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ANÁLISIS

¿Debería Competición sancionar a Escribá o a Emery?

El técnico franjiverde valoró como «mala fe» del árbitro la no expulsión de un jugador del Villarreal, mientras el vasco dio la razón al colegiado porque «tenía que equilibrar la anterior tarjeta», como si al ser amonestado una vez ya adquiriera inmunidad

Emery y Escribá se saludan antes del polémico choque. | DOMENECH CASTELLÓ/EFE

Flaco favor hacen las críticas hacia los árbitros, máxime cuando estas son pronunciadas en el fragor de la batalla o nada más acabar la contienda. Pero, a veces, llegan a ser mucho peores los halagos. Puede sonar a broma, pero, analizado desde otra visión, más que Escribá, quien realmente merece sanción por sus palabras sobre el árbitro Muñiz Ruiz -tras el Villarreal (4)-Elche (1)- es Emery. Sus flores hacia el colegiado se volvieron cañonazos. Y, seguramente, sin intención alguna.

La no expulsión del «groguet» Pedraza, en el minuto 37 (1-1 en el marcador) tras una dura y peligrosa entrada al crevillentino Josan, provocó lo nunca visto. Escribá perdió los nervios en la rueda de Prensa posterior al encuentro. Poca defensa tiene el valenciano. Le espetó al trencilla que lo suyo había sido «mala fe, no un error». Y añadió: «El árbitro sabe que era expulsión. Si no hubiera llevado amarilla se la hubiese sacado y nadie hubiese protestado. Como diría Groucho Marx: He visto un gran arbitraje, pero no ha sido hoy», concretó el valenciano.

Ahora, la comisión de Integridad de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ha recopilado sus críticas y ha enviado el expediente al Comité de Competición, encargado de decidir si sanciona o no al míster. Podrían caerle de 4 a 12 partidos de suspensión.

El mismo Escribá se dio cuenta de que sus declaraciones no eran adecuadas. Había sido el primero en hablar tras el encuentro. Llegaba «caliente», según expuso, y «muy enfadado». Y pidió perdón, aunque «por las formas», ya que seguía pensando que era un error del árbitro, «pero pido disculpas porque me expresé mal y yo debo dar ejemplo», reconoció.

Sin pretender quitar hierro a las manifestaciones de Escribá, en este caso podrían verse varios atenuantes, desde que la reacción fue «en caliente», cabreado por lo ocurrido en la acción en sí, pero también en el resto del encuentro, hasta que el técnico ha reconocido su equivocación y ha mostrado arrepentimiento. De hecho, algunos podrían llegar a decir que poco sentido tiene el procedimiento después de las disculpas públicas del valenciano.

Sin embargo, el técnico rival, Unai Emery, inició su comparecencia pública dando la razón al trencilla. «Acertó», dijo. Entonces, ¿cómo se puede titular este artículo imponiendo la duda sobre el entrenador vasco?

Efectivamente, quien le hizo el peor favor que puede hacerse al fútbol y a sus árbitros fue Emery. Con toda seguridad, sin pensarlo. Al ser preguntado por el «mosqueo» que llevaba su compañero en los banquillos, el técnico vasco no dudó en solidarizarse -«Puedo entender que él esté contrariado», pero tampoco se lo pensó para al decir que el juez de la disputa «equilibró» al no sacarle amarilla pues recientemente ya había visto una, «no tan clara». Sus palabras, textuales, fueron: «También podríamos hablar de la primera tarjeta, ¿no? Entre las dos pueden ir sumando, pero a dos amarillas..., posiblemente entre las dos no. Entre las dos no suman la roja. Entre la segunda, que el árbitro tiene que medir que ya tiene una... Ahí creo que ha estado inteligente. Porque la primera cuando la sacas sabes que a ese jugador lo tienes condicionado y que la segunda tiene que ser clara para que equilibre lo que la primera no es tan clara. Para mí ahí ha estado acertado».

La segunda pudo no ser tan clara como pareció en directo, pero Emery no titubeó y cambió a Pedraza al descanso. Pero más allá de la subjetividad de una valoración concreta, lo realmente grave del asunto está en que un entrenador diga que el responsable de impartir Justicia en una cita deportiva busque el «equilibrio». Como si a cualquier ciudadano, sancionado una vez por ir a 150 km/h no se le sancione de nuevo si poco después es captado por los radares a la misma velocidad... Como si la multa por cometer cualquier infracción genere impunidad para las siguientes.

El árbitro pudo entender que la falta no era merecedora de tarjeta. Si hubo o no mala fe solo él lo puede saber. Pudo, incluso, acusar la presión escénica de tener que expulsar a un jugador en su propia casa. Es su primera temporada en LaLiga de las Estrellas y, seguro, que querrá pasar inadvertido, no generar problemas. Pero lo que no puede hacer un juez es dejar sin pena una acción contraria al reglamento porque el acusado ya ha cumplido condena por otra acción, más o menos similar, en el pasado.

El desahogo de Escribá es una acción, por desgracia, demasiado típica en el mundo del fútbol. El cuestionamiento de la función de un juez en el campo, aunque sea mediante la alabanza, no lo es tanto. Lo que hizo Emery es tan negativo o más para el deporte que lo que hizo Escribá. ¿Le abrirán también a él expediente?

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