El Elche tuvo ayer la oportunidad de subirse a un bonito tren en su camino hacia a la permanencia, que le podría haber permitido salir de los puestos de descenso, en caso de victoria, o seguir en la zona roja, pero empatado a puntos con otros tres equipos (Valladolid, Eibar y Alavés) si hubiera logrado, al menos una igualada. Pero los franjiverdes lo dejaron escapar y son penúltimos, aunque a un solo punto de la zona de salvación. 

La situación no es alarmante y seguro que van a pasar mucho más trenes a los que subirse. Sin embargo, la derrota en Granada significa algo más que un partido perdido y es un palo moral para la plantilla y para la afición. 

Primero, porque enfrente tuvo a un rival que, a pesar de su fantástica temporada, afrontó el encuentro muy mermado por las bajas y por el cansancio del partido del jueves en la Europa League contra el Nápoles. Segundo, porque el conjunto ilicitano apenas dio sensación de peligro y no llegó ni con asiduidad, ni con claridad al área contraria. Solo Lucas Boyé, en acciones individuales, y en los saques de esquina llevaron algún aprieto a la portería nazarí. Y tercero, porque el «efecto Escribá», aunque el técnico valenciano lleva solo tres partidos, ha perdido cierta efervescencia de la que provocó en su estreno victorioso contra el Eibar. 

Si había algún día para poder puntuar en terreno granadino ese era ayer y los jugadores lo saben. El Elche sigue con su maldición en Primera División y cada vez que juega a orillas de la Alhambra, donde no ha podido ganar en sus 98 de historia queda embrujado. Las tropas musulmanas de Diego Martínez estaban cansadas y deslumbradas por el éxito europeo y eso hacía más factible la reconquista por parte de los guerreros cristianos de Escribá. Sin embargo, después de una dura batalla de sables el triunfo fue nazarí.

El técnico franjiverde confío en los mismos hombres que hace poco más de una semana tumbaron al Eibar y abrieron destellos de luz en el camino hacia la ansiada salvación. Solo cambió a Rigoni por Fidel en el flanco izquierdo para intentar aprovechar los centros y el balón parado del onubense. 

La guerra de Los Cármenes se inició con mucho respeto y con un ritmo pausado. Los dos equipos comenzaron tratando de proteger sus armaduras y esperar el fallo del contrario para dar el golpe mortal. Durante los primeros 30 minutos casi nada reseñable pasó, salvo dos remates de cabeza para cada uno de los contendientes, uno de Yangel Herrera y otro de Gonzalo Verdú. 

A partir de la media hora, la batalla se fue animando. Tete Morente probó fortuna con una volea que salió rozando el poste. Pero fue Domingos Quina quien asestó la primera puñalada granadina, con un disparo con la pierna izquierda desde la frontal del área que se coló en el fondo de la portería de Edgar Badia (1-0). Marcone estuvo muy infantil en la oposición tras el recorte del jugador de Guinea Bisáu. 

Sin embargo, antes del descanso, Lucas Boyé, el guerrillero franjiverde más entonado, tuvo fe en la presión y le robó la cartera a Nehuén Pérez y a Yangel Herrera. Luchó un balón casi perdido, se lo llevó, lo protegió, lo dejó caer y a la media vuelta enganchó un perfecto zapatazo, que se coló ajustado al poste (1-1). Incluso, antes del descanso, en una contra, Guido Carrillo remató en posición forzada un centro de Tete Morente. Al descanso se llegó con empate y con las espadas en todo lo alto. 

Incluso, en el inicio del segundo tiempo, los ilicitanos comenzaron mejor y mantuvieron al Granada en su propio campo. Eso hacía albergar esperanzas, porque el tiempo parecía que jugaba a favor del Elche y que el cansado conjunto nazarí iba a intentar salvaguardar el empate. Escribá intentó dar más mordiente al ataque sacando de refresco a Rigoni. Sin embargo el argentino se lesionó a los dos minutos de saltar al campo. Otro más con problemas en los isquiotibiales. 

El técnico valenciano habló con su lugarteniente Generelo y decidieron poner sobre el verde de Los Cármenes a Pere Milla y a Víctor, para tratar de dominar el juego y dar el zarpazo definitivo. Boyé estuvo a punto de conseguirlo, pero Kenedy se cruzó en última instancia y evitó el remate del argentino. 

Curiosamente, fueron los locales los que terminaron con más fortaleza física. Eteky y Fede Vico pusieron a prueba a Edgar Badia y la figura del portero franjiverde volvió a emerger para salvar a su equipo. 

Y en el minuto 79 llegó el mazazo. El exfranjiverde Jorge Molina recibió un balón de espaldas y con su particular maestría lo prolongó a la banda, donde Foulquier le ganó la carrera a un desfondado Fidel y puso un centro al área, que Antonio Puertas, anticipándose a Barragán, que no le cerró bien, estableció el   2-1, que a la postre fue definitivo. 

Escribá se encomendó en los últimos minutos a Nino, quien cumplió su partido 800 como profesional. Pero la leyenda no hace milagros todos los días y más con tan poco tiempo. Aún así, cuando la batalla estaba en su último suspiro y el silbato del árbitro estaba a punto de decretar el fin, Dani Calvo tuvo el empate en un remate en el segundo palo, que salvó con un pie milagroso Rui Silva. 

Al final, el Elche se despidió de la Alhambra con otra derrota. La guerra por la permanencia no está ni mucho menos perdida. Quedan muchas batallas por delante aún. Pero el golpe de ayer fue doloroso. 

FICHA TÉCNICA:

GRANADA CF: Rui Silva, Foulquier (Adrián Martín, m. 82), Domingos Duarte, Nehuén Pérez, Víctor Díaz, Eteki (Vallejo, m. 88), Yangel Herrera, Quina (Fede Vico, m. 61), Kenedy, Antonio Puertas y Jorge Molina (Roberto Soldado, m. 82).

ELCHE CF: Edgar Badia, Barragán, Gonzalo Verdú, Dani Calvo, Mojica (Josema, m. 46), Marcone, Raúl Guti, Tete Morente (Rigoni, m. 72) (Víctor, m. 77), Fidel, (Nino, m. 82) Lucas Boyé y Guido Carrillo (Pere Milla, m. 77)

GOLES: 1-0 M. 32, Quina. 1-1 m. 40, Lucas Boyé. 2-1 m. 79, Antonio Puertas.

ÁRBITRO: Santiago Jaime Latre, del colegio aragonés. Mostró tarjetas amarillas a Nehuén Pérez (m. 24), Mojica (m. 34), Jorge Molina (m. 47), Josema (m. 71) y a Víctor Díaz (m. 92).

ESTADIO: Los Cármenes. Sin público.