Un experimento musical democrático y solidario

Un grupo de 24 personas ciegas interpreta el Himno a la alegría en las Cuevas de Canelobre de Busot con un sistema y unos instrumentos adaptados por el musicólogo e investigador Carlos Blanco Fadol, dentro de un proyecto internacional 

Música con invidentes en las cuevas de Canelobre

INFORMACIÓN

Es democrático porque no selecciona a la persona por sus condiciones naturales para la música y es solidario porque todos se necesitan entre sí. Esta es la base de la metodología con la que trabaja el musicólogo e investigador Carlos Blanco Fadol, que ha creado un sistema para que las personas ciegas puedan interpretar música. Lo hizo el pasado fin de semana en las Cuevas de Canelobre de Busot con un grupo de 24 personas ciegas y 12 guías para que juntos interpretaran el Himno a la alegría.

Para ello cada invidente tenía en sus manos un angklung, instrumento del sureste asiático que Blanco ha adaptado, una especie de marimba de mano que se agita cuando el guía les aprieta el hombro, siguiendo sus instrucciones que va marcando en un cartel. «De esta forma, el discapacitado visual puede ejecutar, con un resultado siempre perfecto cualquier tipo de melodía en un tiempo récord y con ello estimular su realización personal», asegura el musicólogo que ha visto a varios intérpretes «mocionarse en plena actuación». Además, este instrumento ofrece una sola nota en octavas, pero para crear las melodías «hace falta la participación de las otras notas que tienen sus compañeros».

Algunos de los invidentes participantes en el acto.

Algunos de los invidentes participantes en el acto.

Ecolocalización

El primer concierto de este tipo lo realizó en este mismo espacio en 2019, aunque ahora perfeccionando la técnica y con un nuevo ingrediente esperanzador ya que estuvo precedido de una experiencia de ecolocalización. Los científicos encontraron pruebas de que los lirones ciegos de Vietnam podían esquivar obstáculos en un entorno de total oscuridad. Se descubrió que las vocalizaciones que emitían tenían similitud a las empleadas por los murciélagos cuando usan la ecolocalización. De esta forma a través del eco de los ultrasonidos que emiten, que actúan a manera de radar y son imperceptibles para el oído humano, pueden crear un mapa mental de su entorno y moverse con fluidez, sin tropiezos y con la posibilidad de captar a la perfección insectos tan diminutos como un mosquito.

Todas estas investigaciones llevaron a Blanco Fadol a experimentar en las Cuevas del Canelobre, utilizando dos gongs asiáticos y una caracola marina del Caribe, que hace las veces de trompeta, dispuestas en diferentes alturas de la cueva. Al hacerlos sonar alternativamente funcionaron como ecolocalizadores, intentando ofrecer con el eco una idea aproximada de las dimensiones de la cueva, a los ciegos participantes.  

Un monento de la interpretación del "Himno a la alegría"

Un monento de la interpretación del "Himno a la alegría"

«Estas experiencias me han llevado a diferentes hipótesis y preguntas: ¿podría existir la posibilidad de crear una tecnología para discapacitados visuales donde la ecolocalización incida del oído hacia las áreas cerebrales relacionadas con la visión de la persona ciega , y que le proyecte en la mente el entorno que lo rodea, como sucede con el lirón ciego de Vietnam o el murciélago? Dejo esta sugerencia para que investiguen los científicos e ingenieros».

Este experimento, al que asistió el presidente de la ONCE de la Comunidad Valenciana, Enrique Llin, acompañado de los delegados territoriales de Alicante y Valencia, además del alcalde de Busot, Alejandro Morant, tiene como objetivo crear una escuela de música para ciegos, «con una vertiente de talleres de fabricación de instrumentos utilizando herramientas especialmente adaptadas para ciegos» y con la creación de la orquesta Oír y Tocar con Otros Ojos para invidentes. Esta escuela ya está funcionando en México y está en proceso en Perú, Uruguay y Rumanía.