La falta de oferta lleva el precio de la vivienda en alquiler de la provincia de Alicante a su máximo histórico

El coste medio del arrendamiento se sitúa en 1.008 euros, por encima de los años de la burbuja inmobiliaria, aunque llega a superar los 1.800 en Benidorm y los 2.500 en Finestrat

Una mujer pasa por delante de un escaparate de una inmobiliaria alicantina.

Una mujer pasa por delante de un escaparate de una inmobiliaria alicantina. / AXEL ALVAREZ

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Se veía venir y, al final, ha terminado sucediendo. La imparable escalada del precio de la vivienda en alquiler en la provincia ha propiciado que alcance su máximo histórico, por encima de lo que se pagaba en los años de la burbuja inmobiliaria. El coste medio del arrendamiento en el conjunto del territorio se sitúa en 1.008 euros, casi un 30% más que a principios de año, aunque llega a superar los 1.300 en Alicante, los 1.800 en Benidorm o, incluso, los 2.500 en Finestrat. Desde las inmobiliarias atribuyen el fuerte encarecimiento a la falta de oferta en un contexto de incremento de la demanda, aunque también a algunas prácticas especulativas por parte de inversores que han puesto sus ojos en el mercado de la vivienda.

Un simple vistazo a las estadísticas del portal inmobiliario Enalquiler pone en evidencia la espiral alcista en la que se encuentran inmersos los precios. En el caso de la provincia de Alicante, el coste medio de los arrendamientos está situado por encima de los 1.000 euros, pero la realidad es muy diferente en cada municipio, dependiendo de sus particularidades. Así, es en las poblaciones de la costa, más expuestas a las tensiones que genera el turismo, donde se registran los precios más altos. La localidad que se lleva la palma es Finestrat, donde el coste medio del alquiler es de 2.525 euros tras un incremento del 48,6% desde que arrancó el año. También destacan los 1.826 euros de Benidorm tras un aumento del 31,2%, o los 1.838 de la Vila Joiosa después de una subida del 58,1%. Con todo, el municipio que ha experimentado un mayor incremento en términos porcentuales es El Campello, donde la vivienda se paga a 1.543 euros al crecer su coste en un 69%. En Alicante ciudad, asimismo, el precio medio es de 1.388 euros como consecuencia de un aumento del 10%.

También hay poblaciones en las que el coste del alquiler se ha reducido ligeramente, aunque continúa por las nubes. Este es el caso de Calp, con una bajada del 26,1% que ha dejado la tarifa en 1.625 euros; Altea, con un 10,4% menos y 2.228 euros; Santa Pola, con una caída del 6,8% y 1.340 euros; y Xàbia, con un descenso del 0,1% y 1.651 euros.

Lejos de estos precios tan elevados aparecen municipios como Elche, con 672 euros de media tras una subida del 22%; o Alcoy, con 472 euros tras un aumento del 13,5%. En Orihuela, donde el coste se ha reducido en un 24,4%, el precio es de 757 euros.

Un informe realizado por Fotocasa pone en evidencia que el incremento del precio registrado en la provincia de Alicante ha seguido una línea muy similar al computado en el conjunto de España, hasta el punto de que solo en las comunidades de Aragón y Castilla-La Mancha no se han superado, de momento, las cotizaciones máximas que llegaron a alcanzarse durante la burbuja inmobiliaria, allá por el año 2007.

La directora de Estudios de este portal, María Martos, destaca que, efectivamente, el mercado del alquiler está en máximos históricos. Según sus palabras, «el arrendamiento vive una situación alarmante de crisis de precios y la tendencia sigue siendo alcista. Entre las razones de este incremento se encuentran que la demanda de alquiler ha resurgido de manera tan rápida que al mercado no le está dando tiempo a absorberla, a lo que se une el descenso de la oferta y la

Este aspecto, añade Matos, «provoca un desfase todavía más acentuado entre la oferta y la demanda, que hace que la vivienda de alquiler se encarezca de forma muy significativa. Nunca habíamos detectado un ritmo de encarecimiento tan acusado».

Y en este pronóstico coinciden los expertos alicantinos. El director de la agencia inmobiliaria Abaco, Juan Carlos Sempere, no duda a la hora de señalar que «hay mucha más demanda que oferta. La realidad es que, mientras los habitantes de las grandes ciudades han crecido de manera considerable en los últimos años, el ritmo de construcción de viviendas no ha ido ni mucho menos en paralelo, y eso se está dejando notar ahora, cuando nos encontramos con que no hay casas para atender las numerosos peticiones que nos llegan. Una evidencia de que no hay suficiente oferta es que hay viviendas que no duran ni 24 horas en stock».

Ese, insiste Sempere, es el principal factor, pero también hay otros, como algunas prácticas especulativas que están penetrando en el mercado inmobiliario de la provincia, sobre todo en las zonas de costa. «Estamos viendo -subraya- que están llegando inversores extranjeros, sobre todo de los países del Este, que han visto en la vivienda un ámbito de negocio. Y eso se está traduciendo en unos precios desorbitados, que contribuyen a hinchar esta dinámica alcista».

El responsable de la inmobiliaria también hace referencia a un tercer elemento, como es el de la inseguridad jurídica de los propietarios a la hora de poner sus pisos en alquiler ante el temor a los impagos, lo que propicia que también se le estén pidiendo elevadas fianzas a los arrendatarios. En cualquier caso, destaca, «ese es un problema que se soluciona con el seguro de arrendamiento. Insisto en que el problema fundamental es que no hay suficiente oferta».

En similares términos se expresa Pedro Casamayor, de la inmobiliaria alicantina Casamayor, quien no duda a la hora de señalar que «el problema es grave. Nos encontramos en un escenario en el que prácticamente no hay oferta, mientras que la demanda está igual de robusta».

Una vivienda en alquiler en la playa de San Juan.

Una vivienda en alquiler en la playa de San Juan. / AXEL ALVAREZ

A todo ello está contribuyendo, explica, el aumento de la inflación y de los tipos de interés, que propician que las personas que no pueden acceder a una hipoteca se decanten por alquiler. También la inseguridad jurídica, que está trayendo como consecuencia que algunos propietarios hayan apostado por la venta o por los alquileres turísticos. Y, además, suma otra cuestión, como la guerra de Ucrania, «que ha hecho -explica Casamayor- que mucha gente de este país esté viniendo en masa a la provincia, tanto la que tiene un poder adquisitivo bajo como alto, añadiendo más presión al mercado inmobiliario».

Toda esta conjunción de factores, resalta, está tirando de los precios. Y pone como ejemplo a la ciudad de Alicante, donde en la zona centro de la ciudad se están pagando entre 800 y 900 euros por un alquiler de una vivienda de dos dormitorios, mientras que las de tres superan ampliamente los 1.000. Estas cotizaciones son incluso superiores en otros puntos, como en el denominado PAU 5, donde los pisos de dos dormitorios rondan los 1.800 euros.

Desde diversos sectores se responsabiliza a las viviendas turísticas del incremento de los precios del alquiler, pero eso es algo que rechaza de plano el presidente de la Asociación de Apartamentos Turísticos de la Comunidad Valenciana (Aptur), Miguel Ángel Sotillos, que también es agente de la propiedad inmobiliaria en Benidorm. Según indica, «son dos productos totalmente diferenciados. De hecho, mientras las viviendas turísticas pueden haberse encarecidos entre un 8% o un 12%, los arrendamientos para todo el año son los que se han disparado totalmente, debido, entre otras cosas, a las reticencias de los propietarios a poner sus viviendas en alquiler».

Sotillos, en este sentido, aboga por buscar un equilibrio entre los derechos de los inquilinos y de los dueños, sobre la base de que «si no se genera vivienda pública y no se consigue convencer a los propietarios para que alquilen sus pisos, nos encontraremos ante un problema sistémico, porque hay mucha vivienda sin uso debido a que sus dueños no se fían».

Así que coincide con los responsables de las inmobiliarias en que el problema radica en la falta de oferta que hay ahora mismo en el mercado, algo que, indica, está íntimamente ligado a la reducida actividad constructora. «Actualmente resulta muy farragoso construir viviendas, y el resultado es el que estamos viendo, con una escalada incesante de los precios que no sabemos dónde va a llegar», asevera.

Por todo ello, insta a las Administraciones Públicas a poner en marcha medidas efectivas. «Lo fácil -lamenta- es responsabilizar a la vivienda turística de todos los males, pero es evidente que eso no coincide con la realidad».