Rusos y ucranianos compran casi 2.700 viviendas en Alicante en el último año

El número de transacciones aumenta un 25% con respecto a 2022, cuando ya se vivió un boom de operaciones de ciudadanos de estos países que huían de la guerra

El auge de estos mercados atenúa la caída de ventas que experimenta el mercado internacional en la Costa Blanca

Una inmobiliaria con carteles en varios idiomas, entre ellos el ruso.

Una inmobiliaria con carteles en varios idiomas, entre ellos el ruso. / Pilar Cortés

David Navarro

David Navarro

Lejos de frenarse, la venta de viviendas a ciudadanos rusos y ucranianos siguió creciendo con fuerza en la provincia de Alicante durante el año pasado, impulsada por la llegada de nuevas familias que huyen del conflicto entre ambos países y también por el asentamiento definitivo de muchos de los que se refugiaron en la zona durante el primer año de guerra. Unos refugiados que inicialmente optaron por el alquiler, con la esperanza de que el enfrentamiento tuviera una duración corta, pero que ahora se decantan por la compra ante la perspectiva de que el conflicto se prolongue o, incluso, se cronifique.

De esta forma, a lo largo de 2023 los ciudadanos de estas dos nacionalidades adquirieron hasta 2.691 viviendas en la provincia, lo que supone un 25% más que en 2022, cuando ya se había registrado un incremento del 73%, de acuerdo con las últimas estadísticas del Colegio Notarial de Valencia, que abarca toda la Comunidad.

Como era de prever, ya que son los que sufren las consecuencias de la guerra en su propio país, los más numerosos fueron los ucranianos, con un total de 1.400 operaciones, un 35% más que el año anterior, y más del triple de las que eran habituales antes del conflicto. "El primer año, aunque también hubo muchas ventas, la mayoría de las familias que llegaron de Ucrania buscaron un alquiler, porque pensaban que volverían pronto. Pero ahora, al ver que no ha sido así, están buscando comprar para tener más estabilidad y que los niños puedan seguir en el colegio", explica el CEO de la inmobiliaria KN Elite, Ihor Katrych.

Una de las cosas que llama la atención es el escaso importe medio de las operaciones, que rondó los 125.000 euros, algo que Katrych vincula con las dificultades que los ucranianos tienen para sacar el dinero de su país, ante las restricciones que aplica el Gobierno de Kiev para evitar una fuga masiva de capitales.

Una inmobiliaria en Benidorm.

Una inmobiliaria en Benidorm. / David Revenga

En este aspecto, los precios relativamente asequibles que se pagan en la provincia en comparación con otras zonas como la Costa Brava o la Costa del Sol, también han provocado que acudan a comprar a Alicante ucranianos que inicialmente se asentaron en estas otras provincias, según apunta el CEO de la firma inmobiliaria de Torrevieja Marsol Internacional, Pedro Menárguez.

Por su parte, los rusos adquirieron el año pasado 1.291 propiedades en la provincia, un 15,99% más que en 2022, cuando la cifra ya se había incrementado un 29%, contra todo pronóstico. Lo cierto es que, tras el estallido de la guerra y las sanciones que se impusieron, todos los expertos auguraban un desplome de las ventas de casas a los ciudadanos de esta nacionalidad, pero la realidad ha sido la contraria.

La guerra ha provocado que muchas familias rusas hayan abandonado su país, ante el temor a una posible llamada a filas de alguno de sus miembros o de un desplome de su economía. Además, otros ciudadanos que ya pasaban largas temporadas de alquiler en la zona, optaron por quedarse definitivamente o por comprar una propiedad para tener un refugio, ante un recrudecimiento de la situación en su país. A esto hay que sumar un considerable volumen de operaciones que responden al deseo de obtener una "golden visa", el permiso de residencia que se consigue por una inversión superior a los 500.000 euros en España, según apunta Katrych.

Caída general

El incremento de las operaciones de rusos y ucranianos ha servido para atenuar la caída de la clientela internacional que sufrieron el año pasado las inmobiliarias y promotoras alicantinas, ante la complicada situación económica que se vive en muchos países europeos. De esta forma, según los datos del Colegio Notarial, el año pasado los extranjeros compraron 30.072 viviendas en la provincia, lo que supuso una caída del 5% sobre las cifras de 2022. "Al final, el descenso ha sido menor del que apuntaban los datos hasta septiembre porque en el último trimestre del año se ha recuperado la actividad", apunta el vicedecano de los notarios de la Comunidad, el alicantino Delfín Martínez.

Por nacionalidades, los británicos se mantienen como los principales clientes internacionales del sector inmobiliario alicantino, con 3.942 operaciones, eso sí, con una caída del 15,75% sobre el ejercicio anterior. Los belgas se mantienen en segunda posición, con 3.159 transacciones y una subida del 6,8%; mientras que los holandeses ocupan la tercera posición, con 2.717 compraventas, un 1,31% menos.

Entre los principales mercados tradicionales destacan las caídas del 33% en las compras de suecos, con un total de 1.385 operaciones; las de ciudadanos alemanes, que retrocedieron un 19,4%, hasta las 2.179; los franceses, que compraron un 18,6% menos casas (1.463) o los noruegos, con un descenso del 17,8%, hasta las 762 operaciones.

Los extranjeros gastan un 55% más que los nacionales

Los extranjeros que compraron una vivienda en la Costa Blanca durante el año pasado contaron con un presupuestos de media un 55% superior al que destinaron los compradores nacionales, de acuerdo con las estadísticas del Colegio Notarial de Valencia. Así, mientras el importe medio escriturado para las propiedades adquiridas por españoles en la zona fue de 114.912 euros, el de las operaciones protagonizadas por ciudadanos de otros países ascendió hasta los 177.544 euros. Una cifra que se dispara por encima de los 280.000 euros en el caso de los holandeses, los extranjeros que más gastan a la hora de hacerse con una casa en la zona.