La campaña más ruinosa del limón deja 300.000 toneladas en los árboles, el 30 % de la cosecha

Los bajos precios, la climatología y la masiva entrada de fruta de terceros países están detrás de la pésima temporada para los agricultores

Algunos productores están empezando a arrancar los limoneros ante su nula rentabilidad y tras no haber vendido nada

El agricultor de Torremendo Antonio Pacheco en su finca con la mayor parte de la cosecha sin recoger y el resto en el suelo.

El agricultor de Torremendo Antonio Pacheco en su finca con la mayor parte de la cosecha sin recoger y el resto en el suelo. / Información

Rubén Míguez

Rubén Míguez

La campaña del limón está siendo la más ruinosa que se conoce. Coinciden en ello todos los agricultores y las asociaciones agrarias tras la poca salida que está teniendo este producto y los bajos precios a los que cotiza, unos ruinosos 10 céntimos, a quienes se los pagan, ya que muchos agricultores no han vendido absolutamente nada. La variedad Fino, la más numerosa en la provincia (Alicante produce el 40 % del limón nacional) está a punto de concluir con un pésimo resultado y no esperan buenas expectativas para la Verna.

De hecho, la campaña del limón va a dejar 300.000 toneladas en los árboles, sin recoger, de las algo más de 900.000 toneladas de producción total en la provincia previstas esta campaña. Es decir, el 30 % de la producción de limón alicantino acabará en el suelo, algo que no había ocurrido nunca antes, pese a otras campañas que ha habido poco productivas. Los bajos precios, la climatología -con granizo al inicio de campaña, viento después y el calor poco propio del invierno-, así como la masiva entrada de fruta de terceros países están detrás de la pésima temporada para los agricultores.

La campaña más ruinosa del limón deja 300.000 toneladas en los árboles, el 30 % de la cosecha

José Pacheco observa sus limones en la campaña más ruinosa que recuerda. / Información

La campaña del limón Fino empezó y avanzó a buen ritmo. De hecho se adelantó a septiembre, por los problemas fitosanitarios del limón argentino y sudafricano, y su valor medio en campo alcanzó buen precio. Sin embargo, a finales de octubre paró su venta, y el precio llegó a desplomarse pasada la Navidad hasta los 10 céntimos, la mayoría comprados por la industria de zumos y aceites esenciales que, no obstante, se estuvieron llevando el destrío (la fruta «fea» que no se comercializa en supermercados por tener algún defecto) pagándoles el kilo a los agricultores a 5 céntimos, 15 céntimos por debajo de los costes de recolección y transporte, e, incluso, a coste cero. «Esta campaña, la industria, ha entrado a las fincas a florear, es decir, ha cogido las primeras categorías y el resto lo han dejado o se lo han llevado como destrío y no lo pagan», denuncia Ginés Perales, agricultor de Vistabella en Jacarilla que este año perderá toda la producción de limón, estimada en 200.000 kilos. «Dejaré de ganar entre 70.000 y 80.000 euros», lamenta.

Una finca de la provincia en la situación que la mayoría, con cientos de kilos de fruta por el suelo.

Una finca de la provincia en la situación que la mayoría, con cientos de kilos de fruta por el suelo. / Información

Perales se está planteando arrancar los limoneros, como ya están haciendo algunos agricultores en comarcas como la Vega Baja, la principal productora de limón, por su nula rentabilidad. «Voy a aguantar un año, a ver cómo va la campaña de limón Verna, y si va mal echaré números y veré si arranco parte o todo», adelanta este agricultor que, no obstante, sí dejará de cultivar limón ecológico «es más caro de producir y ahora te lo pagan igual que el convencional», manifiesta. «Yo si arranco, no plantaré nada más, la agricultura no la veo rentable, es el eslabón más débil, nadie te defiende y hay una sensación de impotencia por cómo se aprovechan de ti, te ponen el precio de tu producto, se llevan lo que quieran y que la recolección la hacen cuando quieras, me planteo abandonarla», expresa, con desazón, este productor que lleva un cuarto de siglo dedicado al campo.

Tristeza

Con mucha tristeza por la situación en la que se encuentra el campo y, en concreto, la campaña del limón, se expresa José Pacheco que lleva una explotación, junto a su padre, Antonio, de 69 años, de 30 hectáreas en la pedanía oriolana de Torremendo. Esta temporada lo perderán todo, entre 800.000 y un millón de kilos por los que tenían previsto facturar entre 250.000 y 300.000 euros. «Encima, nos costará unos 20.000 euros el contratar a jornaleros para recoger todo el limón que está por los suelos, es una ruina», lamenta, mientras camina con su progenitor por un campo cuyos caminos están amarillos, de los limones en el suelo. Antonio, que llevaba desde el 17 de enero sin acudir a su finca recuperándose de una intervención, no puede reprimir las lágrimas mientras camina entre los limoneros llenos de fruta sin recoger y el resto en el suelo.

Una finca de limoneros con todos los limones por el suelo.

Una finca de limoneros con todos los limones por el suelo. / Información

Ni un solo kilo venderán en esta campaña, con una industria ahora con sobreoferta de cítricos por la entrada de fruta de Egipto y Turquía que, por el conflicto en el Mar Rojo, han desviado sus exportaciones de Asia a Europa. «En el árbol tenemos el 60 % de la producción, el resto está ya en el suelo, y vamos a esperar a que se caigan todos para que no nos cueste, además, el tirarlos», señala Pacheco, quien indica, con tristeza, que su padre mantuvo los campos tras jubilarse como una renta y se están llevando ahora su pensión y sus ahorros. «Le está costando la salud», lamenta.

Abandono

«Va a haber abandono, algunos están talando árboles o podando con los limones encima», indica el presidente de Asaja en Alicante, José Vicente Andreu, para explicar la situación actual en el campo alicantino. Al coste de la mano de obra y el alto precio del agua, se unen las condiciones climáticas, con el calor devaluando la calidad del limón, los conflictos geopolíticos, que afectan al mercado europeo y abren la puerta a la entrada de más cítricos del exterior, como los turcos y egipcios, y las condiciones que marca la política agraria común, que, no obstante, poco respeta la ley de la cadena alimentaria que tanto reclaman los agricultores. «El consumidor sigue pagando caro el producto y los agricultores sufren el desplome de su renta, es muy injusto», zanja Andreu.

Una finca de la Vega Baja en la que se están arrancando limoneros.

Una finca de la Vega Baja en la que se están arrancando limoneros. / Información

Naranja

Estos condicionantes también están afectando a la campaña de la naranja, que tenía buenas perspectivas con precios de entre 50 y 65 céntimos el kilo, y ahora se pagan a la mitad en el campo tras la entrada de la egipcia.