marido y yo buscamos como locos el cuento que hablara de emociones, que le hicieran entender lo que ocurría, pero no había ninguno». Así, decidió escribirlo ella misma, utilizando como hoja de ruta las emociones que estaba sintiendo y verbalizando su pequeño. «Al contárselo a mi pequeño, me lo estaba contando a mí también. Fue un ejercicio de autoasimilación», relata.

Andi es el protagonista de esta entrañable historia que trata sobre los sentimientos experimentados por el niño frente a los cambios producidos en su vida por el cáncer de mama de su madre. Mi mamá no tiene pelo cuenta en primera persona cómo Andi, de un día a otro, empieza a ir muy a menudo a casa de unos amigos, a casa de sus tíos, muchos días se va antes de comer con el abuelo, sin entender porqué su madre ya no está con él como lo estaba antes. «Ella cansada, él perdido. Los dos perdidos», señala la autora. Así es como el cáncer los aleja y les afecta emocionalmente, hasta que un día su madre habla con él y le cuenta lo que le está pasando. Al involucrarlo en este duro proceso, Andi empatiza con su mamá y vuelven a vivir la unión que tenían antes. «Porque vivir el proceso juntos hace que todo sea más fácil», relata Olga.

Colorterapia

Esta historia tiene detrás a Óscar Amat, coautor del cuento y profesor de educación Primaria especializado en la asimilación del aprendizaje en niños con capacidades diferentes y a Begoña Amat, quien es la encargada de darle vida a la historia a través del dibujo. Algo fundamental de los cuentos son las ilustraciones, así, decidieron recurrir a la colorterapia para atraer la atención de los más pequeños. «Son ellos mismos los que le ponen nombres a las emociones que ven en las ilustraciones del cuento», narra la autora.

El proyecto cuenta también con la participación de un psicólogo clínico, tres psiquiatras infantiles y dos pedagogas con el objetivo de adaptar el lenguaje a los más pequeños para que estos asimilen de qué está hablando la historia y se liberen de una sensación de soledad, exclusión e incomprensión ante el «secretismo» que en muchas ocasiones hacen uso los adultos en momentos donde la enfermedad acecha.

«Cuando mi hijo aceptó y asimiló que yo estaba enferma empezó a empatizar conmigo, fue una de las mejores medicinas», cuenta la periodista.

Así, Olga explica que este cuento, pese a que esté pensando para niños de entre 3 y 7 años, sirve también como terapia para los adultos. «La historia tiene un mensaje bidireccional, que nos hace reflexionar a todos», explica. Y es que adultos y niños pasamos por fases parecidas a la hora de aceptar y entender una enfermedad. «El final de Mi mamá no tiene pelo es la aceptación, algo por lo que todos y cada uno de nosotros tenemos que pasar en cualquier situación», cuenta.

En estos momentos, Mi mamá no tiene pelo está sumido en una campaña de micromecenazgo para recaudar todos los fondos necesarios y producir el máximo numero posible de ejemplares. De la mano de la Editorial y Productora Cultura La Voltereta, con una campaña de preventa que ha superado todas las expectativas, el cuento verá la luz en octubre, coincidiendo con el Día Mundial Contra el Cáncer de Mama.

Además, el 50% de los fondos recaudados irán destinados a la creación de una beca de investigación para la detección temprana del cáncer de mama que se gestionará a través de la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA) y con la colaboración de Mujeres Afectadas de Cáncer de Mama de Aspe.

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