El largometraje de un alicantino que retrata a todos los forasteros del mundo

El director de Pego Sergi Miralles rueda una comedia sobre la xenofobia cotidiana en cualquier generación: una costurera de la Marina en París, un frutero pakistaní en València, un joven actual del interior de la provincia en Manchester

El director pegolino Sergi Miralles dialoga en el rodaje con la actriz alcoyana Neus Agulló.

El director pegolino Sergi Miralles dialoga en el rodaje con la actriz alcoyana Neus Agulló. / LAIA LLUCH

Arturo Ruiz

Arturo Ruiz

En el mundillo del cine es costumbre que cuando un rodaje se encuentra a punto de finalizar a los miembros del equipo se les regale una camiseta conmemorativa de la película: en el caso de la que está dirigiendo el director de Pego Sergi Miralles, en la parte posterior de la prenda se puede leer en grandes letras blancas la siguiente frase: «Todos somos forasteros».

Y es que de eso va este largometraje: L’àvia i el foraster. La trama cruza en un solo hilo argumental la historia de tres personas que en algún momento de su existencia se sintieron extrañas, extranjeras, en un mundo que no era el suyo: la costurera de cualquier pueblo de la Marina que tuvo que marcharse en los años sesenta a ganarse la vida a Francia; el frutero pakistaní que llega a un pueblo en el que le tachan de «moro»; el joven de cualquier localidad de esa misma comarca alicantina que tuvo que emigrar a Inglaterra ya en este áspero siglo XXI a ganarse el futuro. 

Con sensibilidad, ironía pero también algo de mala leche, el largometraje con el que Miralles debuta al frente de la dirección después de una larga trayectoria de técnico y de forjador de cortos, plasma la xenofobia cotidiana: esa que no necesita de proclamas agresivas sino que se destila en la vida cotidiana, en las cosas pequeñas de cada día. 

Producida por Aire de Cinema y Alhena Production, la cinta cuenta la historia de Teresa, la costurera de un pueblo que recibe una propuesta especial de Samir, el pakistaní de la frutería, que en realidad era sastre en su país. Los dos colaboran, pero lo tienen que hacer en secreto por miedo a lo que puedan decir en el pueblo. De repente Teresa muere y Enric, su nieto que vive en Manchester, vuelve al pueblo en plena crisis vital. Porque se sentía extranjero en esa ciudad británica pero ahora también se ve extraño en el pueblo que le vio nacer.

En la película anidan así otros anhelos universales: la nostalgia por la tierra propia o el respeto hacia el diferente. Prueba de eso último es que conviven hasta cuatro idiomas: valenciano, castellano, inglés y urdu. Son las lenguas que hablan Teresa, Samir y Enric, estos tres migrantes en momentos diferentes, pasado, presente y futuro de un mundo donde, al fin y al cabo, todos somos forasteros

El largometraje está protagonizado por la veterana actriz de Alcoy Neus Agulló, por el indio establecido en Barcelona Kandarp Metha y por Carles Francino, conocido por su participación en series como Víctor Ros, Hospital Central y Amar es para siempre.

El guion, obra de Miralles y de la también productora ejecutiva de la cinta Mila Luengo, podría haber sido concebido en cualquier pueblo del interior de la provincia de Alicante. Bebe mucho de Pego, por supuesto, enclave natal del director, cuya familia regenta el autocine más antiguo de España, ubicado en la cercanísima playa de Dénia. Miralles se crió pues desde bien pequeño entre planos y secuencias

Curiosamente lo más grueso del rodaje, que comenzó a mediados de junio y concluirá esta semana, se ha realizado en Algar de Palància, toda vez que se encuentra a menos de cincuenta kilómetros de València, que es de donde procede el equipo técnico. Algar, con menos de 500 habitantes, se ha convertido estas semanas en un inmenso plató, en una fiesta del cine: más de la mitad del pueblo ha participado en el rodaje como figuración.